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Así se vive la nueva normalidad en el Centro Histórico; la afluencia

CIUDAD DE MÉXICO, julio 11 (EL UNIVERSAL).- Tras casi una semana de las nuevas medidas para la reapertura del Centro Histórico en semáforo naranja, persiste la afluencia de personas quienes asisten en familia, pequeños grupos o parejas olvidándose de la sana distancia.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL este viernes, se observó que en avenida Pino Suárez los peatones se agolpaban en las calles quienes en su mayoría cargaban grandes bolsas de mercancía, iban con un acompañante o más, e incluso, había familias enteras con niños. En cada cuadra se podía encontrar personal de la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México que ofrecía gel antibacterial a los capitalinos, aunque varios se negaron a recibirlo.

El escenario se repetía sobre las calles de Corregidora, Correo Mayor, Venustiano Carranza, Soledad, Jesús María y Alhóndiga. En las que también había presencia de vendedores ambulantes, quienes ofertaban memorias usb, ropa, cubrebocas lavables, entre otros artículos; en algunos puntos "toreaban" a las autoridades.

Por su parte, en la calle Academia continuaron las largas filas para poder acceder a los comercios ubicados en la calle Corregidora. Elementos de seguridad y autoridades del Gobierno de la Ciudad de México, encargados de controlar el filtro de acceso, voceaban "únicamente se les pide mantengan distancia entre una persona y otra, personas de la tercera edad pueden ingresar sin hacer fila".

Sin embargo, los visitantes no mantenían la distancia de 1.5 metros pues se mostraban desesperados por estar formados bajo el fuerte sol del mediodía quienes sólo querían entrar por sus productos e irse.

"Vine a comprar una mercancía, está un poco complicado entrar a la ferretería. En un día recorría hacia lo que venía a buscar y ya, ahorita llevo como hora y media y no he podido entrar" dijo Maximiliano, trabajador de un negocio de agua potable.

Hubo quienes se sintieron más seguros con los controles de acceso y la constante vigilancia pese al tiempo esperado.

"Vengo a checar materiales y voy a llevar algunas cosas para mi trabajo. Sí hago un poco más de tiempo y un poco de incomodidad pero la verdad me hace sentir tranquilo, un poco más seguro; como hay poca gente en los comercios pues atienden más rápido" comentó Gabriel Márquez, trabajador dedicado al mantenimiento.

Amparo Rodríguez, una ama de casa de la tercera edad que venía de la Merced y quien no pudo pasar por el filtro junto con su esposo, decidió esperarlo bajo la sombra.

"Necesitábamos venir, él venía a comprar algo de electricidad porque está haciendo unos arreglos en la casa y yo vengo a traer mandado. Dicen que dos no pueden pasar, le dije que fuera él, pasó así sin credencial", relató.

Sobre la calle de Correo Mayor, entre la concurrencia de comerciantes, paseantes y compradores, también se encontraba Miguel Ángel Pérez, organillero desde hace doce años, quien ejecutaba su instrumento para ganarse unas monedas.

"Está tranquilo, sí hay mucha gente, pero están cerradas algunas calles, nos quitan de un lugar o nos quitan de otro por lo mismo. Me pongo el cubrebocas, uso los lentes o la careta. Empezamos a las 11:00, ya terminamos entre 7:00 y 8:00 de la noche. Del 100% de antes, ahorita estamos ganando el 30%, menos de la mitad. Tenemos que venir a trabajar, es nuestra fuente de trabajo, aún hay mucha gente que todavía nos regala una despensa o nos da unas monedas, todavía la gente se preocupa por nosotros. Si no vengo, no como, de hecho tenemos que generar diario", expresó.

Gran parte de los comercios abiertos eran de giros como mercería, ropa, bolsos y mochilas, electrónicos, ferreterías, artículos de belleza, bonetería, vestidos de fiesta, juguetes, manualidades y papelería, con numeración non.