El extraño caso de la mujer que creyó ser una gallina

Gallina. (Imagen Creative Commons vista en Pixabay).
Gallina. (Imagen Creative Commons vista en Pixabay).

Siempre me han llamado la atención las diferentes “personalidades y atributos” humanos que el saber popular asocia a cada animal, supuestamente en función al modo en percibimos su naturaleza. Así, los zorros son inteligentes al contrario que los asnos. Los cuervos resultan ingeniosos, pero los borregos no. Los perros son fieles y los gallos valientes. Los leones son regios, las hormigas laboriosas (no como la cigarra) y así un largo etc. Supongo que mis lecturas infantiles de Esopo y Samaniego ayudaron a que viviera con cierta naturalidad esta “humanización” de las bestias. De hecho parece que alguna de esas asociaciones tiene todo el sentido, pero sinceramente, con otras siempre he tenido mis dudas.

Por qué uno se molesta tanto si le dicen que está loco como una cabra, o si se le sugiere que no es que le falten agallas, es que directamente es un gallina. ¿Por qué esas caracterizaciones y no otras? He visto a gallinas atacar a serpientes para proteger a sus pollos, y a cabras montesas actuar de forma cuerda ascendiendo a territorios escapados para evitar a los depredadores. ¿No podríamos entonces “ser más cobardes que una cabra” o “estar más locos que una gallina”? Parece ser que no… misterios del idioma.

Perdonad la diatriba, todo viene a cuento de una noticia que he encontrado en el New York Post y que, a pesar del drama psicológico padecido por su protagonista (que “literalmente” creyó ser una gallina) me ha despertado una sonrisa. Antes de que penséis en mí como alguien “cruel como un lobo”, empecemos diciendo que nuestra protagonista felizmente se ha recuperado por completo.

Analicemos ahora lo sucedido, porque el trastorno al que hacer referencia, llamado “zoantropía” es tan raro como curioso. Según el glosario manejado por la psiquiatría, la zoantropía es un delirio de metamorfosis que hace que quien la padezca crea haberse transformado en un animal. De hecho, si el animal en cuestión es un lobo da lugar a un término que todos hemos oído en multitud de ocasiones: la licantropía.

Bien, pues en el caso que nos ocupa, recogido en la revista médica holandesa Tijdschrift voor Psychiatrie, nuestra protagonista es una mujer de 54 años cuya identidad permanece en el anonimato, que fue encontrada por su hermano en el jardín “cloqueando y cacareando como un pollo”. No es de extrañar que su hermano la trasladara urgentemente a un centro médico cercano para que se la atendiera en emergencias.

Por lo que puedo leer, la mujer se mostró “desorientada” durante su examen médico, al tiempo que informaba sobre una sensación poco familiar en sus extremidades, “como si no formaran parte de su cuerpo”. De hecho parecía aletear sus brazos de forma incontrolada. Durante la evaluación, la pobre mujer reconoció haber dormido apenas nada durante cinco días.

El historial mostró que la mujer, empleada en una farmacia, padecía depresión hereditaria, la cual se había agravado tras la pérdida de un ser querido. Mal que bien, todos conocemos los síntomas comunes de la depresión: tristeza, fatiga, falta de interés, insomnio, etc. Reconozco que esta es la primera vez que veo que alguien asume la identidad de un animal como consecuencia de esta terrible enfermedad.

Si estáis pensando que estaba drogada la respuesta es “no”. La mujer no tenía historial de abuso de sustancias y nunca había experimentado episodios psicóticos. Su familia relató que había estado evitando a sus amistades y que recientemente había recibido comentarios negativos en el trabajo.

Además, los doctores que la evaluaron averiguaron que la mujer llevaba recibiendo tratamiento contra la ansiedad y la depresión durante al menos 10 años, desde la muerte de uno de sus progenitores. También tomaba fármacos para ayudarla a dormir. Recientemente, se le había cambiado la medicación, recetándole un nuevo anti depresivo, lo cual según sospechas de los médicos podría haber provocado un desequilibrio en su cerebro.

Durante la evaluación psiquiátrica de emergencia, la paciente sufrió un ataque de epilepsia del que fue tratada con un fármaco para tratar las convulsiones. Tras el tratamiento, la mujer pudo por fin dormir durante varias horas en el hospital. Una vez se despertó, su comportamiento era totalmente normal, y de hecho no recordaba nada de su pasado como gallina.

Reconozco que la historia me ha fascinado. En la literatura médica solo existen otros 56 casos de zoantropía desde el año 1850, aunque este extraño “mal” puede llevar sin embargo miles de años aquejándonos. Así lo cuenta la Biblia, donde es conocido el pasaje en el “Libro de Daniel” en el que se recoge la historia del rey Nabucodonosor, al que Dios condenó a vivir durante siete años como una vaca (trastorno psicológico conocido como boantropía) como castigo por su arrogancia.

Probablemente aquella historia tuviera su base de realidad (como los comportamientos animales de mis queridas fábulas de infancia, antes mencionadas) aunque de seguro Dios no tuvo nada que ver. Y no, no es que el monarca estuviera “loco como una vaca”, simplemente experimentaba alucinaciones provocadas por un caso avanzado de sífilis o de cualquier otro trastorno neurológico.

PD. ¿Sabíais que entre esos 56 casos de zoantropía recogidos por la literatura médica, no aparecen enfermos experimentando el delirio de ser una cabra? Ha habido lobos, caballos, perros, vacas, ahora una gallina, pero definitivamente cabras no. ¡Curioso verdad!

Lo dicho, algunas frases hechas no tienen ningún sentido.

Me enteré leyendo The New York Post.

Otras historias que te pueden interesar:

Los antiinflamatorios podrían ayudar a combatir la depresión

Ovejas entran en ‘estado psicótico’ tras comerse unas plantas de cannabis

El curioso caso del hombre lobo de Tenerife que se convirtió en el hombre de confianza del rey de Francia