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Virus causa frenética actividad en crematorio de Alemania

Féretros con letreros de "COVID" en el crematorio de Meissen, Alemania, el 11 de enero del 2021. (AP Foto/Markus Schreiber)

MEISSEN, Alemania (AP) — Los féretros se amontonan en el crematorio de Meissen. Allí están en su sala fúnebre, en sus oficinas e incluso en sus pasillos. Algunos están envueltos en plástico, otros llevan carteles de “infeccioso”, “urgente” o simplemente “COVID”.

Para el gerente del local, Joerg Schaldach, la pandemia del coronavirus ha significado un pronunciado aumento en el negocio. Pero nadie está celebrando.

“La situación es un poco tensa en estos momentos”, reconoció Schaldach mientras llegaba la camioneta de otro enterrador.

Normalmente, en esta época del año, hay entre 70 y 100 ataúdes en el crematorio, pues es la época de la gripe y muchos ancianos sucumben a ella.

“Es normal que muera más gente en el invierno que en el verano”, dijo Schaldach. “Eso siempre ha sido así”.

Pero ahora hay 300 cadáveres que deben ser cremados y cada día llegan decenas más a este edificio modernista en una colina cerca de Meissen, un pueblo antiguo célebre por su porcelana y castillo gótico.

El lunes, Meissen nuevamente obtuvo la triste distinción de ser el distrito de Alemania con la más alta tasa de infecciones por coronavirus: tres veces el promedio nacional. En el estado de Sajonia, donde está ubicado Meissen, están seis de los 10 condados de Alemania más afectados por los contagios.

Schaldach cuenta que la actividad en el crematorio es frenética, pues enciende sus dos hornos cada 45 minutos para realizar 60 cremaciones por día.

“Con todo, siempre las cenizas terminan en la urna apropiada”, expresó.

Pero si bien antes el personal arreglaba a los difuntos para que sus seres queridos pudieran verlos y darles un último adiós, las nuevas normas por el coronavirus obligan a mantener cerrados los ataúdes, con lo que el duelo es aún más penoso para los allegados.

“Este es un negocio, hemos visto la muerte muchas veces”, relata Schaldach.

“El problema para nosotros es que los parientes necesitan nuestra ayuda. Y en ese momento, hay una necesidad aun mayor de consuelo porque ven a su ser querido siendo llevado a la ambulancia y ya más nunca lo vuelven a ver”, agregó.

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Kerstin Sopke contribuyó con esta nota.