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Xi Jinping, nuevo timonel de una China en plena mutación

Xi Jinping sucede desde este jueves a Hu Jintao al frente del Partido Comunista chino (PCC) y por lo tanto del país, una potencial mundial autoritaria en plena mutación que deberá reformar y sanear de la corrupción que la amenaza, anunció la agencia Nueva China. (AFP | wang zhao)

Xi Jinping sucedió a Hu Jintao al frente del Partido Comunista Chino (PCC) y, por lo tanto, de China, potencia mundial de corte autoritario en plena mutación que este hombre del aparato deberá reformar y sanear de la corrupción galopante que la amenaza. Xi, de 59 años, se presentó ante la prensa internacional al frente del nuevo grupo dirigente de siete personas, la "dirección colectiva" que debe empuñar las riendas del país los próximos diez años. Ante los flashes y las cámaras de todo el mundo, Xi subió al escenario del Palacio del Pueblo seguido de los seis nuevos dirigentes que formarán el "santa santorum" del poder chino, el "comité permanente" del Buró Político del PCC. Rompiendo la tradición, con aire grave aunque sonriente, después de presentar a sus camaradas, Xi pronunció un breve discurso en el que advirtió de que tanto él como el nuevo equipo asumen "enormes responsabilidades" y reconoció que el Partido Comunista se enfrenta a "graves desafíos", incluyendo la corrupción, subrayó. Pero los nuevos dirigentes chinos están movilizados para "garantizar una vida mejor" a su pueblo, aseguró. Lejos de los desbordamientos mediáticos de la elección presidencial en el rival estadounidense la semana pasada, la aparición a la luz del día de la nueva dirección del partido único chino, en el poder desde 1949, pone punto final a los trabajos, rodeados del máximo secreto, del 18º congreso del PCC, excepcionalmente lastrados por casos de corrupción y abusos de poder en la alta "nomenclatura" comunista. Reunido por la mañana el nuevo comité central del PCC, 205 dignatarios elegidos la víspera por los congresistas, debía designar un nuevo Buró Político de unos 25 miembros. Entre ellos fue elegido el cenáculo -reducido de nueve a siete miembros- de las máximas personalidades del régimen, en el que tendrá que imponerse Xi Jinping los próximos cinco años de su primer mandato, seguido en principio de un segundo. Al despedirse, Hu Jintao le rogó que "haga limpieza" en la casa China, podrida por corrupción: "Si fracasamos a la hora de tratar correctamente esta cuestión, podrá resultar fatal para el partido, y hasta provocar su desplome y la caída del Estado", advirtió al inaugurar el congreso. Primer dirigente nacido después de la fundación del régimen comunista por Mao Tsetung en 1949, la personalidad de Xi Jinping es un gran enigma, su carrera es propia de un cuadro del partido que ha ido subiendo a la sombra de su predecesor. Hijo de un "héroe revolucionario", más bien robusto y de rostro mofletudo, con el cabello negro peinado con raya impecable, Xi Jinping es uno de los "príncipes rojos", la aristocracia que gobierna un país en plena mutación. Su esposa, Peng Liyuan, una famosa cantante que tiene el rango de general del ejército, es más popular que él en China, y la pareja tiene una hija que estudia en Estados Unidos, en la Universidad de Harvard, con nombre falso. Ha seguido una carrera clásica de dirigente comunista, primero provincial, luego en Shanghai, antes de integrar el "santa santorum" del PCC en 2007 y asumir la vicepresidencia de la República en 2008. La censura tapó de inmediato las revelaciones de la agencia Bloomberg en junio pasado sobre la fortuna de sus allegados, evaluada en más de 2.000 millones de dólares. En el extranjero, no se esperan giros espectaculares en materia diplomática. Xi Jinping reivindica "el orgullo histórico y nacional" de China. Potencia ascendente en el Pacífico, deberá seguir plantando cara a Estados Unidos y acuciando a Europa, su primer mercado de exportación, para que solvente la crisis de la deuda. En materia de derechos humanos, Xi Jinping deberá decidir si manda poner en libertad al Premio Nobel de la Paz 2010, el intelectual disidente Liu Xiaobo. Patrón ahora del "taller del mundo", Xi Jinping deberá intentar reinventar el modelo chino. La China del mañana, el congreso comunista ha decidido que quiere rivalizar con las economías occidentales más desarrolladas. Pero, vigilado por 500 millones de internautas, a Xi Jinping lo esperan una clase media compuesta pronto por 700 millones de individuos, consumidores ajenos en su mayoría al ideal comunista, y un país donde la indignación sube ante la riqueza con frecuencia extravagante de la nueva "aristocracia roja". Son márgenes de maniobra estrechos que no auguran muchas audacias de cara a la modernización política de China. Xi es presentado en general como un hombre de compromiso aceptable por las facciones "reformistas" y "conservadoras". Estará secundado por Li Keqiang, que en marzo sucederá como primer ministro a Wen Jiabao. Hu Jintao pasará a los bastidores del poder, como ex dignatarios del régimen, entre ellos el ex presidente Jiang Zemin (1992-2002), el más poderoso de todos. Hu ha cedido a Xi la presidencia de la poderosa Comisión Militar Central (CMC), el órgano del PCC que controla el Ejército. Xi Jinping sucede desde este jueves a Hu Jintao al frente del Partido Comunista chino (PCC) y por lo tanto del país, una potencial mundial autoritaria en plena mutación que deberá reformar y sanear de la corrupción que la amenaza, anunció la agencia Nueva China.