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Yvette Pierpaoli: la incansable aventurera francesa que entregó su vida a los refugiados

El escritor británico John Le Carré había decidido abandonar de una buena vez sus hábitos sedentarios para lanzarse a vivir las aventuras que decidiera relatar en sus libros. Fue gracias a ese impulso que, en 1974, conoció a Yvette Pierpaoli en Camboya.

La cita se dio en la casa de un diplomático alemán en Phnom Penh, a escasos metros del palacio del dictador Lon Nol, y con los tiroteos que avanzaban hacia la capital de fondo. La joven francesa, de eléctricos ojos marrones, gesticulosa y con carácter, llegó acompañada de Kurt, un capitán de navío suizo, y se presentó como una mujer de negocios.

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La pareja manejaba una empresa llamada Suisindo, que operaba desde el centro de la ciudad con una flota de desmejorados aviones de carga que transportaban bienes de un pueblo a otro. Sin embargo, el inglés pronto se dio cuenta de que los negocios no eran lo que movilizaba a Pierpaoli. Según sus palabras, ella se dedicaba a hacer milagros.

"Comida y dinero a los hambrientos, medicinas a los enfermos, refugio para los sin hogar", apuntó el escritor en una nota para The Guardian. Lo que no la privaba de ser una empresaria inescrupulosa, convencida de que era mejor poner el dinero en las manos de los necesitados. Y los necesitados se multiplicaban en una ciudad que estaba siendo sitiada por los Jemeres Rojos del líder comunista Pol Pot.

La guerra generaba una particular atracción sobre Pierpaoli: era el marco perfecto para que la espiritista y activista francesa pudiera erigirse como salvadora y poner a prueba su destino, según relató Le Carré en sus anécdotas y de acuerdo a la apreciación personal que hizo de su amiga.

Los dos estaban en compañía del periodista del Washington Post David Greenway cuando fueron interceptados por un camión que salió sorpresivamente de la jungla, de camino a un pueblo en donde vivía una predicadora jemer que Pierpaoli se moría por conocer (era la única que hablaba el idioma local). Del vehículo descendieron dos adolescentes con armas de fuego que inspeccionaron a los extranjeros para luego dejarlos ir. Cuando el trío retornó a Phnom Penh, previa suspensión de la búsqueda, los dos hombres seguían en shock, pero Yvette estaba extasiada.

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En 1975, la capital de Camboya cayó en manos de las guerrillas comunistas y, con ella, el "negocio" local de Pierpaoli, pero no su voluntad de ayudar. La mujer trasladó su base operativa a Bangkok para proteger a los refugiados de la guerra civil camboyana que habían sido rechazados por el gobierno tailandés y se encontraban desahuciados en la frontera.

Al cabo de unos años, falleció Kurt, su pareja. Recién en 1985, Yvette retornó a la Europa segura, la que había dejado cuando apenas tenía 19 años. Allí se destacó como recaudadora de fondos por un tiempo, pero le resultó muy difícil mantenerse alejada de los graves conflictos internacionales.

"No podía decidir a dónde ir ", recordaría años más tarde en una entrevista con el diario Los Angeles Times, "un día era la hambruna en Etiopía, al siguiente los tamiles, al siguiente los niños que estaban siendo torturados en la India. Quería ayudar en todo al mismo tiempo".

Se retiró a un convento francés a buscar la respuesta. En ese lugar conoció a un misionero que trabajaba en las alturas de Guatemala, en donde había miles de niños huérfanos y pocas organizaciones de ayuda. Era la señal que buscaba: en menos de 24 horas estaba en camino.

Guatemala

En Ciudad de Guatemala fundó, después de entrar en contacto con personas en situación de calle y conocer el paño, una guardería llamada La Novena, en equipo con otras 13 mujeres. En su primer día en funcionamiento, recibieron a 40 chicos.

"Eran extremadamente agresivos, siempre luchando contra nosotras, luchando contra ellos mismos. Siempre queriendo matarse unos a otros, matarnos, matar al personal", describió Pierpaoli en 1987. "Pero debajo de toda esta agresión había un deseo insaciable del amor y del cuidado que nunca tuvieron".

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Eran sobrevivientes, que vivían y trabajaban en las calles, lustrando zapatos, vendiendo diarios, cantando en los colectivos, mendigando, robando o prostituyéndose. En su primer año, La Novena llegó a darle asilo a 454 niños.

Obra en Sudamérica, África y colaboración con Refugees International

Yvette Pierpaoli extendió su obra hacia Nicaragua, Bolivia y Colombia, dejando La Novena en manos de sus colaboradoras. Fundó la organización Project Tomorrow, un puente para hacerle llegar fondos a distintos proyectos de desarrollo y asistencia en zonas de emergencia. Por esos días, empezó a escribir su autobiografía, Femme aux Mille Enfants o Mujer con mil hijos, aunque biológicamente tenía dos: Emanuel y Olivier, que vivían en su casa de campo en el sur de Francia, el refugio familiar al que volvía de tanto en tanto.

También estuvo en África, donde se preocupó especialmente por la crisis de los pueblos Tuareg en eldesierto del Sahara. Viajó a Malí y Níger, dándole inicio a proyectos de irrigación de tierras, ganadería y distribución de alimentos.

En 1992, se unió a Refugees International, organización que la tomó como líder y referente. Por siete años, se enfocó en la causa de los refugiados y desplazados por distintos conflictos militares y persecuciones políticas: asistió a viudas de guerra, a víctimas de minas terrestres, a familias sin hogar, a niños abandonados. Estuvo en Ruanda, Birmania, Malawi y otra vez en Camboya.

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Pero el destino la alcanzó en Albania, adonde había llegado por primera vez en junio de 1998, situación en la que pudo ver con sus propios ojos a las personas huyendo de Kosovo. El 18 de abril de 1999, perdió la vida en un accidente automovilístico junto a David McCall, su esposa Penny (ambos directores de la organización) y el conductor albano que los transportaba. Tenía 61 años.

En su honor, Refugees International nombró a su más alta distinción"Premio Humanitario McCall-Pierpaoli". John Le Carré, su viejo amigo, le dedicó el libro El jardinero fiel, que luego se convirtió en película. Tessa, la mujer que motoriza el relato, está inspirada íntegramente en Yvette.

En 2018, una joven camboyana publicó en un grupo de Facebook un pedido de ayuda para recopilar información sobre la mujer que le salvó la vida. "Ella fue la mujer que me rescató.Yo era una bebé huérfana. Apenas unos días antes de que el país cayera en manos de los Jemeres Rojos, Yvette logró orquestar mi adopción en el Reino Unido", escribió Li-Da Kruger. Su historia es una entre las de miles de personas que se cruzaron en el camino de la increíble Yvette Pierpaoli.