Yon de Luisa y sus mediocres expectativas para Qatar 2022: "pasar a Octavos sería un éxito"
México prepara una nueva participación en Copas del Mundo. Será la octava de manera consecutiva. En las últimas siete, ha habido una barrera insuperable para el Tri: el cuarto partido. La Selección se ha quedado a las puertas de los Cuartos de Final en cada cita mundialista desde Estados Unidos 1994 hasta Rusia 2018. Se han degustado las más variadas y dolorosas formas de la derrota. Pero, en Qatar, hay un miedo que corroe la mente de los fans mexicanos: quedarse en Primera Ronda, algo que no pasa desde 1978.
El pasado ya ha entregado un sinfín de pruebas de que, pese al pesimismo previo, siempre se avanza a Octavos. Es una suerte de seguro de vida: no hay quinto partido, pero al menos se llega adonde se tiene que llegar. De esa tendencia se ha agarrado Yon de Luisa, presidente de la Federación Mexicana de Futbol. "Creo que si México ha calificado a ocho Mundiales seguidos, si consistentemente desde el 1994 venimos pasando la fase de grupos nada más con Brasil... Yo a eso no le veo ningún problema. Si el día mañana nos toca jugar contra Francia o Dinamarca el cuarto partido y el resultado es bueno o no, con nada más jugar ese partido, para mí ya es un éxito", dijo el federativo en entrevista conjunta para El País y AS México.
Debe existir un punto medio entre el conformismo del presidente y las expectativas estratosféricas que muchos depositan en la Selección Mexicana. Si es desaforado pensar en ganar el Mundial, como cada cuatro años sostiene por lo menos algún jugador, también resulta amargo encontrar un conformismo tan normalizado para la cabeza del futbol mexicano. ¿Cuál es entonces el mensaje que se traslada a jugadores y cuerpo técnico si el jefe admite que estar en Octavos es un éxito y no, cuando menos, una frustración?
No se equivoca De Luisa al decir que se requiere de un mérito para pasar tantas veces a Octavos. Y, en efecto, hay grandes potencias que se han quedado fuera en Fase de Grupos (al menos una vez durante cada Mundial hay una decepción de ese estilo), pero tampoco puede ser el argumento supremo para definir el éxito o fracaso de cada cuatro años. Por ejemplo, en Brasil 2014 México arrolló a Croacia y lo mandó a casa. En Rusia 2018 ellos fueron finalistas y México se quedó en el mismo lugar de siempre.
El afamado quinto partido puede llegar, algún día, hasta por casualidad. Si lo han jugado Paraguay, Ucrania, Ghana, Estados Unidos, Colombia, Corea del Sur, Bulgaria, Camerún, Senegal. Ninguna de esas selecciones es potencia. Y más: México tiene un nivel superior a varias de ellas. Pero incluso si eso llegara a pasar, que México juegue los Cuartos de Final, no podría interpretarse como la evidencia máxima de la evolución del futbol nacional. Italia sigue siendo más que cualquiera de los equipos citados y no se calificó a los últimos dos Mundiales, y quedó fuera en Primera Ronda en los últimos dos a los que sí fue (2010 y 2014).
Ese conformismo manifiesto de Yon de Luisa entraña una contradicción: la Federación trajo a Gerardo Martino para hacer crecer al futbol mexicano, para dar un salto de calidad que no podía conseguirse con ningún entrenador del medio local. Si de Luisa, los jugadores, y todo el entorno federativo han sostenido con ahínco estar satisfechos con la gestión del Tata, a quien consideran un entrenador de primer nivel, ¿por qué aceptan tan fácilmente la posibilidad de que se consiga lo mismo que se ha conseguido en los últimos 28 años?
A Martino no se le trajo para calificar el Mundial ni para ganar la Copa Oro. Lo mismo aplica para Juan Caros Osorio, su antecesor. Desde luego, ellos no pueden arreglar los problemas estructurales del futbol mexicano ni convertir en cracks a jugadores con evidentes limites. Pero sus jefes directos, con De Luisa al frente, toman decisiones en función de conseguir resultados diferentes a los que conocidos hasta ahora. Esa era la gran ambición en 2019, cuando Tata llegó a México: que se trabajara diferente.
Si el futbol mexicano no tiene los argumentos para estar entre los ocho mejores del mundo (y es claro que no pertenece a ese grupo), lo menos que se esperaría es prudencia discursiva, tanto para no inflar el globo como para no anticiparse a la derrota en Octavos. Nadie en México consideraría un éxito caer en esa instancia otra vez. Fracaso o no, para poner el adjetivo más blando, sería una decepción. Y nadie en el futbol grita de emoción ser eliminado en Octavos por octava ocasión al hilo. Quizá De Luisa sí.
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