Esta es la razón por la que a veces sentimos que nos caemos sin motivo

Hombre cayendo al vacío. (Imagen creative commons vista en Pxhere).
Hombre cayendo al vacío. (Imagen creative commons vista en Pxhere).

¿Recuerdas cuando jugabas de niño a dar vueltas y más vueltas sobre ti mismo? Cuando te detenías súbitamente, tu cerebro híper-estimulado no “entendía” la situación y es como si todo siguiera moviéndose a tu alrededor, pese a tu precaria inmovilidad. ¿Alguna vez al bajarte de una cinta transportadora de pasajeros en un aeropuerto (o más sencillo aún, al bajarte de un barco) has tenido la sensación de que te ibas a caer? ¿Te has mareado en el cine viendo una persecución trepidante en la gran pantalla desde la oscuridad de tu asiento?

Todos estos fenómenos están relacionados con una región del oído interno conocida como sistema vestibular, que es el responsable tanto de que mantengamos el equilibrio, como de darnos la sensación de ubicación espacial.

Cuando esta región sufre una alteración, podemos llegar a experimentar sensaciones irreales de movimiento en dos formas diferentes: que somos nosotros quienes nos movemos, o bien que es el suelo que pisamos el que se mueve. Los no expertos solemos referirnos a esas sensaciones como vértigo, aunque no son exactamente lo mismo.

Para explicar qué es exactamente lo que provoca estas molestias, en Gizmodo han hablado con tres expertos en la materia, que han dado información muy interesante.

Helen S. Cohen, profesora de otorrinolaringología en la Facultad de Medicina de Baylor (Texas) explica que hay cierta diferencia entre el vértigo (una ilusoria sensación de movimiento cuando uno sabe que está quieto) y la oscilopsia (la sensación de que no te estás moviendo, sino que es el mundo a tu alrededor el que se mueve).

No obstante ambas sensaciones se producen por los citados problemas en el sistema vestibular. Este parte del oído interno se compone de unos receptores situados en el laberinto vestibular, compuestos por sacos diminutos llenos de líquido. Estos sacos funcionan como un conjunto de acelerómetros, que le dan al cerebro información sobre la dirección, velocidad y distancia del movimiento que realizamos.

En ocasiones, incluso las personas que no sufren disfunciones en el sistema vestibular pueden experimentar vértigo de forma temporal. Esto explicaría el mareo que sentías de niño cuando detenías súbitamente un giro prolongado, o cuando te bajas de un barco tras un paseo un día de oleaje. En ambos casos la región del cerebro que recibe la información del sistema vestibular se ve sobreestimulado, almacena los datos y tarda un rato en recuperar la normalidad.

En cuanto al caso de la persecución en el cine de la que también os hablé, esa sensación de que uno también se mueve la recibimos a través de la vista. Así pues, las imágenes visuales en movimiento también pueden provocar vértigo. La razón es que los mismos centros de procesamiento cerebral que obtienen datos del sistema vestibular, reciben también información a través de los ojos.

El neurotólogo (una nueva especialidad de la medicina relacionada con la neurología y la otorrinolaringología) Erik S. Viirre de la Universidad de California en San Diego, ahonda un poco más en la materia. En su opinión la causa más habitual de esta desagradable sensación es el vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB), mal extremadamente común que experimentan cada año decenas de millones de personas.

Las partes del oído interno responsables del equilibrio son dos: el vestíbulo y los canales semicirculares. En el vestíbulo se encuentran los sacos de los que os hablaba antes, que se llaman utrículos. Estos, además de líquido contienen unos cristales diminutos de carbonato de calcio llamados otoconias. Si uno o varios de estos cristales salen de su posición original (bien sea por una lesión, infección, o por la edad) pero se quedan dentro del saco, acaban por disolverse sin problemas. Pero en otras ocasiones, las otoconias alcanzan los canales semicirculares vecinos (órganos responsables de detectar la rotación de la cabeza), y ahí es donde vienen los problemas de vértigo cuando se adoptan ciertas posiciones.

El profesor Viirre explica no obstante que existe una maniobra llamada de Epley que en apenas dos minutos resuelve el problema mediante una serie de giros de la cabeza. Una lástima que mucha gente no se atreva a ir al médico, porque según él ha tratado a gente que llevaban 25 o 30 padeciendo un problema de mareos cada vez que inclinaban la cabeza en un modo concreto.

La última experta consultada es Alaina Bassett (profesora de otorrinolaringología de la Universidad del Sur de California), explica que el sistema vestibular es el responsable también de determinar la posición de nuestra cabeza al respecto de la gravedad. Con cinco órganos vestibulares a cada lado de la cabeza, somos sensibles al movimiento en los planos de alabeo, cabeceo y guiñada.

Antes habíamos hablado de que el sistema visual también juega su parte en la coordinación del nuestro cuerpo a medida que nos movemos, pero existe otro sistema más involucrado: el sistema somatosensorial. En caso de un problema en la sensibilidad de nuestro sistema vestibular, los otros dos sistemas involucrados tomarán el control para mantenernos a salvo.

En fin, puede que los acelerómetros de vuestros smartphones os parezcan de lo más sofisticados, ya que giran las imágenes en pantalla para que siempre las veáis correctamente, independientemente de la postura en la que estéis y el modo en que hayáis agarrado el aparato. Sin embargo os aseguro que el sistema diseñado por la naturaleza para guiar nuestros pasos y evitar que nos caigamos es infinitamente más complejo.

Me enteré leyendo Gizmodo.

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