Dudas y denuncias sobre el tratamiento de residuos patogénicos en Argentina

Buenos Aires, 6 ago (EFE).- Cuarentena, reuniones prohibidas, transporte público exclusivo para trabajadores esenciales. Las precauciones se extreman con el avance de la pandemia de coronavirus en Argentina, ¿pero qué pasa con los residuos patogénicos de los enfermos de COVID-19 si ya antes de la irrupción del virus había denuncias sobre irregularidades en las plantas de tratamiento?

El volumen de residuos infecciosos crece al ritmo de los contagios y se multiplican las dudas acerca de cómo se disponen los que se generan en los hospitales y a dónde van los que provienen de centros de aislamiento o en los hogares de los enfermos leves, en lo que podría convertirse en una nueva amenaza sanitaria.

El sistema presenta fallas, admiten desde el Gobierno nacional, que debió cerrar o clausurar algunas empresas.

En 2019 se produjeron 4.000 toneladas de residuos patogénicos en Argentina y si bien tras el inicio de la cuarentena se redujo en un principio la cantidad de basura infecciosa, el sostenido crecimiento de los casos desde inicios de julio pone en jaque al sector, aunque todavía no entró en emergencia.

"La pandemia se torna un desafío más que importante", admite a Efe el secretario de Control y Monitoreo Ambiental argentino, Sergio Federovisky, "pero estamos en un porcentaje de ocupación manejable, con un volumen de capacidad ociosa del orden del 30 % en promedio en el país, aunque con algunas jurisdicciones más ajustadas".

DENUNCIAS, YA DESDE ANTES DE LA PANDEMIA

Meses antes de que irrumpiera la pandemia de coronavirus en Argentina ya había preocupaciones acerca de si los residuos infecciosos eran tratados de forma apropiada para que no se convirtieran en una amenaza a la salud pública.

La ONG Asociación Inquietudes Ciudadanas denunció a fines de 2019 ante la Justicia supuestas irregularidades en dos empresas internacionales que operan en la Argentina con residuos patogénicos, Stericycle y Veolia, con el fin de que se esclareciera "si efectivamente habían tratado los residuos que dijeron que habían tratado".

"Es un tema tan delicado que tiene sanciones penales. Si se está produciendo en el área metropolitana de Buenos Aires determinada cantidad de toneladas y las empresas no están pudiendo darle disposición final, ¿qué está pasando? No se puede acumular el residuo patogénico en un depósito cuatro meses", advierte a Efe el presidente de la ONG, el abogado Mario Capparelli.

Las sospechas se centran en que las empresas no habrían prendido sus hornos para quemar los desechos hospitalarios de acuerdo al volumen de residuos declarado y la Justicia ya libró los oficios a las compañías distribuidoras de gas para que informen el consumo que hubo.

"De acuerdo a lo que hayan consumido de gas se sabe qué volumen de residuos trataron", subraya el abogado de extensa trayectoria en derecho ambiental.

También existen sospechas acerca de si posteriormente los residuos patogénicos fueron enviados a un relleno sanitario habilitado o enterrados en cavas clandestinas: "Ignoramos qué hacen Stericycle y Veolia con los residuos que falsamente dicen tratar", sostiene la denuncia.

Ni la estadounidense Stericycle -que cotiza en la Bolsa de Nueva York y afrontó ya varias denuncias en su país- ni Veolia, de capitales franceses, respondieron a las consultas de Efe.

Senadores oficialistas de la provincia de Santa Fe (centro) presentaron en tanto un pedido de informes al Gobierno local sobre el posible tratamiento inadecuado de residuos patológicos, ante el riesgo de que podrían estar disponiéndose en basurales clandestinos y no incinerados.

FISCALIZACIÓN Y CLAUSURAS

Tras el cambio de Gobierno en diciembre pasado y la asunción del peronista Alberto Fernández, desde el Ministerio de Ambiente se llevó a cabo "un proceso de fiscalización muy exhaustivo", explica Federovisky.

"Recorrimos prácticamente todo el país, inclusive aquellas plantas que son sólo de habilitación provincial y aún así fuimos para constatar el estado de ellas. A muchas les hicimos pedidos de correcciones, algunas las cerramos temporariamente, algunas fueron clausuradas temporariamente para que se adecuen a las demandas que estaba exigiendo la pandemia", precisa.

El secretario de Control y Monitoreo Ambiental aclara no obstante que el caso de Stericycle es de jurisdicción de la provincia de Buenos Aires pero el Gobierno nacional acompaña en "la fiscalización del episodio y ayudando a la provincia a que la empresa recomponga su situación y vuelva a operar".

También se realizó una inspección en Santa Fe y tres de las empresas fueron "por distintos motivos sancionadas o multadas o se les exigió una nueva prueba de quemado en los hornos".

"Estamos encima de este tema", asegura Federovisky.

QUEMA O ENTIERRO

Los desechos hospitalarios y residuos patogénicos tienen un tratamiento especial, distinto de los comunes o de los peligrosos.

Luego de una recolección diferenciada, en un plazo de 24 horas los residuos infecciosos se deben esterilizar en un autoclave (vapor caliente a alta presión) para luego enterrarlos en un vertedero sanitario, o se los debe quemar en hornos especiales.

Ante la pandemia de coronavirus, el Gobierno argentino convocó a un comité de crisis para evaluar este tema, evaluar el estado de la capacidad instalada y tomar precauciones porque, aunque al inicio de la cuarentena en marzo el sector presentaba una capacidad ociosa de entre el 50 y el 55 %, se preveía un notable aumento del volumen de basura sanitaria.

Se firmaron convenios con la cámara empresaria del sector para permitir el tratamiento "por única vez, por razones excepcionales y con una autorización específica, de esos residuos patogénicos en plantas de residuos peligrosos", señala el secretario ambiental.

Y como "plan C", frente a un eventual desborde, se dialogó con plantas productoras de cemento para derivar los desechos hospitalarios, también en carácter excepcional, a los hornos de las cementeras, a la vez que se amplió en un 15 % un relleno (vertedero) de seguridad de residuos patogénicos en el área metropolitana de Buenos Aires, la región más poblada del país y principal epicentro de la pandemia de coronavirus, para liberar las plantas de autoclave.

¿Y LA BASURA DE LOS ENFERMOS EN ALBERGUES O EN SUS HOGARES?

Con más de 210.000 enfermos de COVID-19 en la Argentina, la basura infecciosa que se genera puede adquirir volúmenes insospechados y solo una parte se produce en hospitales; el resto, en centros de aislamiento y en hogares particulares.

Diputados opositores presentaron en el Congreso un pedido de informes acerca de cuál es el destino final de estos residuos, ya que por ejemplo solo en la ciudad de Buenos Aires llegó a haber algunos días hasta 4.000 personas aisladas de forma simultánea en albergues u hoteles contratados para tal fin.

Fuentes del Gobierno capitalino indicaron a Efe que la basura patogénica de hoteles y albergues es tratada por las mismas empresas que recolectan los desechos hospitalarios.

Pero los residuos generados en casas particulares van al sistema común de tratamiento.

"El tema de los residuos que se generan en los domicilios es muy difícil, por eso se ha pedido desde el primer día que la gente saque los residuos, que no separe durante este tiempo los residuos potencialmente reciclables y si lo hace, que los saque en días separados, que los deje en un contenedor y también con doble o triple bolsa", subraya el secretario de Control y Monitoreo Ambiental.

La clave es, asegura Federovisky, "encapsular" esa basura para que vaya directo a su enterramiento, sin manipulación o separación intermedia, para que nadie entre en contacto directo con ella y aumenten los riesgos de contagio e infección.

Cecilia Caminos

(c) Agencia EFE