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Los buenos vinos en la historia por Pedro Escobar

CIUDAD DE MÉXICO, enero 13 (EL UNIVERSAL).- "Pequeños sorbos de conocimiento", así define Pedro Escobar (Ciudad de México, 1977) las historias publicadas originalmente en su medio digital especializado en vinos (buenosvinos.org), que después reuniría en las páginas de "Los buenos libros en la historia", donde combina historia, periodismo y cultura vinícola, logrando un ensamble que le valiera el galardón Gourmand Awards 2020, en la categoría de mejor libro sobre gastronomía y vinos publicado en México.

¿Cómo fue la relación del vino con personajes históricos como Alejandro Magno, José Stalin, Adolfo Hitler, Hernán Cortés o Maximiliano de Habsburgo? ¿Figuras del medio artístico como los cantantes Sting, Eddie Veeder y Luis Miguel? ¿O grandes personalidades del propio mundo del vino, como Sante Lancerio, el primer sommelier en el actual sentido del término; Melchor de Concha y Toro, fundador de la emblemática bodega chilena que lleva su nombre, o el afamado crítico Robert Parker?

Con un lenguaje ameno y accesible al lector no especializado, aunque no por ello exento de rigor y conocimiento de la materia, Escobar pone a disposición del lector un panorama del vino ajeno, y por ende complementario, a las características organolépticas y sugerencias de maridaje que suelen ofrecer quienes abordan el tema, lo que brinda una singular manera de disfrutarlo a través de la lectura.

La inmensa cava de un abstemio

Al término de la Segunda Guerra Mundial, la que debió ser una de las mayores cavas de vinos europea se encontraba en un chalet de los Alpes bávaros, con otra particularidad: su propietario, un declarado abstemio, era Adolfo Hitler.

Se ubicaba las inmediaciones de la localidad de Berchtesgaden, donde todavía existe el llamado Kehlsteinhaus (El Nido del Águila), empleado como villa de descanso por el dictador alemán, donde llegó a concentrar centenares de miles de botellas de vino —más de medio millón, tan solo de procedencia francesa—, saqueadas por su ejército de los diversos países europeos invadidos, y que solía disponer para sus colaboradores cercanos.

La primera semana de mayo, de 1945, un destacamento de soldados franceses llegó al abandonado refugio alpino de Hitler, quien cinco días antes se suicidaría dentro de su búnker subterráneo de Berlín. Encontraron miles de botellas de champaña y otras etiquetas de alta gama, que se apuraron a trasladar antes de llegar las tropas estadounidenses asignadas formalmente para ocupar esa parte de Alemania (a la fecha se desconoce su paradero, aunque existen sospechas de que algunas pasaron a formar parte de las cavas de coleccionistas millonarios).

Los nuevos ocupantes se dedicaron a descorchar cientos de botellas para celebrar la victoria, sin idea alguna de la calidad y precio de lo que bebieron a pico de botella, en lo "que debió haber sido una de las borracheras más caras de la historia", tal y como se recrea la serie televisiva Band of Brothers.

Un influencer inexistente

El boom del consumo del vino experimentado en años recientes en Japón y otros países del lejano Oriente no se debe a ninguna exitosa campaña publicitaria, ni a algún sommelier o influencer, si no a Shinzuke Kanzaki, el protagonista de la más exitosa manga (cómic) sobre tema vinícola publicado a la fecha, llamado "Kami no Shizuku" ("Las gotas de Dios"), creado por los hermanos Shin y Yuko Kibayashi.

Las etiquetas analizadas en cada una de sus entregas, sobre todo de origen francés, propiciaron que "se agotaran rápidamente en Japón y Corea, como los Château Palmer, Château Lafleur y Marc Colin Montrachet del 2000, o bien se cotizaran al alza tras aparecer en el manga". Incluso, algunos fervientes lectores acudieron a los restaurantes a exigir que les sirvieran los mismos vinos degustados por el ficticio personaje.

Así describe el personaje de Shinzuke al Château Mont Perat cosecha 2001, de Burdeos: "Es poderoso, pero también tiene un sabor dulce y derretido. Es como la voz del vocalista de Queen, dulce y ronca, envuelta en gruesos riffs de guitarra y tambores pesados".

El éxito del cómic propició su adaptación televisiva en 2009, mismo año en que la prestigiosa revista Decanter Magazine los incluyera a los hermanos Kibayashi en la lista de "las cincuenta personas más influyentes del mundo del vino", al tiempo de señalar al cómic que crearon como "Probablemente la publicación más influyente en la industria del vino de los últimos veinte años".

La cosa más civilizada del mundo…

Los vinos forman parte importante de la obra de Hemingway, lo mismo en "Fiesta", "Muerte en la tarde" y "Por quién doblan las campanas", donde alude a los españoles, como los originarios de Burdeos y la región francesa de Champaña aparecidos en París era una fiesta.

El último escenario donde se desarrolla la novela "Fiesta" es dentro Casa Botín, en el centro de Madrid, donde el protagonista descorcha varias botellas de Rioja para acompañar el famoso cochinillo servido en sus mesas desde hace casi tres siglos, lo que le confiere el récord Guiness del restaurante más longevo del planeta.

Publicada de manera póstuma, en París era una fiesta aparte de registrar los primeros pasos de Hemingway para ganarse la vida como escritor, que implicaron sortear toda clase de penurias económicas, ofrece su reflexión en torno al acto cotidiano de descorchar una botella para disfrutar su contenido: "En Europa tomábamos el vino como cosa tan sana y normal como la comida, y además como un gran dispensador de alegría y bienestar y felicidad".

Si bien no desdeñó otras bebidas alcohólicas que, incluso, llegaría a popularizar, como el daiquirí, coctél que solía disfrutar acodado en la barra de La Floridita, bar de La Habana donde se le recuerda con una estatua metálica de tamaño natural, también le debemos al autor de "El viejo y el mar" una de las más celebradas definiciones sobre el vino, proveniente de las páginas de "Muerte en la tarde": "El vino es una de las cosas más civilizadas del mundo y uno de los productos de la naturaleza que han sido elevados a un nivel mayor de perfección.