¿Discutes una y otra vez con tu pareja por los mismos motivos? Cómo salir de ese bucle

Si tienes pareja, es probable que hayas notado que existen ciertas discusiones que se repiten una y otra vez. Cuando crees que el conflicto estaba superado, resurge con más fuerza. Cual hidra de mil cabezas, aparece una y otra vez bajo diferentes formas.

Por supuesto, discutir no es malo. Confrontar diferentes puntos de vista puede ser enriquecedor para la pareja. Sin embargo, las relaciones sólidas adoptan un enfoque centrado en la solución de conflictos. Van solucionando los desacuerdos a medida que se presentan, no se estancan en ellos.

En cambio, las discusiones en bucle sobre problemas que no se resuelven nunca terminan siendo extremadamente desgastantes, dejan un mal sabor de boca e incluso pueden hacer que te cuestiones si estás con la persona adecuada o si esa relación tiene futuro.

Las discusiones en bucle sobre problemas que no se resuelven terminan desgastando la relación de pareja. [Foto: Getty Images]
Las discusiones en bucle sobre problemas que no se resuelven terminan desgastando la relación de pareja. [Foto: Getty Images]

Deshazte de tu bagaje emocional

Si discutes con tu pareja a menudo por los mismos motivos, es probable que te parezca que estáis siguiendo un guion. Os decís siempre las mismas cosas. Sabes cuánto va a durar la pelea, qué quejas y reproches aparecerán y cómo va a terminar la discusión. Es como si os hubierais quedado atrapados en el día de la marmota.

El bagaje emocional que carga cada uno contribuye a perpetuar ese bucle. Si has tenido que lidiar con la negligencia emocional o el abandono en algún momento de tu vida, es probable que termines reprochándole a tu pareja que no le dedica suficiente tiempo a la relación.

El cerebro tiene la tendencia a buscar patrones y repetirlos, por lo que quizá estés recreando las dinámicas de tus relaciones más significativas sin darte cuenta. Si te han sido infiel en el pasado, es probable que no confíes plenamente en tu pareja y asumas una actitud más controladora que genere discusiones.

Ese bagaje emocional se mantiene latente, como una herida abierta, de manera que las situaciones más insignificantes pueden terminar escociendo. Por tanto, si quieres salir del bucle de las discusiones recurrentes, debes intentar que esas heridas emocionales cicatricen. Asume que tu pareja no tiene que pagar por lo que te hizo tu ex o por la mala relación que mantuviste con tus padres.

Descubre el verdadero motivo de la discusión

Si quieres dejar de discutir de una vez y por todas, tendrás que llegar al fondo del problema. [Foto: Getty Images]
Si quieres dejar de discutir de una vez y por todas, tendrás que llegar al fondo del problema. [Foto: Getty Images]

Las discusiones recurrentes rara vez se refieren realmente al desacuerdo que las generó. El contenido de la pelea suele ser una tapadera para esconder una necesidad insatisfecha o un conflicto latente. No discutes con tu pareja porque nunca lava los platos o porque olvida las fechas significativas sino porque crees que no te considera, no te respeta o no te ama lo suficiente.

En sentido general, las discusiones de pareja suelen deberse a cinco motivos: desequilibrio de poder, pérdida de confianza, falta de reciprocidad, merma del respeto o defensa del espacio y la independencia. Eso significa que hasta que no abordes el problema subyacente, tendréis motivos para seguir discutiendo.

De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Queensland reveló que cambiar el comportamiento molesto para la otra persona no suele ser suficiente para que las parejas dejen de discutir ya que no se ha resuelto el problema de base. Por tanto, es probable que no baste que tu pareja comience a lavar los platos o recuerde las fechas significativas.

Si quieres dejar de discutir de una vez y por todas, tendrás que llegar al fondo del problema. Céntrate en el proceso, no en el contenido. Céntrate en las emociones, no en las palabras. Pregúntate: ¿qué estamos sintiendo que no hemos expresado?

Deja de acumular resentimiento

Las discusiones recurrentes suelen estar salpimentadas con pequeños agravios cotidianos del uno hacia el otro. [Foto: Getty Images]
Las discusiones recurrentes suelen estar salpimentadas con pequeños agravios cotidianos del uno hacia el otro. [Foto: Getty Images]

Independientemente del motivo que se encuentre en la base de la discusión, lo cierto es que muchas peleas de pareja suben de tono debido al resentimiento acumulado. El resentimiento es un enojo o malestar reprimido que termina saliendo a la luz de la peor manera, dinamitando cualquier posibilidad de diálogo constructivo.

En general, la mayoría de las personas son bastante reacias a los conflictos. Es probable que te hayan enseñado que está mal enfadarte y que si algo te molesta, es mejor que te aguantes. Como resultado, al inicio de la relación pasas por alto muchos comportamientos que te molestan. No dices nada. Tragas en seco. Crees que con el tiempo lo aceptarás. Pero no es así. Con el tiempo esas pequeñas cosas se van acumulando.

Entonces comienzas a albergar resentimiento hacia tu pareja. Le culpas de todas esas pequeñas insatisfacciones, molestias y enfados cotidianos. Hasta que llega un momento en que ese resentimiento explota. Por eso las discusiones recurrentes suelen estar salpimentadas con pequeños agravios cotidianos del uno hacia el otro.

La solución es hablar más con tu pareja sobre lo que te molesta, irrita o enfada. No se trata de alimentar la discordia, sino de proporcionar una retroalimentación valiosa para que ambos podáis satisfacer mejor las necesidades, deseos y expectativas del otro y la relación fluya.

Por tanto, en vez de esperar a que surja la discusión, elige un momento en el que ambos estéis calmados y saca a colación lo que te preocupa. Os ayudará poneros en el lugar del otro. Imaginad el punto de vista del otro e intentad comprender cómo se siente. Practicad la escucha activa. Solo así podréis resolver esas diferencias desde el amor y la empatía.

Por último, es importante recordar que a veces existen diferencias irreconciliables, ya sea porque tenéis historias de vida, creencias, educación o formas de ver el mundo distintas. Es posible que podáis acercar esas diferencias, pero es difícil erradicarlas. Si eres una persona extrovertida que necesita una vida social intensa pero tu pareja es introvertida y se siente más cómoda en casa, es probable que esa discrepancia se convierta en un foco de conflicto.

En ese caso, ninguno de los dos debe intentar convencer al otro, atraerlo a su bando o criticarlo asumiendo que su perspectiva es la mejor o la correcta. El amor también es aceptación, de manera que tendréis que pactar un punto intermedio en el que cada quien ceda un poco para que la relación fructifique. Las diferencias no tienen que separaros, podéis aprovecharlas para crecer y consolidar vuestra relación.

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