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¿Y si el 'corazoncitos' lo hubiera dicho Peña Nieto en lugar de López Obrador?

Fotos: Archivo Cuartoscuro
Fotos: Archivo Cuartoscuro

El primer día de trabajo legislativo en el Senado de la República sucedió el hecho sin precedente de un gobernador con licencia que es simultáneamente senador y solicita licencia para regresar a terminar su periodo como gobernador, le es negada la solicitud y tres horas después fue autorizada por los mismos senadores que “cambiaron de opinión” cuando alguien les recordó que no estaban ahí para pensar sino para acatar lo que se les indique desde “arriba” y esa altura, en México, solo la ocupa quién tiene el poder, ahora es el presidente electo.

Para los medios ese hecho en el Senado era una nota importante que debía de ser cubierta desde todos los ángulos posibles y un punto de vista relevante era el de López Obrador, la única persona que en el quehacer de la real política del momento, puede dar la instrucción para que Manuel Velasco fuera autorizado para regresar al gobierno de Chiapas y continuara como senador con licencia.

En el ejercicio de su actividad profesional y seguramente cumpliendo la orden de trabajo de su medio, dos reporteras solicitaron un comentario al presidente electo sobre el apoyo de Morena al Partido Verde al respaldar la licencia de Manuel Velasco, para regresar a gobernar Chiapas, después de una pausa, según su estilo, López Obrador les dijo: “Tengan cuidado ahí… corazones… corazoncitos.
No voy a hablar de eso, corazoncitos (…) no, no, no, corazones, corazoncitos. No, corazón, gracias”, se retiró en su automóvil, dijo que se dirigía a una reunión y evadió la pregunta que le habían planteado. (Animal Político, 6 de septiembre de 2018)

Aunque el Presidente Peña Nieto en términos prácticos ya canceló su sexenio y le paso la estafeta a López Obrador, imaginemos por un instante que en su gira de despedida por el país, unas reporteras se le acercan y le preguntan sobre alguno de los temas que marcaron su administración como, qué pasó con la Casa Blanca, los problemas de inseguridad que azotan al país, incluyendo los más de 35 mil desaparecidos y el calvario por el que atraviesan sus familias, los casos etiquetados como Tanhuato, Ayotzinapa y la transexenal Guardería ABC, no resueltos por las autoridades y considerados monumentos a la impunidad.

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Imaginemos que ante estas preguntas Peña Nieto hubiera respondido a las periodistas: “Tengan cuidado ahí… corazones… corazoncitos. No voy a hablar de eso, corazoncitos (…) no, no, no, corazones, corazoncitos. No, corazón, gracias”.

A López Obrador en las redes sociales entre activistas y defensoras de los derechos de las mujeres le dijeron sexista, misógino, grosero, impertinente, descarado, burdo, machista y demás.

En este ejercicio de imaginación a Peña Nieto le habrían dicho asesino, incompetente, fraudulento, irrespetuoso con las mujeres, se le olvida que tiene madre, esposa e hijas y el escándalo se habría manifestado en las redes sociales, comentado en los medios impresos y electrónicos y aún sería escalado al ser cubierto por agencias de noticias y medios internacionales.

El hubiera no existe, pero en este caso nos permite ejemplificar cómo las mismas palabras tienen otro significado si son expresadas por otra persona. Para López Obrador la tolerancia es alta, es un hecho que los ciudadanos están esperando que su gobierno empiece, aún no tiene nada que reprocharle, ni siquiera sus ocurrencias, ni siquiera sus cambios de opinión en temas como el aeropuerto, el respeto a los otros poderes, el respeto a los medios y demás.

En el caso de Peña Nieto el umbral de tolerancia de los ciudadanos es casi nulo, las críticas hacia su persona y su gobierno son abundantes y los juicios sobre sus políticas están en proceso de revisión por el gobierno que viene y, se interpreta, que es el mandato de los ciudadanos por medio del voto.

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Si Peña Nieto hubiera dicho “corazoncito” a las periodistas, senadores y diputados de Morena lo habrían descalificado y algunos exigirían una disculpa pública. Toda esta imaginaria se plantea así porque corresponde a los efectos de la propaganda que nos lleva a expresar la percepción de la realidad según el discurso del grupo dominante que, en este caso, durante años se dedicó a erosionar el prestigio del que se va, como herramienta para llegar al poder.

El suceso que motiva este comentario se llevó a cabo hace una semana y pronto será empujado por otros acontecimiento al cajón de los recuerdos, no obstante, es relevante señalar que es un hecho que nos empieza a perfilar lo que será la muy cacareada Cuarta Transformación, evento futuro del que muchos hablan pero nadie sabe qué es, qué significa, cómo se va a realizar, qué va a cambiar y en qué sentido, lo único cierto es que tenemos palabras, muchas palabras de un discurso que todavía está en campaña y que no empieza a ser gobierno, pero que ya nos enseña que en el futuro que nos prometió, Ya sabes quién, vamos a tener, Más de lo mismo.