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Wynton Marsalis: "Los líderes generan odio entre distintos grupos mientras se hacen ricos"

El nuevo disco de Wynton Marsalis junto con la Orquesta de Jazz At The Lincoln Center es una ambiciosa ópera, The Ever Fonky Lowdown, que acaba de ser editada por Blue Engine Records y está disponible en todas las plataformas digitales. La impronta política de esta obra, que se había estrenado en vivo a mediados de 2018, adquiere un significado urgente de cara a las inminentes elecciones en Estados Unidos. El carácter crítico trasciende la política interna y expande una visión, una denuncia, y una preocupación, por el destino de la humanidad. "Vemos a mucha gente peleando por los derechos humanos, más allá de las fronteras", explica Marsalis, que además de uno de los mejores trompetistas del mundo, es una figura referencial del jazz como educador, gestor cultural y director artístico de Jazz At The Lincoln Center desde 1992. "Por ejemplo, luego del asesinato de George Floyd por parte de un oficial de policía, hubo protestas en Europa y en todo el mundo. Esa gente se identifica con la necesidad de ponerle fin a la explotación de la clase trabajadora. Y es bueno que haya tanta gente comprometida, protestando y peleando por un mundo que nos incluya a todos, y no sólo dándole poder a los gobernantes, a los poderosos, a las figuras mediáticas, para que lo manejen a su antojo."

El asesinato de Floyd, el 25 de mayo de este año, le otorgó una proyección global al hashtag #Blacklivesmatter. "Casi todo el mundo puede alinearse detrás de ese slogan -explica Marsalis-. La brutalidad policial es una cuestión casi universal. Especialmente contra los ciudadanos pobres. Y eso viene desde el imperio Romano. En estos tiempos, hay gente que se siente amenazada por el modo en que caminás, y pueden llegar a matarte por eso. Es la disolución de la razón", se lamenta. "Los policías que asesinaron a Breonna Taylor no van a ser procesados por lo que hicieron. Infelizmente, los mecanismos legales no funcionan a favor de las víctimas de este tipo de crímenes. No solo en los Estados Unidos. Y es muy difícil de cambiar, porque ha sido un modo de consolidar el poder desde hace miles de años".

Planteado como un espectáculo circense y satírico, el hilo conductor de The Ever Fonky Lowdown es el relato de Mr. Game ("una carismática mezcla de político, predicador y charlatán de feria"), interpretado por el actor Wendell Pierce, célebre por papeles en series como Treme y The Wire. "Mr. Game ofrece un relato de América arraigado en el poder, el ocio, y el consumo que no conoce fronteras y se promociona como el mayor regalo para la humanidad: Estados Unidos es el mayor espectáculo en la Tierra, con sus pregoneros de carnaval que mantienen la mirada en el llamado premio mientras los vencedores nos roban a ciegas. Él revela cómo el pueblo ha quedado atrapado en todo esto: cómo los horrores de la esclavitud moldearon al país y cómo nuestros sonidos y reflexiones han hecho que este espantoso lugar tenga swing. En manos de Mr. Game, o de Wynton Marsalis, el jazz expone las horribles verdades de la vida estadounidense", sostiene el académico Eddie S. Glaude, profesor distinguido de Estudios Afroamericanos, en las liner notes del álbum.

Desde su casa en Manhattan, Wynton sonríe cuando le mencionamos amigos porteños como el trompetista Fats Fernández y el abogado Osvaldo Hamburg, y explica que la semilla de este álbum está en las conversaciones con su hermano menor. "Durante muchos años hablamos sobre algo que podríamos denominar «humanismo universal». Él es muy satírico. Así que escribí esta pieza, que describe el modo que él tiene de ver las cosas, tratando de mostrar qué pasa hoy en el mundo, dividido en pocos amos y muchos esclavos".

¿La pandemia puso en crisis al capitalismo?

Creo que la pandemia generó una crisis en todas las formas de gobierno. En casi todo el mundo estamos bajo una cleptocracia, donde las elites se roban la plata, en lugar de invertir en la educación. Se está compartiendo cada vez menos la riqueza en el mundo. Si observás el espíritu de [el economista y emprendedor social de Bangladesh] Mohammed Yunus, los préstamos que ha brindado para ayudar a las mujeres, ese sistema de pequeños créditos debería expandirse al resto del mundo. Necesitamos ese tipo de mentalidades, de líderes, en vez de otros que pretenden reducir a la parte mayoritaria de la población mundial al estatus de peones. Y eso atraviesa todos los gobiernos, todos los sistemas financieros, y tiene que ver con explotar a los otros para obtener ganancias económicas. Otra cosa que atraviesa el tiempo y el espacio es la necesidad de generar antinomias para explotar a los demás. Generan odio entre distintos grupos mientras se hacen ricos.

La banda presidencial

Marsalis habla de derechos civiles, de salud, de educación, de los vínculos afectivos. Y tiene una mirada crítica en el modo en que los negocios invadieron los distintos aspectos de la sociedad. "Cuando la religión se vuelve un negocio, cuando la política se vuelve un negocio, cuando los derechos civiles se vuelven un negocio, se produce un desbalance muy grande", explica. "En algún momento hay que invertir la ecuación: la educación es una inversión, la cultura es una inversión, la salud es una inversión. Muchas veces se pierde la importancia que eso tiene para la sociedad. Yo tengo una mirada y un pensamiento político, pero estoy formado con una sensibilidad artística".

A mediados de los 60, el trompetista Dizzy Gillespie inició una campaña presidencial (similar a la que varias décadas después, en los 80, haría Horacio Fontova en la Argentina), que proponía varias reformas estructurales: la Casa Blanca pasaría a llamarse The Blues House, su gabinete estaría integrado por músicos como Duke Ellington, Miles Davis, Thelonious Monk y Charles Mingus, y hasta proponía mandar astronautas afroamericanos al espacio. Wynton se ríe cuando le pregunto si se imagina una campaña como la de Dizzy, pero su respuesta es seria: "No me gustaría ser presidente. Es demasiado para mí. No me gustaría estar en una posición que me obligue a lidiar con fuerzas militares, por ejemplo. Yo soy un artista."

Una disección musical

Más allá del contenido político, The Every Fonky Londown funciona como un catálogo autobiográfico de ritmos que Wynton tocó a lo largo de toda su vida. "A veces, cuando escribo piezas extensas, hago una gran investigación. En este caso, realmente, no tuve que investigar nada, porque son todas músicas con las que crecí. Solo las combiné de una manera inusual".

Mientras estaba en la secundaria, tocó en una banda de funk. "Esa fue mi mayor experiencia en los años 70. Pero el lenguaje melódico viene de la música que escuché con mi padre y [el baterista] James Black de principios de los 60 y los 70. Es la forma de Nueva Orleans de tocar el funk, uniendo la mecánica de la misma con la música afrolatina y las diferentes claves africanas. Algo que viene desde que hicimos «Congo Square» y de estudiar con [el contrabajista] Carlos Henriquez todo este tiempo".

Sobre la música de desfiles con la que inicia la obra y que se sostiene a lo largo de distintos pasajes, Marsalis destaca las marchas en 6x8: "En la década del 70 toqué en una Marching Band. Tocábamos un montón de obras del compositor John Phillips, que es autor de «Washington Post», una de mis marchas favoritas de todos los tiempos".

La diversidad incluye los sermones recitados de las tradicionales iglesias afroamericanas. Y el gospel se combina con canciones populares como "This Land is Your Land" (de Woody Guthrie). También están los blues ("Soy de Louisiana, del Mississippi"), y -por supuesto- el swing: "Mi hermano Jason también es de Nueva Orleans, así que él puso el swing entre un ritmo de shuffle y un ritmo parecido al que James Brown usaba en los 60 en canciones como «Night Train»".

Sombras y recuerdos

El 1° de abril, a causa de una neumonía derivada del Covid-19, falleció Ellis Marsalis, el padre de Wynton y el patriarca de una familia que marcó el jazz en las últimas cuatro décadas. "Es un momento muy doloroso. Mucha gente sufrió pérdidas en estos tiempos. Mi padre estaba enfermo, y me explicaba: «La pérdida de alguien que amas no es más significativa que la pérdida de alguien que es amado por alguien más». Era muy universal en su modo de pensar. Duele, pero es parte de la vida. Acepto a la vida como lo que es: un ciclo. Él también lo asumió así", evoca.

Hace algunas semanas, Wynton sufrió otra pérdida, la del poeta, escritor y crítico Stanley Crouch, su mentor y uno de sus mejores amigos. Lo despidió con un panegírico fantástico y emotivo en el que recordaba las conversaciones y discusiones que tuvieron, prácticamente a diario, en los últimos 35 años. "Hablar con él fue una de las experiencias más fascinantes y gratificantes de mi vida", celebró.

Stanley Crouch fue el autor de las liner notes del debut como solista de Marsalis, editado en 1982. "Grabé ese disco cuando tenía 19 años. A él lo había conocido un año antes. Lo admiraba por el modo en que escribía y por su poesía. Él fue mi mentor y un gran amigo. Nuestra relación estuvo basada en las bromas y la confianza."

Crouch también escribió "Prematory Autopsies (Sermon)", una obra de spoken-word que integra The Majesty of the Blues. La portada de ese álbum editado en 1989 es un collage de Henri Matisse.

¿Por qué elegiste esa obra?

Amo a Matisse. Amo su sensibilidad porque es clásico y moderno al mismo tiempo. Un tipo de lirismo que mezcla colores brillantes, un profundo uso de los planos, el uso de la técnica del collage, que también lo usaba Romare Bearden. Y también por el modo en que él utiliza el vínculo entre los hombres y las mujeres, el romance y la sexualidad que hay en ellos. Llamé a su hijo, Pierre, para pedirle permiso para usar esa obra. Y no lo podía creer: "Viejo, estás hablando con el hijo de Matisse". Tuvimos una linda charla por teléfono. Y lamentablemente murió poco tiempo después. Él me dijo: "Mi papá amaba el jazz. Él estaría honrado y querría escuchar tu música". Así que le mandé una copia del disco. Y su respuesta fue: "Es muy moderno, como mi padre". Me dejó usarlo, pero me pidió que no lo recortara ni lo cambiara de ningún modo. Por eso, en la tapa del álbum hay bordes blancos alrededor del collage. Eso fue un highlight para mí. Tendría unos 27 años en ese momento. Para mí, haber podido estar conectado, de algún modo, con un artista de la talla de Matisse a través de su hijo, me hizo entender cuán chico puede llegar a ser el mundo.

Tu hermano, Branford, grabó un disco en homenaje a otro pintor que mencionaste: Romare Bearden. Parece una tradición familiar de cruces y conexiones interdisciplinarias.

A Romare lo conocí cuando tenía 21 años. Tenía su estudio en Canal St. Otro de mis mentores, [el escritor] Albert Murray, me mandó a verlo. Yo tenía 22 años, y le pedí que hiciera la portada para mi próximo álbum. Y le dibujé qué era lo que quería que hiciera. Yo era muy poco sofisticado, y cuando él vio lo que yo había hecho, no entendía nada. Me acuerdo de que me lanzó una mirada tremenda y me preguntó: "¿Esto es lo que querés que dibuje?". Por suerte, entendió que no le estaba faltando el respeto. Entonces me prestó algunos libros. Andá a tu casa y leelos. Cuando los tengas leídos, volvé y voy a trabajar en la portada de tu disco. Así que los leí, volví a su estudio, y a partir de ese momento empecé a frecuentarlo todo el tiempo para charlar con él.

Me gustaría preguntarte por la grabación de Boppin' at the Blue Note, en 1995, una celebración del vocalista Jon Hendricks, donde cantaste scat por primera vez.

Jon me apuntó a hacerlo. Eramos muy buenos amigos, salíamos a comer a distintos lugares. ¡Él siempre iba tan bien vestido! Era un tipo muy feliz, muy efervescente. Él era puro ritmo y cuando estabas cerca suyo, te contagiaba. Creo que es por eso que se nota tanta alegría en esa grabación.

¿Te sentís un privilegiado por haber tenido contacto con tantas leyendas del jazz?

Mi papá era músico de jazz. Soy de Nueva Orleans y crecí en una cultura musical, primero integré la banda de [el banjoista] Danny Barker, que tocó con Louis Armstrong y en la Orquesta de Cab Calloway, toqué con músicos que tocaron con Duke Ellington, como Jimmy Hamilton, Jimmy Woode, Clark Terry, Norris Turney, Willie Cooke, y la lista no para. Tuve la oportunidad de conocer a grandes músicos como Dizzy Gillespie, Sarah Vaughan, Betty Carter, Art Blakey, Ron Carter, Tony Williams, Herbie Hancock, Chick Corea... La lista es enorme y estoy honrado de haberlos conocido, porque yo vengo de esa cultura. El gran Harry Sweets Edison, que tocaba con la orquesta de Count Basie en los años 30, fue mi mentor. Roy Eldridge me dio consejos para mejorar mi forma de tocar. Con Gerry Mulligan, nos veíamos y conversábamos todo el tiempo. Shelly Mane. Max Roach. Ed Blackwell era como de mi familia. Ornette Coleman era muy amigo de mi padre en los 50. Mi modo de entender el mundo viene de ellos, y de esa cultura.

¿Qué queda del espíritu de los Young Lions, el movimiento con el que irrumpiste en la escena a principios de los 80?

Eso fue algo que puso la prensa en ese momento. Pero creo que no formábamos parte de un movimiento. No fue algo como el be-bop, creo que los músicos de nuestra camada estábamos intentando hacernos un nombre y un lugar en la escena. De todos modos, creo que el arte te mantiene joven. Y en ese sentido, aunque estoy a punto de cumplir 60 años, todavía me siento como un chico. Trabajo con la música y estoy todo el tiempo bromeando, con eso mantengo el buen humor todo el tiempo. Así que no sé si soy un león, pero definitivamente me siento joven.