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Sin violencia ni machismos y con inclusión: las barras que apuestan por disfrutar del futbol en paz

barras futbol sin violencia paz
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En marzo pasado, mientras en México se hacía un recuento de los heridos que dejó la violencia en el Estadio Corregidora de Querétaro, durante el partido de Gallos contra Atlas, en Bogotá, Colombia, se disputaba un clásico capitalino que llegó a ser considerado de alto riesgo por sus antecedentes, pero que se realizó con tranquilidad entre las barras de Millonarios y Santa Fe. 

El saldo blanco no fue por casualidad o por una pequeña campaña antiviolencia. Detrás hay un esfuerzo de más de 20 años que ha intentado reconciliar la diversión y el esparcimiento con la participación de las barras de los equipos bajo el nombre de Goles en Paz. 

Alirio Amaya, etnógrafo y administrador deportivo que participó en esta iniciativa, cuenta que este esfuerzo nació en 1999 —a raíz de la violencia generada principalmente por las barras de los equipos de Bogotá— y que en él participaron desde jóvenes hasta empresarios y funcionarios públicos. 

“Goles en Paz es el trabajo de una ciudad. A partir de una situación en un partido de Santa Fe contra Millonarios inició un acercamiento, y hasta 2022 la alcaldía de Bogotá ha tenido un proceso de trabajo con las barras y las instituciones”, dice el fundador del proyecto, el cual ha pasado por varios nombres. 

Amaya cuenta que varias regiones de Colombia comenzaron a trabajar con las diferentes realidades de violencia y a involucrar a las barras con las instituciones, lo que derivó en la Ley 1270, la primera a nivel nacional que contemplaba la seguridad y la convivencia en el futbol. 

También destaca el proceso para sacar esta ley contemplando el “barrismo social”, que implica involucrar a aficionados con prácticas de convivencia, educación y respeto al medio ambiente. 

“La ley logra organizar y reconocer a actores en la organización de los eventos de futbol, crear protocolos, logísticas en los estadios, mirar un proceso de identificación y credencialización de las barras, medidas preventivas. Diagnostica las causas de las violencias y propone soluciones en las regiones”, sostiene. 

Amaya reconoce que se trata de un proceso con cambios constantes y que la violencia no se ha ido, pues las rivalidades y los resultados deportivos a veces crean nuevas tensiones. Sin embargo, los episodios pasan con menos frecuencia que antes de 1999.

“Es paradójico que hace 20 años una barra estaba en la actitud de que la barra visitante no ingresara al estadio y hoy nos encontramos en una realidad distinta, son los mismos hinchas los que están pidiendo que dejen entrar a la barra del equipo rival”, advierte. 

México requiere un diagnóstico serio”

Tras el episodio violento en Querétaro que dejó 26 heridos, dos de ellos de gravedad, hay hasta ahora 34 personas vinculadas a proceso por apología del delito, violencia en espectáculos deportivos, homicidio en grado de tentativa, abuso de poder y delitos contra la administración de justicia. 

Ante el llamado en programas de televisión y espacios deportivos a eliminar y vetar a las barras de los equipos de futbol —medida que incluso adoptó la liga mexicana—, Amaya sostiene que esta es una falsa salida que no aborda el problema mediante el diálogo.

“Muchas veces caemos todos en un lugar común, que es creer que todos tenemos los mismos problemas, que las barras y los jóvenes tienen las mismas problemáticas. La invitación es a reconocer qué sucede con las barras en México. La justicia mediática puede sonar agradable, pero si uno lo analiza encontramos que ese no es el problema”, menciona. 

Para el fundador de Goles en Paz, en la medida en que las personas aficionadas se sientan reconocidas y dialoguen con autoridades y directivas, será más probable una convivencia pacífica en las gradas. 

“Cuando entendimos que para un barra es importante la bandera, un instrumento, el tema musical, ahí es donde entendemos que sin sentarnos a hablar y a escuchar a ese otro, va a ser muy difícil”, reconoce. 

Amaya también cuestiona el que se copien medidas como las aplicadas en Europa para controlar a los hooligans británicos, como identificación biométrica o videovigilancia en los estadios, pues sostiene que la solución está en el entorno donde vive la afición.

“Hay que pensarlo desde una perspectiva clave: ¿para qué queremos el futbol en México? No solo para que sea un negocio rentable, sino para que también contribuya a la convivencia y al reconocimiento cultural de las barras como ese agente que moviliza una gran cantidad de jóvenes y que requiere no solo un apoyo del gobierno sino de las instituciones privadas”, insiste.

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Desterrar el machismo de la cancha y la tribuna

En 2020, surgió la Barra Feminista, una agrupación de mujeres decidida a apoyar a la liga profesional de futbol femenil, pero también con la convicción de que era una alternativa para demostrar que este deporte es posible sin violencia, sin discriminación y sin replicar prácticas machistas que se viven en los partidos de equipos varoniles. 

Integrantes de la barra reconocen que, en poco tiempo, la liga femenil ha ganado terreno, aunque aún persiste una desigualdad enorme en comparación con los equipos de hombres. Por esto, ellas buscan apoyar, desde las gradas, el trabajo de las futbolistas, directoras técnicas, equipos médicos y mujeres que participan en este deporte. 

“No replicamos prácticas machistas, no hacemos actos discriminatorios y, por eso, uno de nuestros principios es que apoyamos a todos los equipos. Tenemos una consigna, una de las más importantes es: ‘Si gana una, ganamos todas’”, comenta Aura Perroni, integrante de la Barra Feminista.

Las integrantes aseguran que la barra, formada por alrededor de 180 mujeres que están en diferentes estados, busca ser un espacio seguro para la afición, donde puedan acercarse mujeres con sus hijas o familias y sepan que disfrutarán el partido y se divertirán en un ambiente de respeto. 

“El futbol varonil está lleno de violencia y un principio que siempre alentamos, no solo en nuestro grupo sino en la afición misma, cuando se sientan alrededor, fomentamos que haya respeto hacia las jugadoras, hacia todo el equipo general de staff, para nosotras eso es muy relevante”, comenta Tanni Guerrero, otra integrante de la barra. 

En entrevista, señalan que buscan demostrar que se puede disfrutar el futbol sin violencia física ni verbal y que este mensaje llegue a incidir en el futbol y en la propia afición, para que esta comience a exigir espacios seguros en los partidos de hombres.

“Nuestra presencia y nuestras porras en los estadios, escuchándose, es un acto directo en contra de la violencia verbal (a la) que se está acostumbrada en el estadio, y escuchar esas porras que son la misma tonada, pero con palabras respetuosas y chidas para los equipos, hay un rompimiento de la violencia”, dice Ana Sánchez, vocera de la Barra Feminista.

Perroni considera que el futbol femenil es un terreno fértil para generar una nueva forma para vivir el futbol y una afición con una visión nueva. 

“Nosotras no vamos a decirle ‘no hagas eso’ porque no es nuestro papel, pero en ese momento (cuando alguien grita algo machista), hacemos una consigna en favor de la árbitra o gritamos ‘futbol sin violencia’, (buscamos) contrarrestarlo sin confrontación”, señala.

“Nosotras no vamos a ir al varonil a exigir estadios seguros, eso es algo que no vamos a hacer. Nosotras apoyamos al futbol femenil y creamos afición para el futbol femenil. Yo quiero tener la esperanza de que eso pueda permear”.

Barra Feminista
Barra Feminista

FOTO: Herminia Miranda

Tras los hechos violentos en Querétaro, la Liga MX prohibió el ingreso de barras visitantes, una medida que se ha dado en otros países, pero también implementó la Fan ID —una tarjeta de acceso para el espectador— y el uso de sistemas de reconocimiento facial. 

Integrantes de la Barra Feminista sostienen que este tipo de mecanismos viola la privacidad de las personas aficionadas y sus derechos humanos. Además, ponen en duda en manos de quién están los datos biométricos y afirman que al final no combaten la violencia de raíz. 

Consideran necesario apostar a la educación de la afición, que las personas tomen conciencia sobre la violencia que pueden generar en los estadios. También advierten que este tipo de iniciativas implicará inversiones que podrían destinarse a ofrecer mejores salarios para las jugadoras.

Para ellas, un primer paso que pueden dar las directivas es quitar trabas que estiman absurdas, como el no poder entrar al estadio con la playera morada de la Barra Feminista, el que se les prohíba entrar con paliacates que dicen “futbol sin violencia” u “otro futbol es posible”, así como instrumentos musicales. 

La inclusión como un espacio seguro en el futbol

El grupo de animación Libres y Lokos es la barra de apoyo a los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y, de acuerdo con sus propios líderes, ha evitado episodios de violencia en el estadio por casi 12 años de los 22 que tienen de existencia. 

Días después de la violencia en Querétaro, esta barra fue de las primeras en acelerar la credencialización de sus integrantes y convocó a un banderazo sin violencia para el clásico regio contra los Rayados del Monterrey, que se jugó 15 días después. 

Además, varios de sus integrantes portaban playeras con la leyenda “¡Queremos ir! ¡Queremos que vengan!”, en referencia a la prohibición de barras visitantes en el torneo tras el episodio de violencia. 

La participación tanto de la barra como del equipo en proyectos de inclusión se dio poco antes de la pandemia de COVID-19, cuando líderes de Libres y Lokos invitaron a Mauricio Salinas, un joven con discapacidad, a un partido con el grupo en la zona 6A, donde regularmente se acomodan.

Mauricio fue con su madre y con Rebeca Garza Buerón, presidenta de Powerchair, una iniciativa de futbol adaptado a silla de ruedas en la cual el club Tigres se involucró tras este acercamiento.

“Mauricio estaba brincando dentro de su silla, llorando, gritando, la mejor experiencia. Creo que en cuanto a las barras es un ejemplo la barra de Tigres para todas las nacionales, hay un cuidado extremo para todos y ahora que estuvimos ahí con Mauricio, el cuidado fue sorprendente”, relata su madre, Mayela González, sobre la primera experiencia del joven de 21 años de edad en medio de una porra de futbol. 

La presidenta de Powerchair en México cuenta que, a raíz del caso de Mauricio, Tigres donó cinco sillas especiales para este deporte, cada una con un valor de 10 mil dólares. 

Aunque la iniciativa nació en 2018, Garza Buerón cuenta que tras este episodio con la barra también se sumó el equipo de Monterrey, y hoy tienen cerca de 30 jugadores con discapacidad. 

“Se dice que los integrantes de las barras son conflictivos y problemáticos, pero no todos son así. Hay que hacer partícipes a todo el mundo, no solo a nivel nacional. Promover la sana participación con las porras y el cuidado y dedicación es lo más ejemplar que puede haber”, sostiene Mayela, tras ver la emoción de Mauricio por jugar y por alentar a sus Tigres en el estadio. 

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