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Putin, ante los problemas reales de los rusos tras plebiscito constitucional

Moscú, 3 jul (EFE).- El Kremlin interpreta el aplastante apoyo de los rusos a la reforma constitucional como un "voto de confianza" en el presidente Vladímir Putin, quien ahora tendrá que solucionar, sin embargo, los problemas reales del país ante la mayor crisis que se avecina en más de una década debido a la pandemia del coronavirus.

"La cuestión más urgente es incrementar los niveles de ingresos de las familias rusas", señaló Putin hoy en una videoconferencia con los miembros del grupo de trabajo que preparó las enmiendas constitucionales que lograron el respaldo de casi el 78 % de los votantes en el plebiscito que concluyó el miércoles, según datos oficiales.

EL PLEBISCITO NO ES LA PANACEA

Consciente de que la reforma de la Carta Magna de 1993 no es la panacea a los problemas diarios de los rusos, Putin admitió: "Hasta ahora no hemos logrado la opción ideal, por lo contrario, el nivel adquisitivo de los ciudadanos está disminuyendo y tenemos que pensar en cómo apoyarles".

El presidente, que con la reforma constitucional podría permanecer en el Kremlin hasta 2036, tiene que hacer frente a una caída de su popularidad; en junio fue del 60 %, según el Centro Levada, uno de los peores registros en sus 20 años en el poder.

El "triunfo" del plebiscito, como lo ha calificado el Kremlin, haría pensar que Putin dispone ahora de un balón de oxígeno para acometer medidas impopulares a fin de atajar la crisis causada por la pandemia del coronavirus y la caída de los precios del crudo.

Pero el experto del Centro Carnegie de Moscú Andréi Kolésnikov declaró hoy a Efe que Putin no ha logrado mejorar su popularidad con la votación, sino en el mejor de los casos estabilizarla, por lo que "tendrá que seguir tomando medidas exclusivamente populistas".

El presidente ruso ha proporcionado en los últimos meses pequeñas ayudas a pensionistas y a familias con hijos menores, además de subsidios, créditos blandos y mejores condiciones impositivas a las empresas para apoyarles durante la pandemia.

Y cuando se atrevió finalmente a tocar a los rusos ricos con ingresos por encima de 5 millones de rublos al año (72.000 dólares) a través de una subida de impuestos, Putin dijo que la recaudación era para el tratamiento de niños con enfermedades raras graves.

MEDIDAS PARA EL BOLSILLO

También en la reforma constitucional se ha encargado de introducir medidas que facilitaban su aprobación, porque al tener que votar en paquete las enmiendas a muchos rusos les importaba más el bolsillo que el futuro del presidente en el Kremlin.

Las enmiendas a la ley fundamental, que entrarán en vigor este sábado, incluyen la indexación anual de las pensiones o el salario mínimo por encima del mínimo de subsistencia, es decir unos 11.510 rublos (165 dólares).

Eso sí, los rusos aún desconocen cómo el Gobierno y las empresas harán frente a estos costes y eso cuando el propio Ejecutivo espera una caída de los ingresos reales disponibles este año de al menos un 3,8 %, un aumento del desempleo y una recesión.

El plan de recuperación económica anunciado a principios de junio solo echa a andar este mes y tiene un coste de entre 4 billones y 5 billones de rublos (56.675 millones de dólares y 70.844 millones de dólares).

Pero el Gobierno no se ha atrevido aún a publicar las previsiones macroeconómicas ni tampoco ha dado cuenta de un presupuesto revisado para saber cómo financiará las 500 medidas del plan.

Lo único que se sabe es que Rusia romperá con su sagrada regla fiscal y permitirá que la implementación del plan dispare el déficit al 5 % del PIB. Poco más.

Y eso que cada día los datos oficiales son un duro recordatorio a los rusos de lo que se avecina.

PARO Y LA MAYOR RECESIÓN EN MÁS DE UNA DÉCADA

El primer ministro, Mijaíl Mishustin, indicó a finales de junio que el desempleo ha aumentado 3,5 veces en plena pandemia del coronavirus. Según el Servicio Federal de Estadística, en mayo hubo 4,6 millones de personas en paro o el 6,1 % de la fuerza laboral.

Putin consideró hoy, sin embargo, que la tasa de desempleo no ha explosionado debido al impacto de las restricciones impuestas por el coronavirus y se ha excusado en que en otros países es mucho peor.

La economía rusa ya ha notado plenamente el impacto de la pandemia que, en combinación con el efecto de las sanciones occidentales que aún perduran y la caída de los precios del crudo, de los que Rusia es muy dependiente para financiar su presupuesto, sumergirá al país en el tercer trimestre en una recesión.

Ya en abril el PIB se contrajo un 12 % interanual y en mayo un 10,9 %, según el Ministerio de Desarrollo Económico.

El Gobierno auguró en mayo extraoficialmente una contracción del 5 % para el conjunto del año y recientemente lo suavizó en un borrador a un 4,8 %.

Mientras, el Banco Central espera una caída del 4 % al 6 % del PIB y el Fondo Monetario Internacional prevé una disminución del 6,6 %.

En cualquier caso, Rusia se sumergirá en la mayor caída desde la crisis financiera de 2009, cuando la economía rusa retrocedió un 7,8 %. Y eso tampoco lo podrá evitar el plebiscito de Putin.

Celine Aemisegger

(c) Agencia EFE