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El viacrucis de los recicladores de Brasil: coronavirus, crisis y prejuicios

Sao Paulo, 28 may (EFE).- Al virus lo tientan cada vez que manosean la basura, pero su precaria situación les ha obligado a asumir el riesgo de tener que 'convivir' con el enemigo. La pandemia ha transformado en un viacrucis la vida de los cientos de miles de recicladores que trabajan en las calles de Brasil.

Su labor medioambiental es esencial, aunque tengan que soportar a diario el estigma de una sociedad que los invisibiliza.

Son los responsables del 90 % de todo lo que se recicla en este país, hoy epicentro latinoamericano de una pandemia que deja ya en territorio brasileño cerca de 26.000 muertos y más de 400.000 casos.

Algunos de ellos consiguen máscaras y guantes vía donaciones, otros directamente no usan nada porque no tienen acceso a ellas o no son conscientes de la emergencia.

Al miedo al contagio se le une una dramática bajada de ingresos por la crisis.

EN LA RUTA DEL CORONAVIRUS CON CIENTOS DE KILOS A LA ESPALDA

De lunes a sábado, Jacikeila Alves do Nascimento, de 36 años, sale a primera hora con un carrito hecho con el 'chasis' de una nevera vieja, al que bautizó como "Dios es fiel, nada me faltará".

Vive en una favela de la zona este de Sao Paulo, una de las regiones de la capital paulista con más óbitos por COVID-19. En su casa ha dejado solos a sus hijos de 11 y 16 años, este último deficiente.

"No tengo condiciones de pagar una cuidadora porque lo poco que gano aquí es para hacer la compra todos los días: pan, leche, jabón para lavar la ropa...", además del alquiler de la chabola donde reside, explica a Efe.

Lleva un gorro rosa -la sensación térmica es de 10ºC- máscara blanca y unos guantes agujereados en la punta de los dedos.

"Un día más de vida", dice mientras conduce la carreta.

Jacikeila recorre las calles de su barrio e inspecciona las bolsas de basura en busca de latas, envases de plástico o cartón. Con una leve patada, sabe si dentro hay material reciclable.

Es consciente del peligro que representa el nuevo coronavirus y lo que más teme es contagiar a sus hijos. Su miedo está justificado.

"Hay estudios que muestran que el virus puede permanecer hasta un máximo de 72 horas en algunas superficies. En el cartón, por ejemplo, hasta 24 horas; en el acero inoxidable puede ser hasta tres días; y en el cobre generalmente cuatro horas", señala a Efe la neumóloga Patricia Canto, de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), uno de los centros de investigación referencia en Latinoamérica.

MENOS MATERIAL EN LAS CALLES POR LA CUARENTENA, MENOS SALARIO

Además de estar expuestos al virus, los 'catadores', como se les conoce en Brasil, han visto reducido su salario con las medidas de aislamiento decretadas en la mayoría de los 27 estados brasileños, y que han llevado, en muchos casos, al cierre de los comercios no esenciales.

"Mi sueldo diario cayó mucho, el material también", lamenta David Max, de 37 años y quien empezó a trabajar en el reciclaje desde que tenía diez, recogiendo estiércol de caballo.

Según datos de la Asociación Brasileña de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (Abes), el volumen de residuos producidos en domicilios de las capitales regionales del país se redujo entre un 10 % y un 22 % en marzo y abril.

David vive en la humilde comunidad de Jardim Sao Jorge (sur de Sao Paulo), pero viene a trabajar al acomodado barrio de Pinheiros, donde dice que hay más material reciclable, a pesar de que el valor que le pagan es menor.

En medio de la pandemia, ha podido al menos mantener un cliente -una empresa alimenticia- que todos los días le entrega una buena cantidad de cartón y plástico.

Esta vez han sido cerca de 200 kilogramos que carga en su carroza y los lleva a un depósito próximo, donde le dan un vale de 40,2 reales (unos 7,6 dólares). Toda una excepción en medio de la escasez porque la gran mayoría de los clientes les han cerrado las puertas.

"El personal está con miedo de salir a la puerta. Hay algunos clientes que me dijeron que no me iban a dar material por causa del virus", revela.

AYUDAS DEL GOBIERNO ¿HASTA CUÁNDO?

Se estima que en Brasil hay entre 400.000 y 800.000 recicladores, según datos del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA) y de organizaciones sociales.

La enorme mayoría de ellos trabaja por cuenta propia, en el mercado informal, que absorbe alrededor del 40 % de la población activa. El resto están inscritos en cooperativas o asociaciones.

Para mitigar los efectos de la crisis, el Gobierno aprobó un subsidio de 600 reales (unos 110 dólares) por tres meses (abril-junio) para los trabajadores informales y las familias más pobres.

David y Jacikeila han recibido la primera parcela, aunque aseguran que "fue una lucha" conseguirlo y que vino con retraso, un problema que se ha repetido a nivel nacional.

El futuro más inmediato no llama al optimismo. Aún no está definida la prórroga de esa ayuda -el pico de la pandemia se espera entre junio y julio- y el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro recientemente ha vetado el acceso a la misma a algunas categorías, entre ellas a la de los recicladores asociados a alguna cooperativa.

Mientras tanto, colectivos de 'catadores' han puesto en marcha campañas solidarias como "Panela Velha", en la que se ofrecen a recoger material reciclable en casas particulares a cambio de 25-30 reales (4,7-5,6 dólares).

"No desisto y nunca desistiré de mi servicio. Somos guerreras y vamos a rezar para que el coronavirus no nos pille", concluye Jacikeila.

Carlos Meneses Sánchez

(c) Agencia EFE