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Los poderosos mexicanos a los que incomodará la vista del Papa Francisco

Del 12 al 18 de febrero estará de visita en México el Papa Francisco, primer latinoamericano en llegar al más alto puesto de la Iglesia Católica. Su estancia en el país será la séptima que cumpla un pontífice y para llegar a esta “gira” los acuerdos para lograr una agenda no fueron sencillos, pasaron desde los deseos de senadores y diputados que insistían en que Francisco les dirigiera un discurso, hasta la insistencia del gobierno de Peña Nieto para que estuviera en entidades no incluidas en anteriores visitas papales.

En las seis visitas que anteceden a la de Francisco, el discurso de los pontífices fue en tono neutral y abstracto, no es que no hablaran de los pobres ni de la injusticia, pero lo hicieron en términos que no incomodaran al gobierno, sobre todo cuando iniciaron las visitas que promovió José López Portillo, donde Juan Pablo II estuvo dispuesto a celebrar una misa privada en Los Pinos para la familia del presidente. En ese entonces para el Papa “México bien valía una misa en Los Pinos”.

La temática y el tono del discurso que el Papa Francisco utilizará en México fue adelantado por él, cuando en una entrevista colectiva promovida por la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (NOTIMEX) y el Centro Televisivo Vaticano (CTV), respondió a uno de sus interlocutores: “El México de la violencia, el México de la corrupción, el México del tráfico de drogas, el México de los cárteles, no es el México que quiere nuestra Madre. Por supuesto, yo no quiero tapar nada de eso, al contrario, exhortarlos a la lucha de todos los días contra la corrupción, contra el tráfico, contra la guerra, contra la desunión, contra el crimen organizado, contra la trata de personas”.

El Papa Francisco va a ser visto y escuchado directamente por casi un millón de personas en las entidades en las que llevará a cabo sus actividades. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) distribuye 882 mil 225 boletos en las 93 diócesis del país para que la gente asista a las misas y actividades programadas.

Para la Basílica de Guadalupe hay 35 mil 366 pases; en Ecatepec, 300 mil; para San Cristóbal de las Casas, 100 mil; en Ciudad Juárez, 210 mil 760, entre otros.

En su publicación semanal Desde la Fe, la Arquidiócesis de México apuntó en su editorial que el Papa Francisco “no vendrá al relumbrón de limpieza y pulcritud de ocasión, ni por los papelitos de colores o la retórica estéril, estará en lugares violentos, pobres y miserables del país, y los gobernantes no pueden tapar el sol con un dedo”.

Según la arquidiócesis “México enfrenta fenómenos delictivos y de violencia que parecen no tener precedentes en su historia contemporánea, los índices llegan a cuestionar la capacidad de las autoridades de todos los niveles de gobierno, y los hechos sangrientos ya parecen ser comunes, cosas cotidianas que ‘deberían pasar’ en regiones regidas y azotadas por látigos implacables del crimen organizado”.

La visita a México del Papa Francisco configura un suceso histórico y su repercusión inmediata es global pues lo dicho por él es reproducido por miles de medios de comunicación en el mundo, lo que implica la generación de una imagen que impacta en la conciencia de miles de millones de hombres y mujeres en el mundo. Por ello es que los temas que abordará en sus discursos son importantes para el gobierno mexicano, empeñado en divulgar la imagen de que los problemas que afectan a la población decrecen.

Sobre el Papa Francisco y para entender que con el discurso de denuncia se siente “cómodo”, conviene recordar que su origen eclesial está en la Compañía de Jesús y que desde hace cincuenta años los jesuitas en el mundo tomaron la opción por los pobres, después de que el Papa Paulo VI publicó la Encíclica Populorum Progressio.

Desde su fundación en 1540 los jesuitas son una congregación cercana a la ciencia, el arte, la búsqueda de las ideas y a “salir al mundo” en misiones de ayuda y predicación.

Es un hecho que la presencia del Papa Francisco en el Vaticano ha empezado a cambiar la percepción de los católicos y cristianos en el mundo, cuando se refiere a temas que anteriormente eran evadidos por la jerarquía de la iglesia o mantenía una posición de condena o cerrazón, como el aborto, en matrimonio entre personas del mismo género, la contaminación del medio ambiente, la corrupción, el narcotráfico y la violencia, entre otros.

Por esta tendencia, es previsible que el discurso del Papa Francisco en México abordará temas como los que adelantó en la conferencia de Notimex y que, desde luego, no son del agrado de los gobernantes que, desde hace mucho, se encuentran ocupados en su “pedacito de guerra”.