La ciencia argentina, ante una nueva encrucijada tras cinco años de desgaste

Buenos Aires, 24 sep (EFE).- Después de más de diez años en el extranjero, Luciano Vellón, doctor y licenciado en genética, retornó a Argentina en 2014. Parecía el momento ideal para volver, con un "cierto renacer y dignificación" de la ciencia en su país, pero la alegría y el optimismo se esfumaron con asombrosa rapidez.

"Seguía habiendo esas trabas que hacían imposible mantener un trabajo mínimamente fluido y capaz de competir con el exterior", lamenta a Efe el biólogo, quien además es investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina, el organismo gubernamental que concentra gran parte de la producción científica del país austral.

Como tantos otros investigadores, Vellón ha sufrido en sus propias carnes el deterioro de la actividad científica en Argentina, agravado en los últimos cinco años por la caída en la dotación presupuestaria, la recesión de la economía nacional y, de forma más reciente, la crisis sanitaria causada por la pandemia, que ha postergado el ajuste salarial -motivado por la alta inflación- de los trabajadores del Conicet.

"Hay muchas ganas de dignificar nuestra situación, de recomponerla, pero optimismo, lo que se dice optimismo, no tengo. Pero evidentemente eso no va a hacer que uno deje de pelear por lo que cree", sostiene Vellón, que estos últimos meses ha compaginado su labor investigadora con la de voluntario en los testeos de COVID-19.

CINCO AÑOS DE RETROCESOS PRESUPUESTARIOS

La caída de la inversión argentina en ciencia ha sido lenta y progresiva: en 2015 suponía un 1,46 % del presupuesto y un 0,35 % del producto interior bruto nacional, pero desde entonces no ha hecho más que disminuir, hasta representar un 1,03 % del presupuesto y un 0,23 % de la economía, ya contraída por la recesión, en 2019.

Todo ese desgaste afectó directamente al Conicet, institución que perdió "un 30 % del presupuesto en términos reales" desde 2015 y que "tenía las becas de doctorado y posdoctorado por debajo de la línea de pobreza" cuando Ana Franchi, doctora en química, asumió las riendas del organismo en diciembre del año pasado.

"Desde el año 2016, ese ingreso a la carrera de investigador se había reducido muchísimo, teníamos una pérdida muy importante de personal administrativo y una caída salarial de entre el 40 y el 45 %. Los subsidios para investigar estaban muy desactualizados y no se estaban pagando, se debían muchísimos subsidios", asevera Franchi a Efe por videoconferencia.

Con la llegada del nuevo "Gobierno de científicos", tal y como definió el presidente Alberto Fernández a su gabinete en marzo de este año, se aprobó una mejora de las becas doctorales y posdoctorales de "aproximadamente un 52 %", comenzaron a pagarse subsidios pendientes de otros años y se incrementó hasta un 57 % el número de personas que ingresaron en el Conicet, según Franchi.

Aun así, muchos de los problemas que arrastraba la institución se mantuvieron hasta el punto de afectar a la propia producción científica, como es el caso de Mirna Biglione, investigadora principal del Conicet, que hace un mes tuvo que elegir dónde publicaba un artículo "según la conveniencia económica de la revista".

"El factor del impacto de la revista va también a reflejarse en cómo nos van a evaluar, y la evaluación va a impactar tal vez en un cambio o en una promoción de categoría más adelante, entonces termina siendo un círculo vicioso", señala a Efe la científica, quien, al igual que Vellón, trabaja de forma voluntaria en las pruebas de coronavirus.

UNA PANDEMIA QUE LO EMPEORÓ TODO

Pese a todos esos inconvenientes, la ciencia argentina no se paralizó con la irrupción del coronavirus, más bien al contrario: kits de diagnósticos rápidos de COVID, estudios con suero equino hiperinmune o mascarillas antivirales son algunos de los avances liderados por investigadores del Conicet en los últimos meses.

"(Esto) demostró claramente que tenemos un potencial de poder desarrollar nuestra industria, de flexibilizarnos y adaptarnos ante una situación de emergencia, que fue a nivel de todo el mundo", afirma Biglione.

Sin embargo, desde el propio directorio del Conicet reconocen que la pandemia postergó otro de los asuntos pendientes de la institución, los bajos salarios, que fueron actualizados por última vez con un ajuste del 28 % a principios del 2019, un año en el que las estadísticas oficiales constataron un aumento de la inflación del 53,8 %.

"Un investigador de la primera categoría (asistente), que eso conlleva fácilmente diez años de formación entre grado y posgrado, está ganando un poquitito por encima de la línea de pobreza aquí en Argentina", destaca Vellón.

De hecho, la pérdida de poder adquisitivo de los sueldos, motivada tanto por la subida de precios como por la devaluación del peso argentino, ha provocado que su valor cayera a niveles del año 2006, según las autoridades del Conicet.

Por todo esto, científicos de todo el país comenzaron a movilizarse en agosto para exigir un ajuste urgente de su salario, convocando asambleas y paros virtuales, aunque la única solución por el momento ha sido un "bono extraordinario" a los investigadores de 5.000 pesos (unos 63 dólares) para septiembre y octubre.

En este sentido, la presidenta del Conicet reconoce que "los salarios están bajos" y que este reclamo es "absolutamente justo", agregando que la institución, de más de 60 años de historia, necesita de un convenio colectivo de trabajo.

"No tenemos una paritaria propia, como tienen los profesores, nosotros estamos en la administración pública nacional (...). El Conicet nunca tuvo un convenio colectivo de trabajo, (el cual) nos permitiría discutir especificidades de nuestra propia tarea y la posibilidad de tener una paritaria propia", argumenta Franchi.

UNA RECUPERACIÓN CONDICIONADA POR LA SITUACIÓN ECONÓMICA

En cualquier caso, Franchi confía en que pronto haya una paritaria que "recupere en parte lo salarial" y que el año que viene se siga adelante con la recuperación y una "posible jerarquización" del Conicet, algo condicionado por la situación económica del país suramericano.

"Todo (el sistema de ciencia y tecnología) perdió muchísimo, porque no sólo perdió el porcentaje que tenía la función científica y técnica sobre el PIB, sino que es un PIB mucho más chico el de 2020 que el que había en 2015. La pérdida anda entre los 800 y los 900 millones de dólares de todo el sistema, no sólo del Conicet", subraya la responsable de la institución.

"Eso hay que remontarlo -agrega- y es muy difícil remontarlo en un año, mucho menos en un año como este".

Los investigadores son conscientes de esta realidad, que afecta a todas las capas de la población en Argentina, pero insisten en que necesitan "soluciones" para "restablecer sus derechos", los cuales, según Mirna Biglione, "están perdidos desde hace muchos años".

"Si uno quiere reivindicar la ciencia, tenemos que empezar por defender a los científicos y las científicas, empezar por ahí (...). Tenemos cierta esperanza de jerarquizar, de dignificar la ciencia, porque por eso estamos haciendo un reclamo basado en un diálogo", defiende la científica del Conicet.

Pese a todas las frustraciones y decepciones de los últimos cinco años, la actividad investigadora nunca se ha detenido ni se detendrá en el país suramericano, considerado por diversos ranking internacionales como uno de los máximos exponentes científicos de América Latina.

Javier Castro Bugarín

(c) Agencia EFE