Del 2002 al 2004 fueron los "Bennifer" para la prensa rosa y Ben Affleck recuerda con dolor lo que tuvo que pasar su entonces prometida, pero se alegra que ahora todo sea distinto para ella
CIUDAD DE MÉXICO, 14 ene (Reuters) - México reportó el jueves 16,468 nuevos casos confirmados de coronavirus, la segunda cifra diaria más alta de contagios desde que comenzó la epidemia, que hasta ahora ha infectado a 1,588,369 personas en el país, según datos oficiales.El 5 de octubre, las autoridades de salud mexicanas registraron un récord de 28,115 contagios, que fue atribuido a una reclasificación de la información.
¿Qué creen que le duela más a Donald Trump: ser el primer presidente de la historia al que se le hacen dos juicios políticos o ya no hospedar la sede de un gran torneo de golf? No hay duda de que el presidente la ha pasado mal desde que encendió los ánimos de sus simpatizantes justo antes de que asaltaran el Capitolio la semana pasada. El hecho de que ahora se le alabe por decirles que no vuelvan a cometer actos violentos durante la toma de protesta es una muy buena medida de cuán patética se ha vuelto su reputación. Y resulta hasta cierto punto maravilloso que lo que más lo entristeció fue la decisión de la PGA de llevar su torneo del campeonato de golf de 2022 a un lugar distinto del Trump National Golf Club. Además, está vetado de Twitter. Si los investigadores pudieran encontrar alguna manera de incautarle los televisores, con eso, muy seguramente, Trump estaría acabado. Hemos sido testigos de este drama desde que Trump se negó a reconocer que había perdido la elección y prosiguió a hacer una campaña totalmente descabellada y sin precedentes en la que afirmaba que los simpatizantes de Biden habían amañado los votos a favor de su candidato. Una multitud de sus seguidores maniacos se congregó en Washington, donde Trump les advirtió: “Si no pelean con uñas y dientes, se van a quedar sin país”. Imaginen su pasmo cuando se fueron a toda prisa al Capitolio llenos de ira. Hasta algunos de los más fervientes simpatizantes del presidente en el Congreso estaban aterrados por la turba que se abría paso (y, en el caso de algunos republicanos de extrema derecha, bufaban sin la protección del cubrebocas) hacia las salas donde se escondían. “Él encendió la llama”, dijo la tercera republicana más importante en la Cámara Baja, Liz Cheney. El miércoles, diez de los miembros del partido de Trump se alinearon con el voto de los demócratas para someterlo de nuevo a un proceso de destitución. La Casa Blanca respondió con un video de Trump en el que dijo: “La violencia y el vandalismo no tienen cabida alguna en nuestro país”, lo cual es… un buen mensaje. Un día antes, fue a Álamo, Texas, donde pensó que podría contrarrestar el aluvión de mala publicidad al recordarle a la gente su gran triunfo en la construcción de un muro a lo largo de unos 724 kilómetros de la frontera con México de 3180 kilómetros. La mayoría de los cuales ya tenían barreras. A los contribuyentes les costó miles de millones de dólares, ninguno de ellos pagados por México. Destinó a lo sumo un minuto de su viaje para defender sus acciones indefendibles del 6 de enero. “La gente pensó que lo que dije fue totalmente apropiado”, dijo Trump a los periodistas. Ahora, citar a “la gente” es muy trumpiano, pero ¿a quiénes creen que se refería en específico? ¿Alguien además de su familia y Rudy Giuliani? Uno de los aspectos más terribles de la mermada presidencia de Trump es que Rudy se queda como el tipo al que el mandatario prestaba oídos. Todo el mundo, desde la Universidad de Lehigh hasta Shopify, anuncia ahora que dará por terminadas las relaciones con el presidente. En realidad, pareciera que muchos andan por ahí hurgando en sus oficinas, para tratar de encontrar alguna conexión menor con Trump que puedan anunciar que dan por terminado. Tampoco es que Trump esté precisamente tratando de arreglar las cosas. Después del asalto violento al Capitolio por parte de sus seguidores locos, se las ha ingeniado para menospreciar a casi todos los que no han entrado en un edificio de oficinas federales para defenderlo. Ni el vicepresidente Mike Pence se salvó. Pence es un excelente ejemplo de cuán difícil es satisfacer al presidente. Su gran pecado fue negarse a simular que Trump no había perdido las elecciones. Como resultado, Trump escuchó feliz gritar a esa multitud de seguidores rabiosos: “Cuelguen a Mike Pence”. Y supuestamente le dijo al vicepresidente que iba a “pasar a la historia como un marica”. Posible empleo pospresidencial: un nuevo programa de telerrealidad que se llame “Patriota o marica”. Tiene que pensar en algo que hacer. Los asesores de Trump parecen haber conseguido que acepte el hecho de que después de la semana que viene, no será presidente. Ya no podrá decidir la política nacional ni llevar a cabo las partes del trabajo que parecía encontrar realmente gratificantes, como perdonar a los pavos. La jubilación, en el sentido de vivir de sus ahorros, probablemente no sea una opción. El presidente ha pasado toda su vida adulta tratando de vincular su nombre a la idea de riquezas increíbles. La verdad es que más bien eran préstamos increíbles. Ahora las ratas (está bien, seamos justos, los financieros) abandonan el barco que se hunde y Trump se queda rodeado de deudas desastrosas. Los bancos que le han prestado toneladas de dinero lo quieren de vuelta. El Deutsche Bank, al que la Organización Trump le debe unos 330 millones de dólares, se ha retirado de la relación. Los préstamos, garantizados personalmente por el presidente, empiezan a vencer en 2023, momento en el que suponemos que el fiscal de distrito de Manhattan habrá terminado las investigaciones sobre el fraude en materia de seguros, bancos e impuestos. ¿Y qué va a hacer ahora? El que su reputación esté hecha jirones es un problema cuando su mayor éxito en la vida ha sido vender los derechos de uso de su nombre. Siempre ha presumido todos esos años que lleva a cargo de la pista de patinaje de Central Park, solo que ahora la ciudad también quiere quitarle eso. Lo mismo sucede con el carrusel, lo que podría convertir a Trump en el primer magnate de los negocios que no puede mantener un contrato de carrusel. Y probablemente no hay mucha demanda en el negocio del juego para un hombre que puede llevar un casino a la quiebra. Tal vez regrese a sus raíces y empiece a buscar el lugar de nacimiento de Barack Obama en Kenia. This article originally appeared in The New York Times. © 2021 The New York Times Company
A casi cinco años de su detención, Milagro Sala apuntó contra la Justicia jujeña y envió un duro mensaje al gobierno nacional. "No quiero comprometer a nadie, pero sí pretendo que se comience a solucionar lo que hoy están sufriendo los más de 33 presos políticos", señaló la líder de la Tupac Amaru, en diálogo con el canal IP.
EL PRIMER ministro de Irlanda pidió perdón a los miles de víctimas que enfrentaron el abuso generalizado y la muerte en instituciones para madres solteras y sus hijos. En un informe comisionado por el gobierno se reveló que alrededor de 9,000 niños murieron en las denominadas casas para madres y bebés durante varias décadas, un […]
CIUDAD DE MÉXICO, 15 ene (Reuters) - México reportó el viernes 21,366 nuevos casos confirmados de coronavirus, la segunda cifra diaria más alta de contagios desde que comenzó la epidemia, que hasta ahora ha infectado a 1,609,735 personas en el país, según datos oficiales.El 5 de octubre, las autoridades de salud mexicanas registraron un récord de 28,115 contagios, que fue atribuido a una reclasificación de la información.
Todo un escándalo ha provocado saber que el país le debe 190 mil millones de pesos a los administradores de ciertas cárceles. Pero como ven, no todo es tan malo. También debes ver:VIDEO | Así es como un artesano mexicano elabora un trompo de madera en apenas un minutoPresidente municipal en México es amarrado a árbol por entregar obra pública en mal estadoMario, el hombre al que no le importó perder todo en un incendio con tal de salvar a su perro
Al igual que otros tantos millones de estadounidenses, Franklin Graham vio las inquietantes imágenes de los disturbios ocurridos la semana pasada en el Capitolio de Estados Unidos con gran preocupación e indignación.
La cifra de fallecidos por el COVID-19 superó este viernes los dos millones en el mundo y más de 93 millones de casos en todo el mundo, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud y el conteo de la Universidad Johns Hopkins. La Universidad Johns Hopkins indicó que durante las últimas […]
Washington, 15 ene (EFE).- La imagen de un camión de mudanzas ante la Casa Blanca se ha hecho viral en las redes sociales donde numerosos internautas celebran lo que definen como el inicio de la salida de Donald Trump de la sede de la Presidencia.
La senadora de California fue la primera mujer de color en ser nominada para un cargo nacional por un partido importante
BRUSELAS — Para los populistas de Europa, la derrota electoral del presidente Donald Trump, quien ha sido un símbolo de éxito y un sólido respaldo, de por sí fue bastante mala. Sin embargo, pareciera que tras su negación a aceptar la derrota y la violencia que se produjo después perjudicaron el futuro de líderes con ideas similares en todo el continente. “Lo ocurrido en el Capitolio después de la derrota de Donald Trump es un mal presagio para los populistas”, opinó Dominique Moïsi , analista sénior en el Instituto Montaigne con sede en París. “Dice dos cosas: si los eliges, no dejan el poder con facilidad y, si los eliges, fíjate qué pueden hacer al convocar el enojo popular”. El largo día de disturbios, violencia y muerte que se dio mientras los simpatizantes de Trump irrumpían en el Capitolio la semana pasada ha presentado una advertencia clara para países como Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos y Polonia sobre la subestimación de la fuerza del enojo populista y la prevalencia de las teorías conspirativas que tienen como blanco a los gobiernos democráticos. Heather Grabbe , directora de Open Society European Policy Institute en Bruselas, mencionó que los disturbios demostraban cómo el manual de los populistas fue fundado en un esquema de “nosotros contra ellos y lleva a la violencia”. “Pero es muy importante mostrar hacia dónde lleva el populismo y cómo juega con fuego”, agregó. “Cuando has azuzado a tus simpatizantes con argumentos políticos de nosotros contra ellos, no son opositores, sino enemigos que deben pelear usando todos los medios; esto produce violencia y se vuelve imposible ceder el poder”. En las reacciones de los populistas de Europa se puede ver cuán amenazantes les parecieron los sucesos en Estados Unidos: uno por uno se fueron distanciando de los disturbios o guardaron silencio. En Francia, se espera que Marine Le Pen, jefa del Frente Nacional , una organización política de extrema derecha, represente otro desafío significativo para el presidente Emmanuel Macron en las elecciones de 2022. Su apoyo a Trump fue firme, elogió su elección y el brexit al considerarlos precursores del éxito populista en Francia e insistió en que las elecciones de Estados Unidos estuvieron amañadas y fueron fraudulentas. Sin embargo, después de la violencia, la cual la dejó “muy impactada”, Le Pen reculó, y condenó “cualquier acto violento que busque alterar el proceso democrático”. Al igual que Le Pen, Matteo Salvini, el líder populista de Liga, un partido italiano antiinmigrantes, comentó: “La violencia nunca es la solución”. En los Países Bajos, Geert Wilders , prominente líder de un partido de derecha, criticó el ataque a la legislatura estadounidense. Con las elecciones en su país a celebrarse en marzo, Wilders escribió en Twitter: “El resultado de las elecciones democráticas siempre debe ser respetado, se gane o se pierda”. Thierry Baudet, otro populista neerlandés de alto perfil, se ha alineado con Trump y el movimiento antivacunas, y en el pasado ha cuestionado la independencia del poder judicial y un “parlamento farsante”. Sin embargo, Baudet, quien de por sí está en dificultades por supuestos comentarios antisemitas y rupturas en su partido, Foro para la Democracia , también ha tenido poco que decir hasta ahora. No obstante, es probable que Foro para la Democracia y el Partido por la Libertad obtengan juntos el 20 por ciento de los votos en las elecciones neerlandesas, comentó Rem Korteweg , analista en el Instituto Clingendael en los Países Bajos. Aunque parezca que los sucesos en Washington sobresaltaron a los líderes populistas y estén nerviosos porque haya más violencia en la envestidura presidencial del 20 de enero, los políticos convencionales siguen estando ansiosos por los movimientos políticos en contra del elitismo y el gobierno en Europa, en especial en medio de la confusión y la ansiedad que ha producido la pandemia del coronavirus. Janis A. Emmanouilidis , director de estudios en Centro de Política Europea en Bruselas, mencionó que no había un populismo europeo uniforme. Los diferentes movimientos tienen diferentes características en distintos países, y los sucesos en el extranjero tan solo son un factor en su diversa popularidad, hizo notar Emmanouilidis. “Ahora el asunto más urgente es la COVID-19, pero no está del todo claro cómo se desarrollará la política postpandémica”, opinó Emmanouilidis. “Pero el temor por lo peor ayuda a evitar lo peor”, agregó. La “asombrosa polarización de la sociedad” y la violencia en Washington “crean mucha disuasión en otras sociedades”, señaló Emmanouilidis. “Vemos hacia dónde llevan, queremos evitar esa situación, pero estamos conscientes de que también podríamos alcanzar ese punto, que las cosas podrían escalar”. Enrico Letta, un ex primer ministro de Italia que en la actualidad es decano de la Escuela de Relaciones Internacionales en el Instituto de Estudios Políticos de París, comentó que Trump “les daba credibilidad a las actitudes y estrategias disruptivas de los líderes populistas de Europa, por lo tanto su salida es un gran problema para ellos”. Luego vinieron los disturbios “que yo creo que cambiaron completamente el mapa”, señaló Letta. Ahora, como Le Pen, los líderes populistas de Italia se han sentido “obligados a cortar lazos con algunos tipos de extremismo”, mencionó Letta. “Han perdido su capacidad de conservar esta ambigüedad sobre sus lazos con extremistas radicales”, agregó. Letta comentó que la derrota de Trump y las respuestas violentas que provocó fueron golpes considerables para el populismo europeo. Para Letta, tan solo el desastre que ha dejado el coronavirus representa “la venganza de la competencia y el método científico” en contra del oscurantismo y el populismo antielitista, y destacó que los problemas en torno al brexit también han tenido un impacto. “Incluso empezamos a pensar que el brexit ha sido un suceso positivo para el resto de Europa, pues ha permitido una refundación”, opinó Letta. “Nadie siguió al Reino Unido en su salida del bloque, y ahora tenemos el colapso de Trump”. Sin embargo, Moïsi, el analista del Instituto Montaigne, resaltó un aspecto más oscuro. Moïsi, quien ha escrito sobre las emociones de la geopolítica, percibe una peligrosa analogía en lo ocurrido en el Capitolio, pues consideró que podría ser recordado como un suceso histórico entre muchos de los simpatizantes de Trump. A Moïsi, los disturbios le recordaron el putsch de la cervecería que llevaron a cabo en Múnich Adolf Hitler y el incipiente Partido Nazi en 1923. Ese intento por derrocar al gobierno bávaro también tuvo elementos de farsa y fue muy ridiculizado, pero se convirtió en “el mito fundacional del régimen nacista”, señaló Moïsi. Durante el tiempo que pasó encarcelado después de la violencia, Hitler escribió “Mein Kampf.” This article originally appeared in The New York Times. © 2021 The New York Times Company
Aún no han encontrado una pócima mágica para frenar el envejecimiento. Pero una buena manera de desacelerar las inevitables marcas que dejan el paso del tiempo es tener tratarnos con cariño. Las investigaciones científicas han avalado que los buenos hábitos en la alimentación, la actividad física y el buen dormir nos ayudan a mantenernos saludables y vitales. En este vídeo te mostramos algunas costumbres que sabotean tus esfuerzos por lucir más joven.
Citando la escasez, Israel rechaza la petición informal de poner a disposición de los trabajadores palestinos de primera línea las dosis para evitar un desastre de salud durante la espera de un mes por las vacunas.
WASHINGTON — Desde los lóbregos días de la Guerra de Secesión y sus alcances no se había visto un día como el del miércoles. En un Capitolio lleno de soldados fuertemente armados y de detectores de metal recién instalados, tras haber despejado el desastre físico del ataque de la semana pasada, pero con el desastre político y emocional aún a la vista, el presidente de Estados Unidos fue sometido a un proceso de destitución por intentar destruir la democracia estadounidense. De algún modo, pareció como un colofón predestinado de una presidencia que en repetidas ocasiones rebasó todos los límites y tensó las relaciones de la clase política. A menos de una semana de que finalice, el periodo del presidente Donald Trump está llegando a su fin con una sacudida de violencia y recriminaciones en un momento en que el país se ha fracturado de manera profunda y ha perdido el sentido de identidad. Los conceptos de verdad y realidad se han pulverizado. La confianza en el sistema se ha erosionado. La ira es el común denominador. Como si no fuera suficiente que Trump se convirtió en el único presidente que ha sido sometido en dos ocasiones a un proceso de destitución o que los legisladores estuvieran tratando de retirarlo del cargo a solo una semana del término de su mandato, Washington se transformó en una miasma de suspicacia y conflicto. Un congresista demócrata acusó a sus colegas republicanos de ayudar a que la turba de la semana pasada explorara de antemano el edificio. Los congresistas republicanos se quejaron de las medidas de seguridad diseñadas para que no entraran armas al recinto de la Cámara de Representantes. Todo esto estaba ocurriendo en el contexto de una pandemia que, aunque la atención a ella se ha disipado, ha aumentado de una manera catastrófica en las últimas semanas de la presidencia de Trump. Más de 4400 personas en Estados Unidos fallecieron por el coronavirus el día anterior a las votaciones de la Cámara Baja, más en un solo día de las que murieron en Pearl Harbor, el 11 de septiembre de 2001 o durante la batalla de Antietam. Solo después de que varios congresistas se contagiaron durante el ataque al Capitolio y se pusieron en marcha nuevas reglas, finalmente usaron cubrebocas de manera constante durante el debate del miércoles. Los historiadores no han podido definir este momento. Lo comparan con otros periodos de enormes desafíos como la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Secesión, la era de McCarthy y Watergate. Rememoran la paliza a Charles Sumner en el pleno del Senado y la maniobra para, por temor a un ataque, introducir furtivamente a Abraham Lincoln a Washington para su toma de posesión. Hacen referencia al espantoso año de 1968 en que el pastor Martin Luther King hijo y Robert F. Kennedy fueron asesinados mientras que había alborotos en los recintos de las universidades y los centros de las ciudades por la guerra de Vietnam y los derechos civiles. O a las secuelas de los ataques del 11 de Septiembre, cuando parecían inevitables más muertes violentas a gran escala. Y, sin embargo, no es comparable con ninguno de estos acontecimientos. “Quisiera poder brindarles una buena analogía, pero sinceramente no creo que nada como esto haya sucedido antes”, señaló Geoffrey C. Ward, uno de los historiadores más respetados del país. “Si me hubieran dicho que un presidente de Estados Unidos alentó a una turba delirante a marchar hacia nuestro Capitolio en busca de sangre, yo les habría dicho que estaban equivocados”. De igual manera, Jay Winik, un cronista destacado de la Guerra de Secesión y de otros periodos de lucha, señaló que no había nada equivalente. “Es un momento insólito, prácticamente sin paralelo en la historia”, comentó. “Es difícil encontrar otro momento en el que la estructura que nos mantiene unidos se viniera abajo de la manera en que lo está haciendo ahora”. Todo esto deja por los suelos la reputación de Estados Unidos dentro de la escena mundial y convierte lo que al presidente Ronald Reagan le gustaba llamar “la ciudad brillante sobre la colina” en un caso de estudio apaleado de los desafíos a los que se puede enfrentar incluso una potencia demócrata madura. “Prácticamente se ha terminado el momento histórico en que éramos un ejemplo”, afirmó Timothy Snyder, historiador especialista en autoritarismo de la Universidad de Yale. “Ahora tenemos que volver a ganarnos nuestra credibilidad, lo cual quizás no sea algo tan malo”. Las escenas del miércoles en el Capitolio nos recordaron a la Zona Verde de Bagdad durante la guerra de Irak. Por primera vez desde que los confederados amenazaron con cruzar el río Potomac, los soldados tuvieron que acampar en el Capitolio al aire libre. El debate para decidir el destino de Trump tuvo lugar en la misma sala de la Cámara Baja donde tan solo una semana antes los oficiales de seguridad desenfundaron sus armas y pusieron barricadas en las puertas mientras que los legisladores se lanzaban al suelo o escapaban por la puerta trasera para huir de la multitud transgresora partidaria de Trump. Todavía flotaba en el aire la indignación por el asalto... y también el miedo. No obstante, hasta cierto punto la conmoción ya había pasado y a veces el debate se sentía igual de soporífero. La mayoría de los legisladores pronto se retiraron a sus esquinas. Cuando los demócratas exigieron la rendición de cuentas, muchos republicanos se retiraron y los acusaron de precipitarse a una resolución sin audiencias ni pruebas y sin ni siquiera debatir lo suficiente. Los adversarios de Trump hicieron referencia a su discurso provocador durante un mitin justo antes del asalto. Sus defensores citaron las palabras provocadoras de la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi; de la representante Maxine Waters, e incluso de Robert De Niro y de Madonna para argumentar que había un doble rasero. En la era de Trump, los puntos de vista tan diferentes encapsularon a Estados Unidos. En algún momento, el representante por Maryland Steny Hoyer, líder de la mayoría demócrata, manifestó irritación en la descripción de los hechos del otro lado. “Ustedes no viven en el mismo país que yo”, exclamó. Y, al menos en eso, todos podrían estar de acuerdo. Trump no se defendió y optó por dejar de lado los acontecimientos históricos que tuvieron lugar. Después de las votaciones, publicó un mensaje en video de cinco minutos en el que censuró de manera más amplia la violencia de la semana pasada y repudió a quienes la perpetraron. “Cuando hacen algo así, no están apoyando nuestro movimiento, lo están atacando”, afirmó. Sin embargo, no manifestó ningún pesar ni noción de que hubiera tenido alguna responsabilidad por algo de esto al alimentar la política de la división no solo la semana pasada, sino durante cuatro años. Y aunque no mencionó de manera explícita el proceso de destitución, se quejó de “el ataque sin precedentes a la libertad de expresión” al referirse, supuestamente, a la suspensión indefinida de su cuenta de Twitter y a las acciones contra sus aliados que trataron de ayudarle a impedir la certificación de los resultados de las elecciones. A diferencia del primer proceso de destitución de Trump por presionar a Ucrania para que le ayudara a desprestigiar a los demócratas, esta vez lo abandonaron algunas personas de su partido. Al final, diez republicanos de la Cámara de Representantes se unieron a todos los demócratas para aprobar el único artículo de juicio político, liderado por la representante por Wyoming, Liz Cheney, la tercera republicana en jerarquía. El hecho de que la familia Cheney, quienes solían considerarse provocadores ideológicos, aparecieran en este momento como defensores del republicanismo tradicional fue una prueba de lo que ha cambiado el partido bajo el mandato de Trump. Diez republicanos disidentes no fueron tantos en comparación con los 197 miembros del partido que votaron contra el proceso de destitución. Por otro lado, fueron diez más de los que votaron para destituir a Trump en diciembre de 2019… y el mayor número de miembros del propio partido del presidente en apoyar un proceso de destitución en la historia de Estados Unidos. Otros republicanos pretendieron marcar un límite más sutil al aceptar que Trump tenía responsabilidad por haber incitado a la muchedumbre, mientras sostenían que eso no representaba un delito para iniciar un proceso de destitución ni que fuera insensato, innecesario y divisorio justo días antes de que el presidente electo Joe Biden tomara posesión del cargo. “Eso no significa que el presidente esté libre de culpa”, señaló el representante por California, Kevin McCarthy, líder de la minoría republicana y uno de los aliados más fieles de Trump, cuando se pronunció contra el juicio político. “El presidente tiene responsabilidad por el ataque del miércoles al Congreso por parte de los alborotadores. Debió haber reprendido de inmediato a la turba cuando vio lo que estaba sucediendo”. No obstante, era asombrosa la lealtad que tantos republicanos de la Cámara Baja mostraron por un presidente que perdió su reelección y que ha hecho tanto daño a su propio partido. “Si la abrumadora mayoría de los representantes electos de uno de los dos partidos estadounidenses no puede rechazar la influencia de un demagogo ni siquiera después de que abiertamente conspirara para anular unas elecciones y al hacerlo amenazara sus vidas mismas, pues entonces tenemos un largo camino por delante”, señaló Frank Bowman, especialista en procesos de destitución de la Facultad de Derecho de la Universidad de Misuri. This article originally appeared in The New York Times. © 2021 The New York Times Company
ESTE VIERNES México sumó 1,106 nuevas defunciones a su lista de víctimas del COVID-19, con lo que la cifra total alcanzó las 139,022 muertes a causa del coronavirus. La Secretaría de Salud dio a conocer que el país también agregó 21,366 nuevos casos de contagios, con lo que la cifra total alcanzó un millón 609,735. […]
El FBI identificó a un hombre luego de que su hijo se jactaba ante un compañero de trabajo sobre el asalto al Capitolio
Las fuerzas del orden siguen realizando detenciones relacionadas con el asalto al Capitolio del pasado miércoles, que dejó un saldo de cinco personas muertas y obligó a los congresistas a permanecer encerrados durante horas en el edificio.
Qué extraño que estas declaraciones lleguen justo antes de que se haya aprobado un segundo juicio político contra Trump. Muy extraño en verdad…
"El 21 de enero de 2021, presentaré artículos de acusación contra Joe Biden por abuso de poder'', tuiteó la congresista