Vito Dumas, el navegante solitario que conquistó los confines del mundo

Buenos Aires, 25 sep (EFE).- Un hombre, su velero, la bravura de los mares del sur y una epopeya: dar la vuelta al mundo por "la ruta imposible de los 40 bramadores" en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los mayores retos para la navegación de todos los tiempos, que el argentino Vito Dumas conquistó.

Idolatrado internacionalmente, su figura se diluyó en Argentina, país que amaba y representó con orgullo, y que ahora, gracias al documental "El navegante solitario", ya estrenado, trae al presente su hazaña.

En cuanto a "Los 40 Bramadores", título que lleva el libro en el que Dumas narra su vuelta al mundo entre 1942 y 1943, proviene de la denominación que se les da a los fortísimos y permanentes vientos que soplan sobre el paralelo 40 Sur, donde no existe barrera alguna que contenga el vigor con el que se desplazan a cientos de kilómetros por hora.

“Vito es de principios del siglo XX, una época en la que había un gran impulso, muchas cosas por descubrir, muchas cosas que no se habían hecho y él quería ser parte de todo ese movimiento”, comenta a Efe su nieto Diego Dumas, uno de los participantes del documental que relata la historia del aventurero, que ya se puede ver en diversas plataformas.

SIEMPRE AVENTURERO

En 1931, Vito, eximio nadador, estaba en Francia para intentar cruzar a nado el canal de la Mancha, pero no pudo concretar ese objetivo por lo oneroso de tal empresa.

Decidido a retornar a su país como triunfador, invirtió el poco dinero que tenía para comprar una embarcación. Un pequeñísimo velero con pocas condiciones para lo que planeaba: cruzar el Atlántico en solitario.

“En el ambiente se le reían, apostaban que no pasaba el cabo de Finisterre, así empezó todo (...) ese fue el inicio de sus cuatro grandes viajes”, refiere Diego.

En abril de 1932 las risas de algunos se convirtieron en los aplausos y alabanzas de muchos, cuando solo 122 días después de su partida desde Arcachon, Francia, el L.E.H.G, nombre de la nave en homenaje a “un gran amor” de identidad desconocida, arribaba a Buenos Aires: “Acá lo recibieron como un héroe nacional”, afirma su nieto.

Esa pasión por la navegación, que lo impulsó a semejante travesía, había comenzado en 1916 y así evocaba ese momento el navegante solitario: “El día que conocí el arte de navegar, y con ello la posibilidad de penetrar en la inmensidad de los océanos, descubrí que allí podía refugiarme conmigo mismo... tener una gran calma mental”.

LA VUELTA AL MUNDO

“La vuelta al mundo fue el viaje más importante que realizó, por el entorno, un mundo en guerra (...) quería demostrar al mundo que en este contexto todavía había soñadores”, expresa su nieto.

Es un viaje que Vito planeó, “mi padre y la gente que lo conoció decía que estudiaba 18 horas por día: qué comer, de qué forma aparejar el barco, qué ruta tomar”, explica Diego.

Todo mientras encargaba la construcción del L.E.H.G II, un velero de 9 metros, más apto para tal viaje, o lo suficiente para que él pudiera realizarlo.

“Vito era un aventurero, un tipo que vivía al día en cuanto a la plata, pero que vivía muy bien en cuanto a lo que él quería y lo que él soñaba, porque lo estaba pudiendo hacer con prácticamente nada, las maderas de un barco, conocer el mundo y sentir esa pasión”.

En esa travesía sin radio, sin motor, en la que podía ser tomado como espía, Dumas avanzó por la ruta que se fijó, con la única ayuda de la observación del cielo y unas herramientas básicas para calcular su ubicación.

“Olas de 20 metros, vientos de 140 kilómetros, el paralelo 40, que es donde están los cabos y la latitud en la que él giró, de ahí “los 40 bramadores”, que no dan respiro, es un ámbito muy hostil”, explica con admiración su nieto.

Durante los meses que duró su viaje, Vito solo recaló en Uruguay, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Chile. En este último país trataron de persuadirlo para que atravesara el cruce de los océanos (Pacífico al Atlántico) por el estrecho de Magallanes, algo que el navegante ni siquiera contempló, ya que su ruta planeada pasaba al sur del cabo de Hornos, “el cementerio de infinidad de cientos de barcos”, señala Diego.

“La llegada de Vito Dumas a Buenos Aires fue algo impresionante, lo llevaban en andas, miles de personas fueron a recibirlo, de ahí la gloria, ahí llegaron todos los honores de todas partes del mundo (...), fue algo en lo que me hubiese gustado muchísimo estar”, reconoce su nieto.

RECONOCIMIENTO

Con posterioridad a “los 40 bramadores”, Dumas realizó otras dos grandes travesías, siempre en soledad. En 1945, al finalizar la Segunda Guerra, el doble cruce del Atlántico, sin recalar en puerto alguno, viaje que originariamente había sido planificado con destino a Nueva York; y una última aventura en 1955, que le dio la posibilidad de finalmente visitar esa ciudad.

A pesar de tales hazañas y de ser un ídolo en el mundo, en Argentina, país que representó con orgullo y que “amaba realmente”, la fama y gloria de aquellos años se diluyeron.

Algunos atribuyen esa falta de reconocimiento actual al vínculo con Perón, quien por los logros del navegante había otorgado a Dumas el título honorífico de Teniente de Navío y la dirección de la Escuela Náutica Deportiva.

Pero, derrocado Perón en 1955, muchas de las figuras relacionadas con él sufrieron una injusta ‘proscripción pública’ impulsada por los opositores al líder peronista.

“En Argentina tenemos eso, que por ciertos motivos empieza a mezclarse la política, la relación que Vito tuvo con el peronismo”, señala su nieto

“En el mundo no importa, porque leen sus libros y se dan cuenta qué tipo de persona es. Lo que piense políticamente, quién lo ayudó políticamente y quién no lo ayudó, queda al margen de toda situación, porque lo que importa es la hazaña”, remarca Diego.

Los libros sobre los viajes de Vito, que él mismo escribió, fueron traducidos a diversos idiomas, y los navegantes del mundo, lo consideran un referente.

Por sus cuatro travesías y las circunstancias en las que las realizó, Dumas fue la primera persona en recibir el premio Slocum, el mayor reconocimiento internacional a la navegación en solitario y aunque en su país natal no tenga hoy un reconocimiento generalizado, quienes conocen su obra, admiran su talento.

(c) Agencia EFE