La dependencia del mejillón de Bulgaria preocupa a algunos hosteleros rumanos
Los mejillones negros producidos en Rumanía son exclusivamente silvestres, recolectados en grandes profundidades y zonas rocosas. Aunque son tan buenos como los búlgaros, son más pequeños y mucho más escasos que los producidos mediante acuicultura.
El empresario rumano Matei Datcu dice a 'Euronews' que la mayoría de los mejillones que sirven en su restaurante los obtienen de Bulgaria. "Intentamos criarlos nosotros mismos y recogerlos en el mar Negro, en nuestra zona. Pero han surgido todo tipo de problemas (...) y nos empujan hacia los búlgaros, lo que no me parece del todo bien".
Datcu lleva años esperando la luz verde de las autoridades para poder cultivar mejillones rumanos en el mar, cerca del restaurante de su propiedad. Ha invertido en espacios de almacenamiento y en máquinas de limpieza de arena para bivalvos, que se encuentran en desuso.
"Aquí tenemos una estación de desarenado. No la he inventado yo, es de Italia, certificada y todo. Las conchas deberían haber sido sacadas del mar, traídas aquí, desarenadas, limpiadas, analizadas y enviadas directamente a la mesa de los turistas", dice Datcu, que asegura que "prácticamente todo está listo, salvo la legislación adecuada".
Turismo de mejillones en el país vecino
Los rumanos llevan mucho tiempo consumiendo mejillones de Bulgaria y, a menudo, también acuden directamente al país vecino para conseguirlos. Las famosas granjas búlgaras de mejillones de Dalboka suponen un filón para los comerciantes.
Los mejillones negros se recogen directamente del mar y luego se transportan en barco hasta el restaurante, donde los comensales pueden disfrutar de ellos. Muchos de los que acuden a comer a los restaurantes búlgaros son rumanos, aficionados al pescado y al marisco fresco del mar Negro.
Sin un acuerdo como el que anhela Matei Datcu, la costa rumana corre el riesgo de perder a turistas que, en busca de mejillones con la fama de los de Bulgaria, podrían cruzar la frontera con el país vecino.