Un sirio al que la guerra le robó una pierna ayuda a otros a caminar

Beirut/Alepo (Siria), 26 oct (EFE).- La guerra le robó una pierna y su sueño de ser futbolista, pero hoy, casi una década después, Abd Al Mawla no sólo ha vuelto a caminar, sino que ha encontrado su vocación ayudando a otras personas amputadas como especialista en prótesis.

Un miércoles de 2012, cuando faltaban dos días para el inicio del mes sagrado musulmán de Ramadán, Abd era un adolescente ilusionado por regresar a su ciudad natal de Jabal al Zawiye, de donde su familia había huido hacia Damasco al comienzo de la guerra el año anterior.

Sin embargo, aquel día, apelotonado en un vehículo junto a otros 15 familiares y vecinos, la alegría del regreso a casa se tornó en miedo cuando de la nada surgió una ráfaga de disparos.

"Al principio estábamos muy, muy asustados, pero después se puede decir que dejamos las cosas en manos de Dios. No podía hacer nada más que taponar la herida con las manos y sujetar la pierna de mi hermano pequeño", recuerda el joven, que hoy tiene 24 años, en conversación telefónica con Efe.

Después de varios días de ir de hospital en hospital, Abd y su hermano, los únicos que resultaron heridos en el ataque, terminaron recibiendo tratamiento médico en Ankara, donde tres meses más tarde al joven le amputaron la pierna debido a la magnitud de la "infección" que sufría.

AYUDAR A OTROS A CAMINAR

Ocho años después, Abd trabaja en un centro de prótesis para personas con lesiones similares a la suya en Alepo, en el norte de Siria, donde trata de hacerles sentir "fuertes y seguros de sí mismos de nuevo".

En su día a día, enfundado en un uniforme de dos piezas azul cielo y apoyado siempre en su pierna de plástico y metal, acompaña a pacientes de todas las edades durante todos los pasos del camino: de la elección de la prótesis hasta su colocación y adaptación.

Una vez completado el proceso, es él mismo quien se encarga de guiarles y practicar con ellos el nuevo uso de sus prótesis y el regreso a la "normalidad" con sus nuevas extremidades.

"Por la falta de personal técnico, decidí estudiar esta materia y ser voluntario en un centro de protética para ayudar a esta gente herida", argumenta el joven especialista.

Fue una beca la que le permitió estudiar y lograr un certificado internacional en la materia a través de la ONG con sede en Alemania Estudio Humano y su Escuela de Ciencias de la Rehabilitación.

"Después de tres años de estudios conseguí mi certificado, que me permite hacer estas prótesis desde las primeras fases hasta el final: darles forma, instalarlas y practicar con ellas", explica.

VOLVER A NACER

El trabajo en el centro de protética requiere movimientos "rápidos" y su pierna sana comienza a resentirse, pero lejos de querer abandonar su pasión, Abd se plantea un cambio de enfoque.

"Ahora estoy tratando de cambiar la forma en que puedo apoyar a la gente y pasar de darles prótesis a facilitar ayuda médica y mejora en el asunto para ayudar al mayor número posible de especialistas en este campo", dice.

Y es que el joven conoce de primera mano la felicidad que embarga a las personas a las que ayuda cuando son capaces de volver a caminar por sí mismas, como le ocurrió al él varios meses después de perder su pierna.

En su caso, sólo tras muchas lágrimas y sufrimientos iniciales decidió viajar de nuevo a Turquía, en esa ocasión al Centro de Protética de Rihaniye, a penas 5 kilómetros de la frontera con Siria, para obtener una prótesis.

"Sentí que había vuelto a nacer, en ese momento fui muy feliz", afirma.

Noemí Jabois

(c) Agencia EFE