Birmania entra en campaña electoral entre conflictos armados y la pandemia

Rangún (Birmania)/Bangkok, 9 sep (EFE).- Marcada por las restricciones impuestas por la pandemia, Birmania entró este martes oficialmente en campaña electoral para las elecciones generales del 8 de noviembre, en las que se espera que la todavía popular líder Aung San Suu Kyi revalide su mandato, pese a los conflictos no resueltos que asolan al país.

La premio nobel de la paz, que mantiene una gran popularidad en el país pese a las condenas en el extranjero por la represión contra la minoría rohinyá durante su mandato, decidió no celebrar el primer acto de campaña previsto para hoy a petición del Ministerio de Sanidad.

Suu Kyi, líder de la Liga Nacional para la Democracia (LND), pidió que sus partidarios colgaran la bandera del partido en sus casas durante una campaña en la que la Comisión Electoral ha prohibido mítines de más de cincuenta personas y cualquier tipo de acto en distritos confinados por la COVID-19.

Birmania, tras dos meses sin contagios locales, vive desde hace dos semanas un rebrote y registra 1.518 casos y 8 muertos.

EL PROGRAMA DE LA LND

Las dos principales promesas electorales de la LND son "instaurar una unión federal con igualdad de derechos para todos los ciudadanos" y "hallar las causas últimas de los conflictos internos y mantener un diálogo político basado en el respeto mutuo para conseguir una paz duradera", en referencia a las guerras con grupos armados etnonacionalistas que se han prolongado durante decenios.

Suu Kyi ha convertido la paz en uno de sus objetivos fundamentales desde que accedió al poder en 2016, y ha continuado el proceso iniciado por su antecesor, el exgeneral Thein Sein, que tomó el poder en 2011 tras casi cinco decenios de dictadura militar, pero sucesivas conferencias de paz organizadas por la líder han dado escasos resultados.

Sólo dos pequeños grupos armados han firmado la tregua durante el mandato de Suu Kyi y la cuarta ronda del proceso de paz, celebrada este mes de agosto, concluyó sin ninguna firma nueva y fue boicoteada por varias guerrillas.

EL PODER DEL EJÉRCITO

Uno de los mayores obstáculos para el proceso de paz es la autonomía de la que disfruta el Ejército, que la Constitución de 2008 diseñada por la junta militar entonces en el poder pone fuera del control del Gobierno civil.

Además, la Carta Magna reserva una cuarta parte de los escaños del Parlamento a militares designados por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que además controla tres ministerios: Defensa, Interior y Fronteras.

Por estas razones, aunque la formación política afín al Ejército, el Partido para el Desarrollo y la Solidaridad de la Unión (PDSU) fracase en los comicios del próximo noviembre, como ya hizo en 2015 al obtener un total de 41 escaños frente a los 349 de la LND, los uniformados tienen asegurada su cuota de poder.

GUERRA EN EL ESTADO DE ARAKAN

En la actualidad, el conflicto más encarnizado tiene lugar en el estado de Arakan (Rakáin, en el oeste del país) entre las Fuerzas Armadas birmanas y la guerrilla del Ejército de Arakan (AA), designada "organización terrorista" en febrero, que se recrudeció a partir de enero del año pasado y ya ha desplazado a casi 100.000 civiles, según datos de la ONU.

Arakan fue el único territorio en el que la LND perdió en las elecciones de 2015, ya que obtuvo la mayoría de los votos el Partido Nacional de Arakán (PNA), que demanda la autonomía del estado y, como el AA, representa los intereses de la etnia mayoritaria en el estado, los rakáin, predominantemente budistas.

Sin embargo, algunos dudan de que los comicios lleguen a celebrarse este año en el estado.

"No podemos decir con seguridad si se llegaran a organizarse las elecciones en Arakan, ya que no podemos salir y hacer campaña en nuestros distritos, mientras que los funcionarios del gobierno se mueven libremente mostrando sus obras", se queja a Efe Khine Moe Tun, director de la campaña del PNA.

LOS EXCLUIDOS DEL PROCESO ELECTORAL

Los grandes excluidos en estas elecciones son los miembros de otra etnia procedente de Arakan: los rohinyás, a los que en su mayor parte el Gobierno arrebató la ciudadanía a principios de la década de 1990 y ha sometido durante décadas a un régimen de discriminación por considerarlos inmigrantes ilegales procedentes de Bangladés, a pesar de llevar generaciones viviendo en el país.

Los rohinyás, predominantemente musulmanes en un país de mayoría budista, no pudieron votar en las elecciones de 2015 y en esta ocasión tampoco podrán hacerlo, mientras que las autoridades rechazaron en agosto las candidaturas de cinco de ellos, miembros del Partido para la Democracia y los Derechos Humanos (PDDH).

"Pude participar en las elecciones de 1990 y de 2010 debido a que mis padres tenían la ciudadanía, así que decidí presentarme este año también. Pero me rechazaron alegando que mis padres no eran ciudadanos antes de que yo naciera, por lo que entiendo que la decisión no fue legal", señala a Efe Abu Tahay, uno de los miembros del PDDH cuya candidatura fue desestimada.

Los rohinyás fueron víctimas hace tres años de una brutal campaña militar en la que miles fueron masacrados y que expulsó a más de 700.000 de ellos a Bangladés, donde permanecen en el complejo de campos de refugiados más grande del mundo.

Por aquella campaña, el Gobierno y el Ejército birmanos se enfrentan a una acusación de genocidio en la Corte Internacional de Justicia en La Haya, cuya defensa fue encabezada el pasado mes de diciembre por la misma Aung San Suu Kyi, lo que suscitó fuertes críticas en todo el mundo, pero no hizo mella en su popularidad en Birmania, donde los rohinyás apenas cuentan con apoyos.

Mratt Kyaw Thu y Carlos Sardiña Galache

(c) Agencia EFE