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Yolanda Miranda, la mujer que con disciplina, terquedad y pasión hizo de Thalía una estrella

Thalia junto a su madre Yolanda Miranda Mange en una foto de archivo. (Getty Images)
Thalia junto a su madre Yolanda Miranda Mange en una foto de archivo. (Getty Images)

Al cumplirse diez años de la repentina muerte de su madre Yolanda Miranda Mange, la cantante Thalía, de 49 años, utilizó su cuenta de Instagram para compartir con sus 17 de millones de seguidores en la plataforma una emotiva y juguetona fotografía, así como un cariñoso mensaje en el que la también actriz mexicana expresó su pesar por la ausencia de la autora de sus días, y también, de su exitosa carrera.

"Hoy hace 10 años que partió mi hermosa madre. Te amo siempre mamita", escribió la diva latina desde Nueva York, donde reposan los restos de su madre (por petición de esta misma), recibiendo centenas de comentarios de apoyo y comprensión.

Por su parte, como es natural y para no ser menos ni quedarse atrás, la polémica Laura Zapata también recurrió a la misma red para conmemorar a su madre con el siguiente mensaje: "Hoy cumple mi mamita, Yolanda Miranda Mange, 10 años de haber partido. Celebro su 'vida eterna' y agradezco su cuidado desde el cielo. Pido una oración por su Eterno descanso. QEPD", agregó.

Yolanda Miranda, nacida en 1935, fue una personalidad controvertida, por decir lo menos. Y lo fue desde muy joven, cuando se divorció del ex boxeador y empresario Guillermo Zapata Pérez de Utrera, causando escándalo en la buena sociedad que no podía creer que, con solo 22 años entonces, Yolanda renunciara a ser la esposa de un hombre de posibles, para realizarse en la vida.

Con una hija muy pequeña (Laura) y apoyada por su madre, doña Eva Mange (que aún vive), Yolanda comenzó a trabajar de manera independiente en el rubro de la publicidad y las relaciones públicas —que en esa época, a finales de los años 50, era un mundo muy diferente al de hoy día, ya que las mujeres trabajadoras eran cosa muy rara— y logró establecer una solvencia que le permitió vivir su vida al margen de los comentarios; era una mujer que no necesitaba a un hombre a su lado.

Sin embargo, en 1958 conoció al eminente científico Ernesto Sodi Pallares —criminólogo, legista, químico, botanista y cactólogo aficionado—, que era 16 años mayor que ella. La inteligencia y cultura del profesor la impresionaron más incluso que la apostura con la que la conquistó su anterior marido.

Sodi Pallares encontró en la joven y vibrante Yolanda algo inesperado: una alegría de vivir contagiosa y le propuso casarse. Ella aceptó, y se trasladó a vivir a su famosa residencia, la "casa de los perros", ubicada en la calle Salvador Díaz Mirón No.153 en la colonia Santa María la Ribera, una residencia muy amplia y de dos plantas, conocida por este nombre a las 27 figuras caninas de piedra volcánica en diferentes posiciones que están en la fachada y azotea, como si fueran sus guardianes.

El matrimonio fue bien avenido y feliz; sorprendiendo a quienes siendo padres en rápida sucesión de tres hijas: Federica, Ernestina y Gabriela entre 1960 y 1963. Federica heredera del interés de su padre por las antiguas civilizaciones, es arqueóloga, Ernestina es una escritora que ha publicado varios libros y ha estado casada en dos ocasiones, amén de haber sido en 1977 ganadora del certamen Señorita Distrito Federal, y de haber participado en Miss México, esto poco antes de la muerte de su padre.

Gabriela, de quien se dice, es la más bella de las hermanas (cosa que es una hazaña, en una familia de gente tan guapa), estudió en la Academia de arte de San Carlos, realizó estudios de especialización en Estados Unidos y Europa, y vive una vida muy discreta, dedicada al arte. En años recientes manifestó un interés en la política y buscó una candidatura a una diputación, mas no la obtuvo y decidió seguir dedicada a su familia.

Laura, por otra parte, creció relativamente cerca de sus hermanas, pero al cuidado de su abuela Eva, ya que —según ella misma ha declarado, controversialmente— el Doctor Sodi no la quería y no le gustaba tenerla en su casa, lo que, asegura la actriz, fue la raíz del distanciamiento con sus hermanas en el futuro y que le causó un severo dolor emocional por no poder estar cerca de su madre.

Cuando sus padres tenían 12 años de casados, nació la benjamina, Ariadna Thalía, quien tenía un extra: era radiante de carisma, por lo que era la favorita de la casa. La relación entre Laura, que es casi 16 años mayor que Thalía, y su media hermana siempre fue complicada: ella asegura que las primeras oportunidades ante la cámara que tuvo la cantante fueron gracias a ella, y que ella prácticamente le inventó la carrera, algo por lo que nunca se ha sentido reconocida, según afirma.

Pero la verdad de las cosas es diferente: cuando en 1977 falleció Ernesto Sodi, todas las hermanas fueron severamente afectadas; aunque al ser la menor, y muy apegada al padre, Thalía fue quien sufrió el trauma más severo; fue por esta razón que Yolanda, buscando que su hija encontrara mediante la actividad una manera de expresar y superar aunque fuera parcialmente su duelo, la inscribió en clases de danza y canto, que ella pensaba, serían muy prácticas para que la niña no se fuera a cohibir.

Esto llevó a su hija a demostrar un talento para la expresión artística a través del canto y el baile, así como en la interpretación; a los diez años, Yolanda integró un grupo que la complementara y bajo el nombre de Din Din. A los 13 años, Thalía se presentó en solitario en el festival Juguemos a Cantar, que era un certamen para niños con aptitudes musico-vocales. Aunque no ganaría con su tema "Moderna Niña del Rock", Thalía llamó la atención por su chispa y simpatía.

Yolanda, siguiendo el deseo de su hija menor, que deseaba ser como Marilyn Monroe (algo que la misma Thalía ha contado muchas veces), la inscribió en diversos cursos para afinar su talento natural, mientras que Laura, que había estudiado arte dramático, ya tenía una carrera sólida en TV y teatro, era madre de dos hijos, y entonces tenía buena relación con su hermana adolescente.

El debut de Thalía como actriz fue con el pequeño papel de una adolescente llamada "Dina" en la telenovela 'Pobre señorita Limantour', que era la segunda producción de melodrama de Carla Estrada, en 1986. En la serie, Thalía, que iba a cumplir 15 años, era una chica bastante normal, cuyo padre (Juan Peláez) era infiel a la madre y ella sufría tremendo shock al descubrirlo, ya que lo idolatraba y —en la ficción— intenta suicidarse sin éxito, para que le devuelva la salud una enfermera, Regina (la actriz retirada Ofelia Cano), sin que sepan que ambas son medias hermanas por parte de madre como ella y Laura, sutil ironía.

Yolanda consintió que Thalía actuara en la telenovela, con la condición de que mantuviera un buen promedio en sus estudios de preparatoria —y lo hizo: aunque no cursó la universidad, se graduó de la escuela superior a los 18 años con excelentes notas— y que la actuación (en aquel entonces no se imaginaba ninguna a los niveles a los que iba a llegar en tan solo un par de años) no interfiriera con su vida normal... hasta que se convirtió en su vida total.

Mucho se ha escrito acerca de los inicios de Thalía con Timbiriche, con "Quinceañera", con las giras y con Alfredo Díaz Ordaz (al que por cierto, Yolanda detestaba por ser tan posesivo y manipulador con su hija, que no tenía ni veinte años). Revisitar eso sería redundante, pero hay una cosa cierta: a partir de 1986 y hasta después de su boda con Tommy Mottola, la mánager y representante de Thalía era Yolanda, que a base de disciplina, terquedad y pasión, no se detuvo ante nada para convertir a su hija en una auténtica estrella.

Que muriera de repente el 27 de mayo de 2011 a consecuencia de un inesperado derrame cerebral, dejó un hueco tremendo en la vida de las cinco hijas de Yolanda Miranda; Thalía estaba a dos semanas de dar a luz a su hijo Mateo, y Ernestina fue duramente criticada al no posponer sus esponsales con el político Mauricio Camps, casándose en la capilla ardiente con su famosa hermana como testigo, algo que Laura (que fue secuestrada con Ernestina en 2002, pero ese es drama de otra historia) señaló como un "ultraje".

Si Yolanda Miranda pudiera ver y recapitular acerca del legado que dejó, quizá frunciría el ceño ante tanta reyerta —era una genio de la promoción, pero le desagradaba profundamente la falta de respeto, lo vulgar y la maledicencia, por lo que siempre cuidó la imagen pública de su hija, que en realidad es tan jovial en la vida real como parece en público, algo que Thalía asegura, le debe a su madre, que le enseñó que no importaba la posición en que la vida la colocara, la cordialidad y la generosidad nunca están de más, por lo mismo, no hay quien pueda acusar a la madre de Sabrina y Mateo de ser prepotente o arrogante. Algo que, pareciera, su media hermana no comparte ante los medios. Pero, por otro lado, ciertamente la mujer que trabajó incansablemente para romper el molde, estaría orgullosa.

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