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Israel, obligado a volver a confinarse por una segunda oleada incontrolable

Jerusalén, 13 sep (EFE).- Tras meses y meses de intentar evitarlo, Israel anunció hoy que el país deberá someterse, a partir del viernes, día 18, y durante tres semanas, a un nuevo confinamiento para frenar la segunda oleada del coronavirus, que no da tregua y le ha llevado a tener uno de los mayores índices de contagios del mundo.

El Gobierno israelí advertía desde hace semanas con la posibilidad de un nuevo cierre total. Mientras para algunos no era más que una amenaza para conseguir una mayor adhesión social a las normas de distanciamiento, otros se lo tomaron más en serio y esperaban con terror las cifras diarias de nuevos casos.

Las autoridades sanitarias advirtieron de que habría un nuevo confinamiento si se superaban los 2.000 positivos diarios. Se superaron durante semanas, y señalaron entonces que esperarían a ver si bajaban.

Hoy, tras superarse la semana pasada los 4.000 contagios en 24 horas, con los hospitales encaminados a la saturación y la cifra de casos graves en alza, el confinamiento finalmente se convirtió en realidad.

En principio serán tres semanas, del 18 de septiembre al 9 de octubre y, tal como sucedió con el cierre de abril durante la festividad de Pésaj (Pascua), coincidirá con tres celebraciones religiosas muy importantes: Rosh Hashaná (Año Nuevo judío), Yom Kipur (Día del Perdón) y Sucot (los Tabernáculos).

LAS RESTRICCIONES, MUY SEVERAS

Durante este período, los israelíes no podrán desplazarse más de 500 metros de su domicilio -con la excepción de actividades deportivas individuales- y las escuelas, hoteles y centros comerciales permanecerán cerrados.

Además, regirá un límite de hasta diez personas en reuniones en espacios cerrados y de 20 al aire libre.

Los supermercados y farmacias podrán seguir funcionando pero el resto de comercios únicamente podrá realizar envíos a domicilio.

El sector público disminuirá sus trabajadores al mínimo y el privado podrá seguir trabajando con normalidad pero no estará permitido recibir clientes.

"Sé que estas medidas tienen un coste alto para todos nosotros", dijo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tras anunciar la decisión.

"Pero solo si cumplimos las reglas, y confío en que lo haremos, derrotaremos al virus", agregó, antes de abordar el avión que lo llevará a Washington para firmar, el próximo día 15 en la Casa Blanca, los acuerdos de establecimiento de lazos diplomáticos con Emiratos Árabes Unidos y Baréin.

EL GABINETE, DIVIDIDO POR EL CONFINAMIENTO

La decisión de aplicar un nuevo confinamiento fue alcanzada tras una reunión del Gabinete de Ministros de más de siete horas que, según medios locales, incluyó gritos y acusaciones cruzadas y que estuvo marcada además por la renuncia del ministro de Construcción y Vivienda, el ultraortodoxo Yaakov Litzman.

Durante el debate, además, fueron varios los ministros que alertaron sobre el daño que esta medida podría causar a la economía.

Amir Peretz, titular de Economía, advirtió de que "la crisis económica no es menos grave que la sanitaria" y propuso reemplazar el confinamiento por un toque de queda nocturno que permita a los comercios seguir operando durante el día.

Colectivos de trabajadores también mostraron su rechazo a esta decisión durante los últimos días, incluyendo ayer en la habitual protesta multitudinaria semanal contra Netanyahu que se repite desde hace meses en varios puntos del país.

Mientras que el confinamiento aplicado en el mes de abril fue respetado prácticamente a rajatabla por la población israelí, tras seis meses de pandemia, una menor confianza en las autoridades y un mayor índice de desempleo, esta vez la reacción podría ser otra y asociaciones de comerciantes han anticipado que están considerando no atenerse a las nuevas restricciones.

Hasta el momento Israel, con unos nueve millones de habitantes, ha registrado 153.759 casos del virus, de los que casi 40.000 están activos y más de 500 en estado grave.

Según varios expertos, la medida aprobada hoy permitirá ganar tiempo pero será insuficiente si no va acompañada por un aumento en la cantidad de pruebas diarias y un mayor seguimiento de la cadena de infecciones.

Pablo Duer

(c) Agencia EFE