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Virus, revuelta y capital: la triada para entender el impacto social de la pandemia

Con un recuento de la situación político-social, ambiental y de salud que las naciones enfrentan por la pandemia de COVID-19, Sergio Villalobos Ruminott, miembro del Departamento de Lenguas y Literatura Románicas de la Universidad de Michigan, aclaró que el alcance del virus debe entenderse dentro del proceso histórico de la humanidad y no como un accidente natural.

Al igual que las recientes revueltas sociales, como las protagonizadas en América Latina por grupos de mujeres feministas en contra del acoso y machismo y a favor de la justicia a víctimas de feminicidio, así como las luchas por leyes de aborto legal y seguro y las manifestaciones ocurridas en Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd, el catedrático analizó ambos fenómenos, en gran parte, desde la teoría capitalista.

Durante su participación en el XXIX Coloquio Internacional Virus: historias: umbrales, organizado por 17, Instituto de Estudios Críticos, Villalobos ahondó en la relación entre la pandemia y el neoliberalismo al prever posibles revueltas populares y la relación que ambas guardan.

“¿Qué tienen en común la serie de revueltas que han explotado en diversos lugares del mundo durante los últimos años y la pandemia decretada por el aumento masivo de casos de contagio del COVID-19 en los últimos meses? La convergencia del virus y las revueltas van más allá, pues aluden a una cierta copertenencia, y aún más, a una coemergencia de ambos fenómenos”, analizó en un artículo previo a su ponencia.

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De acuerdo con Villalobos, las condiciones socioeconómicas que han generado la aparición y propagación del virus son las mismas, en términos generales, que aquellas que han obligado a miles de personas, en diversos lugares del mundo, a abandonar la inercia acostumbrada y ocupar las calles en señal de descontento, saturación, rabia o desesperación frente a unas condiciones de injusticia, discriminación, violencia y precarización estructurales o, incluso, tendencialmente progresivas.

“No es extraño que la proliferación del virus y las revueltas en los últimos años tengan un origen común. Incluso ha intensificado la explotación de los recursos naturales como sucede con las compañías mineras, como en Canadá, o la agricultura de la soya en Argentina; además de los drenajes o napas subterráneas en México y Chile, sin olvidar el agribusiness y el animal-farming que construye una de las dinámicas económicas más brutales en la industria farmacéutica y médica”, señaló durante la conferencia magistral.

GRANJAS QUE DEGRADAN EL MEDIOAMBIENTE

Y agregó que por esta razón el tema de los “remedios” recae en los presidentes y directivos en Estados Unidos. En el caso de los animal-farming, Sergio Villalobos Ruminott puso como ejemplo el caso de la explotación del salmón y la producción de cerdos en granjas que, en su mayoría, son el resultado de altos contaminantes en el ambiente que afecta directamente a una comunidad.

Este tipo de fenómenos comienzan a ocurrir de manera más reciente por la dinámica de acumulación capitalista y llevan a la ruptura de procesos de calidad y la proliferación de virus que provocan zoonosis, es decir, aquellas enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de los animales a los seres humanos, según información de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El riesgo de transmisión de las enfermedades zoonóticas se incrementa cuando sucede en un espacio de interacción entre el ser humano y los animales a través de la exposición directa o indirecta con estos, tal y como pudo suceder con el contagio registrado en la ciudad de Wuhan, China, que derivó en el nuevo coronavirus SAR-CoV-2.

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“El virus interrumpe una cierta normalidad que hay que recuperar y es igualitario porque afecta a todo el mundo. El virus no es el efecto de una voluntad incalculable, sino que es la consecuencia de los procesos de hiperexplotación capitalista y se masifica por la desregularización de los procesos de calidad y control, y el dominio de la industria farmacéutica”, señala.

Villalobos sostiene considerar que, al día de hoy, 60 por ciento del total de enfermedades zoonóticas que existen son nuevas y están relacionadas con la intensificación desregulada de la expropiación, explotación y expoliación capitalista relativa a la agroindustria, el animal-farming y las plantaciones acuáticas.

CIFRAS DAÑINAS, EN CRECIMIENTO

Se prevé que esta cifra crezca debido a la persistencia de las prácticas que las producen y obligue a las poblaciones a convertirse en sociedades desechables dando paso a migraciones forzadas o convertirse en víctimas de prácticas de subproletarización e hiperexplotación, según documenta el especialista.

“Estos procesos de producción intensiva, de acortamiento de los ciclos vitales y reproductivos de diversas especies para acelerar su comercialización (pollos, peces y cerdos), junto a los fenómenos de inestabilidad derivada del cambio climático, favorecen y estimulan procesos migratorios virales en busca de nuevos anfitriones con ciclos de vida más largos, es decir, también producen una mutación acelerada de los virus, convirtiéndolos en agentes patógenos cada vez más peligrosos”.

Sin embargo, “el virus es democrático porque todos somos victimas, el punto central es que el virus no solo confirma e intensifica las diferencias socioeconómicas, culturales, de justicia y desigualdad, también intensifica las desigualdades sociales y las prolifera porque lo que se ha alterado es ese equilibrio”, mencionó.

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La alteración de ese ciclo de normalidad en el que las personas estaban conviviendo antes de la pandemia por COVID-19 solo lleva a la pérdida de seguridad, lo que se convierte en la militarización del medioambiente y deja de lado la inversión por mitigar los efectos del calentamiento global para invertir ahora en tecnologías de adaptación mundial.

De ahí la intensificación en las discusiones por el calentamiento global y el crecimiento de la migración climática, ya que “no se trata de homologar las revueltas en la reproducción de una nueva revolución, sino de pensar en una vida reflexiva del éxodo en estas configuraciones monumentales que llamaría una topología de las revueltas consteladas anárquicamente, lo que permite pensar que son manifestaciones de un conatus essendi, como la afirmación de la perseverancia de la existencia”, señala.

“Luchas por afirmar la vida y la libertad contra la dominación total”, concluyó.