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Marrakech languidece sin sus turistas

Marrakech (Marruecos), 9 sep (EFE).- La ciudad de Marrakech, la perla del turismo en Marruecos, languidece desde hace meses, después de que el 13 de marzo el Gobierno de Rabat decretara el cierre de fronteras y de los cielos del país para frenar la pandemia del coronavirus.

Guías turísticos, empleados de hoteles, cocineros, artesanos, vendedores de souvenirs, taxistas, transportistas, conductores de carrozas de caballos: miles y miles de los 1,5 millones de habitantes de Marrakech viven directamente del turismo, que en 2019 atrajo a 3 millones de viajeros de todo el mundo.

En la famosa plaza de Yamaa al Fna, llena a cualquier hora de cuentacuentos, encantadores de serpientes, pedigüeños o malabaristas, solo se ven ahora comercios con las cortinas bajadas y algunos vendedores de zumo de naranja sin un solo cliente.

El mítico Hotel La Mamounia, símbolo del lujo y el glamour, tiene sus puertas cerradas a cal y canto. La gerencia ha decidido aprovechar la pandemia para emprender una renovación, y en lugar de famosos actores o políticos, hoy solo se ven albañiles entrando y saliendo de allí.

ABRO MI TIENDA POR NO QUEDARME EN CASA

En los zocos de Marrakech ya no queda ni sombra de su animación: muchas de las tiendas tienen las persianas bajadas y otras abren sin esperanzas de atraer un solo comprador.

"En un día normal, apenas recibo cuatro o cinco clientes. Hay días que no viene ni uso solo -dice Abdelatif, propietario de una tienda de caftanes-. En realidad abro para no quedarme en casa", reconoce.

La calle Semmarine, el nervio principal de la medina, es una triste sucesión de tiendas vacías. Durante tres horas de paseo por la calle y sus alrededores, no se ve ni un solo turista extranjero.

Los zocos de la medina de Marrakech albergan unos 10.000 comercios y dan de comer a 40.000 bocas.

Esta crisis ha puesto en evidencia un hecho: desde hace años Marrakech ha orientado sus actividades -su artesanía, sus restaurantes y sus cafés- al turismo extranjero, con precios muchas veces inabordables para el habitante local, y ahora, con la repentina ausencia de este turista, no hay un plan B.

Incluso lejos de la medina, en un café cercano a los Jardines Majorelle, creados por el difunto Yves Saint-Laurent -un enamorado de Marrakech- una camarera llamada Guizlane lo resume así: "Antes de la pandemia, podíamos tener hasta 7.000 clientes, todos los que salían de los jardines. Ahora que han cerrado, apenas llegamos a los mil", dice.

70.000 CAMAS DESOCUPADAS

Al igual que La Mamounia, los grandes hoteles de Marrakech han echado el candado y cerrado sus verjas. Son 425 hoteles homologados y más de mil "casas de huéspedes" de la medina -70.000 camas en total- los que cerraron por falta de huéspedes, lo que sumió a la ciudad en una depresión de la que los locales no guardan memoria.

"Recuerdo el atentado terrorista del Café Argana -2011, 17 muertos-. Entonces la ciudad tardó solo unos meses en recuperar su ritmo. Esto del coronavirus es una pesadilla diferente, no es posible imaginar el final del túnel", dice un guía identificado como Larbi (nombre supuesto).

El Gobierno marroquí apostó primero por el turismo nacional con sus primeras medidas de desconfinamiento en el mes de julio, pero la realidad es que solo unos cuarenta establecimientos se animaron a reabrir, con una tasa tan baja de ocupación que varios volvieron a cerrar.

Como un gesto al sector, el pasado domingo, el Gobierno autorizó una reapertura condicionada de sus fronteras para los turistas que procedan de países que no necesiten visado y se sometan obligatoriamente y antes del viaje dos tests, un PCR y uno serológico.

"Seamos realistas -dice Larbi-: los turistas que vienen a Marrakech con un 'pack' de tres o cuatro días por 500 euros, ¿se van a gastar 200 euros más para hacerse los tests?", y recuerda que el grueso del turismo internacional en Marrakech lo constituye una clientela europea de clase media.

Y si aun así se animan a venir, ¿cómo se divertirán, si las atracciones más visitadas de Marrakech -las tumbas de la dinastía Saadí, el estanque de La Menara, el Museo Yves Saint-Laurent o el Palacio Bahia- están cerrados por las medidas de distanciamiento social?.

UNA AYUDA DEL GOBIERNO HASTA DICIEMBRE

Ante este estado de cosas, el Gobierno ha incluido al sector turístico dentro de los merecedores de una ayuda lineal de 2.000 dirhams mensuales (unos 200 euros) para aquellos trabajadores que estén declarados en la Caja Nacional de la Seguridad Social (CNSS).

Por vez primera, van a entrar en esta categoría transportistas, guías turísticos o agencias de viajes, siempre que esas personas hayan sido dadas de alta por sus patronos y estos se comprometan a garantizar su empleo.

La medida va a beneficiar por lo pronto a 1.200 guías profesionales, como reconoce Abdessadaq Qadimi, presidente de la Asociación Regional de Guías turísticos de Marrakech, qe se pregunta qué pasará con los mil guías falsos que ejercen sin título.

Qadimi cree que la ayuda mensual -que estará disponible hasta diciembre- es positiva, y lamenta que su sector no esté bien organizado para poder defender mejor sus intereses en esta crisis que no parece tener fin.

Además, él tiene muy claro que los golpeados por la crisis no son solo los que viven del contacto directo con el turista: "En Marrakech el setenta por cien de la población vive de esto -dice-. No pienses solo en los guías o los transportistas: aquí hasta el carnicero y el carpintero dependen de los turistas", concluye.

Javier Otazu

(c) Agencia EFE