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El viaje intercultural del vocabulario de la salud

<span class="caption">El filósofo y médico cordobés Averroes en un detalle de fresco _El triunfo de Santo Tomás de Aquino_, en la capilla de los españoles de la basílica de Santa Maria Novella, Florencia, Italia.</span> <span class="attribution"><a class="link " href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Andrea_di_bonaiuto,_apotesosi_di_san_tommaso_d%27aquino,_11_sabello,_nestore_e_averro%C3%A8.JPG" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Wikimedia Commons / Sailko;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas">Wikimedia Commons / Sailko</a>, <a class="link " href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:CC BY-SA;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas">CC BY-SA</a></span>

La historia está repleta de situaciones de contacto lingüístico masivo entre comunidades. Estos contactos pueden deberse a migraciones, intercambios comerciales, conquistas militares o uniones dinásticas. El contacto suele implicar la transferencia de elementos lingüísticos de una comunidad a otra, aunque no siempre en las dos direcciones.

Cuando una comunidad se impone a otra, la dominada tiende a importar vocabulario y estructuras gramaticales del idioma dominante. En algunos casos, se llega a producir una sustitución lingüística completa, como en el caso del ibero por el latín o las lenguas amerindias por el castellano.

Pero a veces la historia cambia de tendencia y la comunidad dominada recupera su autonomía o incluso se impone sobre su anterior dominadora. Muchas de las actuales lenguas nacionales europeas han experimentado períodos de dominación por parte de otros idiomas.

Analizando un corpus multilingüe del ámbito de la salud encontramos trazas significativas de estos procesos, particularmente en el léxico. Aunque no todos los préstamos son debidos a una imposición militar o política, sino también a los intercambios económicos o a una preponderancia cultural o tecnológica.

El inglés, una lengua germánica romanizada

El inglés actual deriva de los dialectos germánicos hablados por las tribus anglosajonas asentadas en la Gran Bretaña durante la alta Edad Media. Sin embargo, aquella lengua ha experimentado transformaciones profundas relacionadas con varios episodios de dominación.

Una de ellas se produjo como resultado de las incursiones vikingas. Se estima que el inglés tomó alrededor de dos mil palabras de su primo hermano el nórdico antiguo, varios centenares de las cuales sobreviven en inglés estándar moderno. Pensemos en términos tan básicos como ill (enfermo), leg (pierna) o weak (débil).

La gran transformación del inglés se produce a partir de la conquista normanda de 1066. El francés anglonormando se convierte en el idioma de la realeza y de la nobleza de Inglaterra, de la clase alta y de la administración.

El inglés hablado durante este período, subordinado hasta finales del siglo xv, recibe una influencia enorme del franconormando áulico. Y aunque posteriormente el inglés recuperó su estatus, el francés no ha dejado nunca de influir en su léxico: se calcula que un 28 % tiene este origen. Así nos encontramos con galicismos como painful, retarded o injured.

Influencia cultural grecolatina

Pero en el ámbito de la salud el origen de la mayor parte del léxico inglés hay que buscarlo más bien en un predominio de tipo cultural: nos encontramos con un idioma de origen germánico que se sirve de modo sistemático de las raíces grecolatinas para constituir su vocabulario culto y específicamente el de las ciencias de la salud: vital, schizoid, autistic, cerebral, mental.

A partir del Renacimiento y hasta bien entrado siglo XVIII, la lengua de referencia para la cultura en la Europa Occidental era el latín clásico, ya que se trataba de la interlengua primero religiosa y luego también académica.

Cuando las lenguas románicas como el castellano o el catalán necesitan crear términos nuevos para referirse a conceptos científicos, se recurre a las raíces latinas y griegas (mamilar, histérico, terapéutico, biparietal).

Este fenómeno se produce también en inglés, ya que, a pesar del origen germánico de esta lengua, la comunidad lingüística inglesa, en los periodos mencionados, se encuentra inscrita en el mismo entorno cultural y académico que las lenguas románicas occidentales.

La nuca del árabe y el médico gótico

En la Península Ibérica, uno de los episodios más relevantes de hegemonía política y cultural es el del árabe, desde el siglo VIII hasta el XV. La superioridad tecnológica y económica de al–Ándalus sobre los señoríos cristianos que se expandieron de norte a sur se detecta aún hoy en una notable presencia de léxico de origen árabe en portugués, castellano y catalán. Así, las lenguas románicas tomaron términos del léxico científico árabe como aldehído, elixir, jarabe, alcohol.

Una palabra árabe que ha pasado a varias lenguas europeas sería la nuca (parte posterior del cuello). Según parece, la voz española deriva del término árabe nuha (médula espinal). Al traducir los textos médicos árabes al latín, este término se transcribía como nucha.

Una lectura equivocada de los pies verticales de la grafía nu habría producido la interpretación incorrecta en “mi” en algunas transcripciones. Así, nucha se habría convertido en algún texto latino en micha, y de este latín médico se habría incorporado al checo, donde mícha significa exactamente médula espinal.

Como cualquier otro idioma, el checo presenta préstamos procedentes de diversas lenguas. Uno de los más consolidados es la palabra lékař (médico). Aunque podríamos pensar que se tratara de una palabra patrimonial eslava (de hecho, se usa también en polaco y en eslovaco), parece ser un préstamo antiguo del gótico lekeis, el cual lo habría tomado a su vez del celta.

Este ejemplo ilustra bastante bien los movimientos migratorios protagonizados por los pueblos celtas, germánicos y eslavos y las consiguientes situaciones de contacto lingüístico, de conflicto, de dominación y, eventualmente, de sustitución que ha vivido Europa.

El eslavo eclesiástico, con permiso del alemán

Vista la gran preponderancia de la terminología médica de raíz grecolatina en las lenguas románicas y en inglés (por encima del 80 % en nuestro corpus), podríamos esperar porcentajes similares en todas las lenguas europeas.

Sin embargo, en checo encontramos que la mitad de los cultismos del ámbito de la salud se resuelven a partir de raíces eslavas (como, por ejemplo, meziobratlová “intervertebral”). Hay dos factores que explican este fenómeno: el papel histórico del eslavo eclesiástico y la influencia indirecta del alemán.

En las épocas iniciales del checo, la función de lengua culta la compartían el latín y otra lengua eclesiástica, basada en las variedades eslavas más próximas a Bizancio y utilizada para la predicación y cristianización de los pueblos eslavos.

Más tarde y durante trescientos años, el alemán ocupó una posición dominante sobre el checo. Paradójicamente, la gran influencia alemana sobre el checo se podría observar más en el modo en que se crean los neologismos que en su origen concreto.

La trayectoria particular del alemán

Sabido es que el alemán, desde el Romanticismo, emprende una ingente tarea de creación léxica culta a partir de raíces germánicas. Se separa así de lo que ocurre en inglés, donde, como hemos visto, se recurre a un léxico grecolatino común con las lenguas románicas.

A partir del siglo XVIII, el checo adquiere el estatus de lengua culta y se intentan evitar los préstamos germánicos con la creación de léxico de raíz eslava.

Pero aun alejándose del léxico alemán, el checo no se acercó a la praxis del inglés, abrazando masivamente la entrada de neologismos grecolatinos, sino que tendió a recurrir a las raíces eslavas, tal como operaba el alemán con las germánicas.

Así pues, un reflejo indirecto e involuntario de la secular dominación alemana sobre la comunidad lingüística checa quizá sea, precisamente, esta tendencia a buscar soluciones endógenas para los neologismos, en lugar de recurrir a las raíces grecolatinas, como han hecho otras lenguas europeas.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Adéla Kotatkova no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.