Ghannouchi: "El régimen de Bel Ali era más lógico que el de Kais Said"

Túnez, 16 may (EFE).- El presidente del recién disuelto Parlamento tunecino y líder islamista de Ennahda, Rached Ghannouchi, asegura en entrevista con Efe que el derrocado régimen de Ben Ali, que le llevó al exilio y prohibió su organización, "era más lógico" que el actual de Kais Said: "uno de masas como Corea del Norte".

Ennahda, el partido más votado durante toda la transición, es también para gran parte de la población el motivo que justificó que Said asumiera plenos poderes el 25 de julio de 2021 hasta proponer hoy eliminar los partidos, por "obsoletos" y responsables, junto a la élite financiera, de "desviar" la revolución. Para Ghannouchi, son la cabeza de turco.

"Nuestros opositores políticos han entendido que Ennahda no puede ser derrotada en las urnas, por lo que todo lo que queda es usar las herramientas del Estado, como la policía y el poder judicial, para excluirla políticamente", valora sobre la "persecución" oficial que, entiende, afrontan con Said.

Desde su asilo político en Londres, Ghannouchi regresó a Túnez con 69 años, después de 22 en el exilio y acogido a una amnistía general, y a su llegada arengó a las masas que lo recibieron a continuar con la "bendita revolución" en la que Ennahda entraría en el juego del imberbe sistema parlamentario pero sin presentar candidatos a las presidenciales.

"Gobernamos solo dos años (2011-2013) y después de eso participamos en dos o en un ministerio. Por ejemplo, el gobierno en el que se basó el golpe de Estado (como define la deposición del Ejecutivo y los poderes excepcionales asumidos por Said), solo participábamos en él con una cartera. Pero nuestros adversarios políticos tratan de endosarnos todo lo negativo", estima.

La transición democrática tunecina, iniciada con el derrocamiento de la dictadura de Zine el Abidine Ben Ali (1987-2011), ha estado marcada por un fervoroso pulso entre laicos e islamistas, estos últimos marcados desde los dramáticos asesinatos políticos en 2013 de los líderes de izquierdas, Mohamed Brahim y Choukri Belaid -con cinco meses de intervalo- ambos abatidos a tiros frente a sus domicilios por supuestos individuos salafistas.

Ghannouchi condenó sin paliativos el extremismo islamista, y apeló al consenso para mantener la gobernabilidad, dijo, de la frágil transición, hasta el punto de aliarse en las elecciones legislativas de 2014, con su enemigo electoral, Nida Tounes, del laico benalista Caed Essebsi.

"Ennahda fue acusada de terrorismo y de enviar (combatientes) al extranjero para la guerra (siria y libio), y fue acusada de (acaparar) empleos (en el sector público), de la violencia y todas estas acusaciones no fueron probadas en la corte. Son acusaciones infundadas", defiende este líder eternamente cuestionado por su convicción islamista.

El nuevo sistema parlamentario de la Constitución de 2014, que ahora Said quiere convertir en uno presidencialista a través de un referendo constitucional, ha otorgado un papel incuestionable a Ennahda, como fuerza opositora tunecina, que forma parte del recién creado frente político con otras cuatro formaciones más liderado por el histórico izquierdista Ahmed Najib Chebbi.

"Una tendencia correcta", considera, para retomar la normalidad democrática y "pluralista" frente al sistema "populista" e "individualista" de Said, que gobierna sin control del Parlamento y "con la Justicia a su cargo", declara desde la sede del partido en Túnez, donde estos días recibe a opositores de distinta tendencia política para ampliar la coalición contra el presidente.

El movimiento Ennahda recuerda que fue el primero en calificar como "golpe de Estado" lo ocurrido el pasado 25 de julio, cuando miles de personas celebraban con fervor en las calles, "pero ahora hay muchas instituciones que lo validan, y el presidente está aislado".

Asume errores de su partido -"no somos ángeles", dice-, pero cree que el mayor fue haber llamado a sus filas a apoyar la candidatura de Said en la segunda vuelta de las elecciones de 2019.

"Hoy solo hay un líder que se dirige al pueblo y se ve a sí mismo como el único representante del pueblo. No hay lugar para partidos, sindicatos, sociedad civil y un poder judicial independiente", reprocha sobre los últimos decretos presidenciales por los que Said tiene control en la judicatura y la comisión electoral.

Ghannouchi debe renovar su liderazgo en una primarias pospuestas desde 2020, que ha llevado a pesos pesados de su formación a amagar con una escisión, mientras se centra en la vuelta a la normalidad política, a la Constitución, suspendida en septiembre, y la "concordia".

Habiendo perdido un millón de votos desde 2011 y sin que al resto le haya convencido su cambio de denominación de "partido islamista" a "musulmán demócrata", desde el congreso de 2016, Ghannouchi no concibe un Túnez "plural" sin Ennahda.

Se ampara en su alianza con el resto de figuras políticas para revertir el golpe de mano de Said y confía: "No es fácil sacar la democracia del corazón de la gente que vive ahí desde hace más de diez años".

Laura F. Palomo y Natalia Román Morte

(c) Agencia EFE