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Violaciones y retirada de la menstruación, la vida diaria de las soldados norcoreanas

Lee So Yeon tiene poco más de 40 años. Con 28 y tras una década de uniforme, dejó el ejército de Corea del Norte. Ahora, como desertora y tras haber conseguido abandonar el país, cuenta en una entrevista con BBC las duras condiciones en las que viven las soldados norcoreanas. Para ellas las violaciones son algo habitual y la menstruación se les acaba retirando por la malnutrición y el estrés.

Las mujeres soldado hacen periodos de entrenamiento más cortos, pero a cambio se encargan de otras tareas dentro del ejército como la cocina. (Foto: KCNA/via REUTERS)
Las mujeres soldado hacen periodos de entrenamiento más cortos, pero a cambio se encargan de otras tareas dentro del ejército como la cocina. (Foto: KCNA/via REUTERS)

Hace ya más de quince años que Lee So Yeon dejó de vestir el uniforme del Ejército de Corea del Norte, donde llegó a ser sargento. Pero el tiempo transcurrido desde 2001 no ha hecho que olvidé aquellos once años que pasó allí, durmiendo en un colchón que olía a sudor y “otras cosas”. Años en los que pasó hambre y su cuerpo tuvo que adaptarse como pudo a las circunstancias.

Curiosamente, la hambruna sufrida en los noventa en el país fue la que llevó tanto a So Yeon como a otras muchas mujeres a alistarse. Era una forma de escapar de la miseria. Ahora existe un servicio militar obligatorio de siete años para las mujeres y diez para los hombres. Pero ella ingresó de manera voluntaria en 1992. En una entrevista concedida a BBC, que aclara en su web que no pagó por ella, So Yeon recuerda cómo era su vida entonces.

“Sudábamos bastante. El colchón donde dormíamos estaba hecho de cascarilla de arroz, así que se quedaba impregnado de todo el olor corporal. No está hecho de algodón. Como era cascarilla de arroz, el olor del sudor y de otras cosas se queda ahí. No es muy agradable”, recuerda. Es solo un ejemplo de las deficientes medidas de higiene y salubridad en las que se encontraba.

Relata también lo complicado de ducharse sin agua caliente y sin apenas intimidad. “Conectaban la manguera con un arroyo de la montaña y el agua venía directamente de ahí. Entraban ranas y serpientes a través de la manguera”. Luego estaba un problema al que se enfrentaban exclusivamente las mujeres soldado, el de la menstruación. Sin material sanitario adecuado, no es de extrañar que muchas se alegrasen cuando se les retiraba debido a la dureza del entrenamiento y a la mala alimentación.

“Tras entre seis meses y un año de entrenamiento dejábamos de tener la menstruación, debido a la malnutrición y el ambiente estresante. Las mujeres soldado decían que estaban contentas por no tener sus periodos porque la situación era tan mala que tener sus periodos la hubiera hecho aún peor”, recuerda So Yeon.

En su relato aborda también un tema tan complicado como el de las violaciones. Según explican las expertas en Corea del Norte Juliette Morillot y Jieun Baek, los testimonios de los desertores norcoreanos han de ser tomados con cautela ya que muchos exageran su situación, sobre todo habiendo dinero de por medio. De ahí que desde BBC se aclare que So Yeon no cobró por estas revelaciones.

En lo que coinciden tanto el testimonio de la desertora como las informaciones que manejan estas autoras es en el hecho de que las violaciones y el acoso sexual dentro del ejército son algo habitual dentro del ejército de país liderado por Kim Jong-un. Suceden, pocas denuncian y cuando se habla de ello siempre le ha pasado a otra. Es el caso de la protagonista de este testimonio que cuenta que “el comandante de la compañía se quedaba en su habitación en la unidad hasta tarde y violaba a las mujeres soldado que estaban bajo su mando. Esto pasaba una y otra vez, sin fin”.

So Yeon dejó el ejército en 2001 e intentó llevar una vida fuera, pero no fue sencillo y hubo de enfrentarse a problemas económicos. Siete años más tarde intentó, por primera vez, huir del país. Su fuga no tuvo éxito, la interceptaron en la frontera con China y pasó un año en un campo de internamiento. Al poco tiempo de salir, volvió a intentarlo y esta vez lo consiguió. Cruzó a nado el río Tumen para llegar a China y de ahí a Corea del Sur, su destino final.