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El voto de "los años dorados", añoranzas de la "otra política" en Ecuador

Quito, 5 feb (EFE).- Apoyados en bastones, en sillas de ruedas, de la mano de hijos o nietos o, incluso, acompañándose unos a otros, decenas de personas de la tercer edad -que no están obligadas a sufragar- acudieron este domingo a las urnas en Ecuador, en medio de añoranzas por lo que llaman "la otra política".

A sus 80 años, Marta Cadena fue a votar "porque uno mientras pueda, tiene que estar al tanto de la vida de su país, decidir uiénes nos van a gobernar. No podemos dejar al azar. Es el futuro de nuestros nietos. Para mí es una obligación moral la votación", dijo a EFE

"Me enseñaron desde el colegio, en materia de civismo, que teníamos que aprender a ser verdaderos patriotas", comentó en las afueras del recinto electoral al que fue acompañada por su hija.

Cadena llegó a las urnas con el voto "más que firme", pues se requiere autoridades que "nos puedan sacar de este caos".

"Nunca mi ciudad ha estado así. ¡Qué verdaderos alcaldes que hemos tenido!... y ahora estamos en manos de gente improvisada, que se preocupa de su bienestar y no de la ciudad", apuntó.

"No anulé nada porque sí hay gente rescatable, no debemos hacernos los locos. Todo nulo ¡no!... esas cosas tal vez la juventud de ahora rebelde y todo, pero yo no", dijo al anotar que la política de hoy es "bien conflictiva, difícil de manejar".

Antes era "un motivo de civismo" votar, ahora "da miedo opinar (...) pero se debe hacer lo que uno en conciencia quiere para su país", agregó al anotar que antes "los mayorcitos éramos más mesurados", pero ahora, ve a los políticos "unos contra otros", criterio con el que coincidió Luis López, de 80 años.

¿DEMAGOGIA Y CIRCO?

Con 77 años, y acompañada de dos familiares que la sostenían de cada brazo, Sonia Loaiza acudió a las urnas porque quería votar por el referéndum convocado por el Ejecutivo, y a pesar de que todo en la campaña para las locales y para el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) le pareció "muy demagógico, folclórico y circense".

"No me gustó para nada, no hay la seriedad que debía haber en los candidatos, como había antes", comentó a EFE.

La queja de Loaiza trasciende temas de edad, pues tampoco fue del agrado de María Clara Haro, quien a sus 22 años, reclamó la falta de seriedad en la campaña electoral, en la que se vio a postulantes ladrando en un "diálogo" con perros, otros bailando, uno más descuartizándose sobre los techos de dos camiones, y otros cantando o haciendo mofa con sus propios apellidos.

"Son figuras públicas, pero no son artistas o cantantes, es gente que, se supone, es seria, y creo que no es la manera de llegar al público joven en este caso. Preocupa", subrayó.

Es verdad -dijo- que jóvenes gustan de los "memes", pero los políticos "tienen que entender que hay lugares para ser graciosos y los jóvenes también entendemos que no todo es chiste o fiesta".

"Creo que no nos toman en serio haciendo este tipo de cosas", argumentó en entrevista con EFE al lamentarse, además, de una campaña política con pocos argumentos de peso, que le dejó la sensación de que solo decían: "Voten por mí porque soy chévere".

Añora la seriedad de los procesos políticos de antaño pese a haber votado en pocas elecciones, donde "nunca se han centrado en su plan de Gobierno, siempre es tirar 'hate' (odio) al otro candidato".

"LUCHAR HASTA EL FINAL"

Con serias limitaciones para caminar, afectada por la artrosis y recuperándose de un infarto cardíaco a sus 63 años, Ivonne Mortensen, acudió a su recinto electoral porque "Dios me ha dado una oportunidad".

Llegó a las urnas porque está decidida "a luchar hasta el final" por Ecuador, pues en las listas encontró "gente buena y con virtudes". "Estoy muy emocionada de haber venido. Qué viva Ecuador, que vivamos en paz", dijo entre sollozos tras haber sufragado ayudada por su hijo.

Diferente fue el caso de Rosa María Chulca, de 82 años, quien hizo sentir su decepción de la política al votar en blanco porque no le "convence ningún candidato", porque "todo ofrecen y nunca cumplen".

"No hay esperanza ninguna, sobre todo para los pobres, que no tenemos lo suficiente, entonces a uno le da desconfianza", dijo Chulca, que llegó acompañada de su hijo a la mesa de votación, donde se sintió confundida y abrumada con las ocho papeletas que recibió.

Un alto número de documentos que tocó la fibra ecologista de Haro, quien consideró que se debería buscar alguna alternativa un poco más amigable con el ambiente.

Susana Madera

(c) Agencia EFE