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¿Habrá violencia electoral en noviembre? Esto es lo que dice la ciencia

En la imagen se aprecia a un hombre con una porra, mientras los Proud Boys, un grupo de derecha partidario de Trump, se reúne con sus aliados en un mitin contra el movimiento de izquierda Antifa en Portland, Oregón, el 26 de septiembre de 2020. John Rudoff/Anadolu Agency vía Getty Images

Ore Koren, Assistant Professor, Indiana University Bloomington; International Security Fellow, Indiana University

Después de las elecciones de 2007 celebradas en Kenia, cuando el presidente en ejercicio Mwai Kibaki declaró la victoria, la oposición alegó que las elecciones habían sido manipuladas.

Como resultado, se produjo una ola de protestas, disturbios y violencia étnica. Murieron 1 500 ciudadanos y otros 600 000 fueron desplazados por la fuerza.

A medida que se acercan las elecciones presidenciales de Estados Unidos, muchos han expresado su preocupación por la posibilidad de que se reproduzca un escenario similar aquí. Algunos creen que los partidarios del presidente Donald Trump recurrirán a la desinformación para movilizar a las milicias de vigilancia para que se enfrenten a los manifestantes de izquierda. Otros creen que los grupos de izquierda se negarán a aceptar los resultados y se movilizarán, lo que desencadenará una ola de violencia y muerte por todo el país.

Sin embargo, celebrar unas elecciones disputadas en tiempos de crisis no implica necesariamente que se desate la violencia. Los candidatos favoritos en las elecciones presidenciales francesas de 2017, por ejemplo, estaban tan polarizados políticamente como sus homólogos de 2020 en Estados Unidos. Basta recordar que el candidato centrista Emmanuel Macron llamó al partido de la líder de derecha Marine Le Pen racista y xenófobo mientras que Le Pen acusó a Macron de ser el “candidato de la globalización salvaje”.

Además, la primera ronda de votaciones en Francia se realizó justo después de que un tiroteo en el corazón de París dejara al país en estado de emergencia. Sin embargo, cuando se contaron los votos y declararon ganador a Macron, Le Pen aceptó su derrota, lo que permitió una transición pacífica.

Con el aluvión de cobertura mediática 24/7 que están recibiendo las próximas elecciones estadounidenses es complicado saber qué es real y qué no, lo cual puede ser aterrador. Por eso es importante dar un paso atrás y preguntarse: ¿Qué dice la ciencia sobre la probabilidad de que se produzcan actos violentos debido a las elecciones en noviembre?

Manifestantes alrededor de una hoguera.
Manifestantes alrededor de una hoguera.

Predecir la inestabilidad política

Cuando los investigadores de las ciencias sociales como yo intentamos predecir la violencia política, analizamos una gran cantidad de casos históricos en varios países e intentamos identificar qué eventos han causado muchas víctimas.

Al adoptar este enfoque podemos evaluar sistemáticamente por qué se producen esos eventos extremos e identificar los problemas específicos que estaban presentes en la mayoría de las situaciones para evitar las inexactitudes que se producen cuando se confía demasiado en las historias anecdóticas.

Dichos estudios han destacado tres factores relevantes para las próximas elecciones.

En primer lugar, las instituciones políticas sólidas son especialmente eficaces para reducir el riesgo de violencia. Muchos han expresado su preocupación de que el presidente Trump haya debilitado las instituciones políticas estadounidenses. No obstante, Estados Unidos, una de las democracias más estables del mundo, así como sus instituciones democráticas, ya han demostrado su capacidad para mantener el orden en medio de las crisis y los abusos de poder presidencial.

En Estados Unidos, por ejemplo, a pesar de las acusaciones que afirman lo contrario, el fraude electoral es muy raro. Incluso si las elecciones generaran caos e incertidumbre, la autoridad para decidir quién es el ganador recae en instituciones independientes como la Corte Suprema de Estados Unidos o la Cámara de Representantes. En 2007, Kenia no tenía anclas institucionales similares que fueran capaces de garantizar la estabilidad postelectoral.

En segundo lugar, diferentes investigaciones, incluida la mía, han indicado que la violencia política de masas suele ocurrir en países que no tienen la capacidad para prevenirla. En Kenia, por ejemplo, gran parte de la violencia fue perpetrada por milicias no oficiales afiliadas a grupos étnicos o religiosos, como los Mungiki, que el gobierno no pudo, o no quiso, frenar.

En Estados Unidos, si algún líder político pide a los vigilantes que se movilicen, tanto el gobierno federal como los estados tienen la capacidad para eliminar rápidamente esa amenaza. Las milicias pueden estar armadas, pero no son un rival para una Guardia Nacional bien entrenada o un regimiento del Ejército. Eso debería contribuir a disuadir a los vigilantes a responder de manera violenta.

Algunos, sin embargo, temen que el presidente envíe agencias federales a confiscar las papeletas. Aunque los oficiales militares siguen expresando su compromiso formal de mantener a los militares no politizados, ese tipo de decisión podría provocar una reacción violenta por parte de los vigilantes de izquierda. Sin embargo, los agentes federales que actúan bajo las órdenes de la Casa Blanca tendrían una ventaja táctica en esos enfrentamientos, lo que aumenta en gran medida su capacidad de disuasión.

Por último, un predictor especialmente importante de violencia electoral es una historia de conflicto político armado. Después de las elecciones de 2016, Estados Unidos experimentó protestas masivas y algunos disturbios, pero la situación no degeneró en una violencia política mortal.

Después de las elecciones de 2016, Estados Unidos experimentó grandes protestas y algunos disturbios, pero la situación no degeneró en una violencia política mortal. David Cliff/SOPA Images/LightRocket vía Getty Images

¿Qué dicen los números?

¿Es imposible que se produzca violencia postelectoral en Estados Unidos en 2020? No.

Sin embargo, los datos sugieren que es poco probable.

El 95 % de las 12 607 manifestaciones políticas que se realizaron en Estados Unidos entre el 24 de mayo y el 19 de septiembre de 2020 fueron pacíficas. Solo se produjeron 351 incidentes, incluyendo la imposición de toques de queda y agresiones físicas. En 29 de ellos se produjo violencia contra la población civil y murieron 12 personas, nueve de ellas a manos de la policía. Y en otros cinco tiroteos desde vehículos, tres policías fueron asesinados por el grupo extremista Boogaloo Bois.

Teniendo en cuenta el número de personas involucradas en las recientes protestas por la COVID-19 y el movimiento Black Lives Matter, así como el hecho de que muchos estaban armados hasta los dientes, el número de bajas es sorprendentemente pequeño. Según los datos, la mayoría de las muertes fueron causadas por policías, no por vigilantes ni manifestantes, y todos los perpetradores, a excepción de dos tiradores desde vehículos, tanto policías como civiles, fueron detenidos.

Al igual que Estados Unidos, Francia experimentó protestas y disturbios, además de múltiples ataques terroristas, antes del día de las elecciones. Incluso se había diseñado un plan gubernamental para gestionar la posible violencia e inestabilidad que pudiera producir la elección de Le Pen. Sin embargo, cuando terminaron las elecciones más polarizadoras de las últimas décadas, hubo pocos disturbios y ningún asesinato.

Policías antidisturbios franceses avanzando durante los enfrentamientos con los manifestantes.
Policías antidisturbios franceses avanzando durante los enfrentamientos con los manifestantes.

Entonces, ¿qué pasará en noviembre?

Los investigadores no pueden predecir perfectamente la violencia política. Sus análisis se basan en el pasado.

Si a la ecuación le añadimos un presidente notoriamente impredecible en un contexto social y económico sin precedentes, es imposible predecir con exactitud la posibilidad de que se genere una situación de caos tras las elecciones, por mucho que los académicos u otras personas lo intenten.

Aunque considero que algunas preocupaciones son válidas, es importante recordar que existe una gran diferencia entre usar un llamado a las armas para movilizar a los votantes e infundir miedo en los sostenedores del otro partido, y organizar una insurrección postelectoral que podría hacer que sus instigadores se enfrenten a cargos de sedición o incluso de alta traición.

En última instancia, los tres factores que menciono sugieren que el miedo a que se produzca una violencia generalizada por parte de los vigilantes y activistas durante y/o después del día de las elecciones es solo eso: un temor, no un resultado probable.

Este artículo fue publicado en inglés originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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