Yolanda Díaz, esa "lista peligrosa".

Ya se sabe que las mujeres listas somos peligrosas, aunque seamos rubias -teñidas, para el caso que nos ocupa-. Porque así, listas, damos miedo a algunos hombres, que se han creído los dueños del cortijo, y han ejercido como tales, durante años. Porque así, listas, estamos dispuestas a sonreír pero no dejarnos achantar. Porque así, listas, reclamamos el poder que nos pertenece.

Debe ser por eso que un clásico barón socialista le tiene miedo a Yolanda Díaz. Más que a Pablo Iglesias. "Sabe, y por eso es peligrosa", ha dicho Rodríguez Ibarra sin despeinarse ni quitarse la caspa de los hombros. Casi sonroja que no tenga vergüenza en corroborar que se quedó anclado en los años ochenta y que le aterroriza el cambio. Y que, igual que los señores mayores con la próstata y la orina, también tenga incontinencia verbal.

El expresidente de la Junta de Extremadura, J.C. Rodríguez Ibarra, y su miedo a una mujer lista.
El expresidente de la Junta de Extremadura, J.C. Rodríguez Ibarra, y su miedo a una mujer lista.

¿Criticar a una mujer por demasiado lista?

Ellas son listas y peligrosas. Ellos son listos y genios.

Ellas son mandonas. Ellos, líderes.

Ellas son ambiciosas. Ellos, grandes trabajadores sacrificados.

Ellas son trepas. Ellos saben relacionarse.

Ellas se distraen a veces por las cosas de su casa pero, ¡qué tiernos ellos, padres entregados, que salen antes de la oficina los jueves para recoger a los niños de la extraescolar.

Ella es tan descuidada que ha venido hoy menos arreglada de lo normal -¿qué narices se ha hecho en el pelo?-. Él, pobre, tiene mala cara porque ha pasado toda la noche cuidando de su niño con gastroenteritis. Es un hombre entregado.

Desde pequeñas, palabras como mandona envían un claro mensaje a las niñas: no levantes la mano ni des tu opinión, así que cuando llegan a secundaria están menos interesadas en liderar que los niños. El liderazgo se interioriza y perfecciona practicándolo. Y las niñas sólo lograrán ser líderes si lo intentan desde la escuela. ¿Cómo? Levanta la mano en clase e insiste hasta que te den la palabra. No pidas perdón antes de hablar (“no estoy segura de esto, pero…”). Rétate a ti misma más allá de tu zona de confort. Pide ayuda a la gente que sabe. No hagas el trabajo del vago del grupo, ínstale a que lo haga él. O practica cosas que te asusten (como hablar en público) para superar tus miedos.

Es la única manera de construir mujeres líderes.

Y si damos miedo a algunos, que vayan cavando una trinchera.