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Toda la verdad sobre los hammams de Marruecos

Yahoo Travel Explorers
Por Meagen Collins

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¿Serías capaz de desnudarte en un lugar como este con extraños? (Foto: Dongyi Liu / Flickr)

Lo cierto es que Marruecos era uno de los últimos países en los que hubiera imaginado que terminaría en un recinto repleto de mujeres casi desnudas. El nudismo o el topless es habitual en los hammams marroquís y yo, como extranjera, no quería sino seguir las costumbres locales.

Bañarse rodeado de otras personas sin nada de ropa no es algo habitual en las culturas occidentales. Bueno, cuando era pequeña, en realidad, mi madre nos metía a mi hermano y a mí juntos en la bañera y tomaba un sinfín de fotos completamente vergonzosas que reaparecerían casi por arte de magia en nuestros cumpleaños de 18 años. Desde entonces, la verdad es que el momento del baño ha sido algo privado y en completa soledad.

No es así en Marruecos.

En este momento, quizás tengas dos preguntas rondando tu cabeza:

  1. ¿Acaso no es Marruecos un país musulmán donde la gente es bastante conservadora? Sí. Las mujeres se cubren para mostrarse en público. Muchas lo hacen usando pañuelos, e incluso hay unas pocas que siguen llevando un burka que les cubre toda la cara.

  2. Sinceramente, ¿por qué iba a querer yo, una mujer de 31 años, bañarme con un montón de completas desconocidas? La única respuesta posible es: por diversión. Además, es lo que se hace en un hammam marroquí. Es algo completamente normal.

En realidad nunca había oído hablar de lo que era un hammam hasta que llegué a Marruecos. No tenía ni idea de que era una suerte de pasatiempos cotidiano allí.

Así que, antes que nada, veamos de qué va el asunto:

¿Qué es un hammam marroquí?

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La entrada a un hammam en Marrakech… siempre son baños para varones o mujeres.

Hammam es sencillamente un sinónimo de “baño”.

Quizás hayas oído hablar de los baños turcos o romanos, en Marruecos la costumbre de ir a un baño público es igual de importante. De hecho, hombres, mujeres y niños (separados, por supuesto) hacen una visita semanal a su hammam local, siguiendo una especie de ritual. Pasan horas bañándose, exfoliándose la piel y conversando con amigos.

En realidad, se trata de un encuentro social, aunque más “al desnudo”. No soy una persona retrógrada, así que decidí darle una oportunidad.

Qué puedes esperar de un hammam marroquí (historias de la zona reservada para mujeres):

Evidentemente, no podemos enseñar ninguna foto del interior del hammam. Pero créeme, es muy diferente de lo que se ve en las calles de Marruecos.

El hammam es el único lugar fuera de sus casas donde las mujeres se descubren. Y fue realmente fascinante ver lo comodísimas que se sienten, incluso teniéndome a mí por allí. De hecho, muchas charlaron e incluso se rieron conmigo a medida que iba descubriendo por primera vez el ritual del hammam.

Es genial ver las curvas que tienen todas ellas, no existen complejos por el peso. De hecho, en Marruecos se valoran mucho más las curvas que la delgadez. A mí novio Tom le ofrecieron –en broma– 300 camellos por mí, y el hombre que se lo decía no paraba de repetir “le doy cuscús a mi mujer día y noche y ni siquiera así gana peso; con tu mujer sería más fácil”. Dado que he escrito mucho sobre tener una imagen positiva del propio cuerpo, fue un alivio poder entrar ahí sin estar pendiente de mi aspecto. En un hammam marroquí se sienten cómodas las mujeres de todas las tallas.

Ni bien entres te encontrarás con un vestuario, casi como en un gimnasio, donde puedes desnudarte y dar tu ropa a las chicas que cuidarán de tus cosas. En muchos hammams de Marruecos está permitido acceder con ropa interior, así que si quieres puedes evitar quedarte como Dios te trajo al mundo.

En este momento, llegó una chica y me pidió mi entrada, la que me había dado un chico en la recepción. De esta manera, las chicas sabían exactamente por qué servicios había pagado. La que me atendió no hablaba ni pizca de inglés, parecía que la cosa iba a ser divertida.

La siguiente parada es el baño de vapor. Allí hay un montón de mujeres que se bañan a sí mismas y las unas a las otras. También puede que te encuentres con niños (súper bonitos) haciendo tonterías sentados en cubetas. En este hammam no había bañeras, pero sí agua caliente para llenar tu cubeta.

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La entrada al hammam que yo visité, el Eranouk Hammam Essaouira, en Marruecos.

Yo fui a un lugar que se encontraba en un barrio residencial de la pequeña ciudad de Essaouira. No estaba pensado para turistas o visitantes en busca de lujos. Es más, no suelen ir muchos extranjeros. Era muy sencillo, tenía azulejos en los suelos y las paredes y muy pocos elementos decorativos. Era un lugar para limpiarse y socializar, no para sentirse mimado. Se encuentra justo al final de una callejuela y es un poco complicado encontrarlo. Los taxistas, no obstante, saben dónde está.

Fue una experiencia auténtica, propia del lugar que visitaba.

La exfoliación

Me llevaron a la sala de exfoliación. Había una esterilla en el suelo y me pidieron que me acostara sobre ella. Dejando al margen cuántos culos desnudos o semidesnudos habrían pasado antes por allí, hice lo que me pidieron. La chica tomó el guante de kessa y comenzó a exfoliar la piel muerta de todo mi cuerpo.

Cosas a tener en cuenta:

  1. El guante de kessa parece un pedazo de papel de lija al que le dieron forma de guante.

  2. Es realmente repugnante la cantidad de piel muerta que se desprende del cuerpo.

  3. Puede doler un poquito. Recuerda lo que dije sobre el papel de lija…

Creo que la chica fue amable conmigo, había leído historias de otras occidentales a las que habían exfoliado la piel hasta dejarlas al rojo vivo. Aunque resultó un poco incómodo y doloroso, no fue nada que no pudiera soportar. Recuerda que si son demasiado brutos contigo tienes que decir “beshwiya, beshwiya”, que quiere decir “despacio, despacio”, y así conseguirás que traten mejor a tu pobre piel.

Después de la exfoliación y de limpiarme con agua, era hora de pasar a la sala del champú, donde me lavaron el pelo, pero no como en una peluquería. No es de esas veces que piensas “me encanta que me laven el pelo cuidadosamente y dándome un masaje”. Se trata de algo mucho más básico pero que al fin y al cabo funciona. Me enjabonó y después me lanzó una cubeta de agua sobre la cabeza para retirar el champú y, para no quedarse corta, repitió el aclarado.

El masaje con jabón negro

Se supone que el jabón negro tiene muchos antioxidantes y un montón de ventajas increíbles para la piel. Con esa idea en la cabeza, creía que sería algo realmente exótico, pero no sabía qué esperar del “masaje”. Me han dado masajes en muchos países y he visto de todo: desde los que son una especie de éxtasis relajante hasta esos en los que dices “Dios mío, ¿por qué me estás causando tanto dolor? ¡Se suponía que esto iba a relajarme!”.

Hoy, sin embargo, tumbada en una esterilla de dudosa higiene en el suelo de un extraño balneario, recibí el masaje que se les da a las mujeres blancas. Le dije que podía apretar más fuerte y lo hizo, pero apenas un poquito. A Tom, que estaba recibiendo el tratamiento masculino justo al lado, parece ser que lo amasaron y retorcieron como a un pretzel… su historia la dejaremos para otro día.

Creo que me quedo con el masaje para mujeres blancas, ¡gracias!

Cuando terminó de darme mi mini masaje, volvió a arrojarme sin preámbulos otra gran cubeta de agua sobre la cabeza, para retirar los restos del jabón negro.

El momento del baño con jabón común

Luego llegó el momento de la ducha con jabón común. La chica enjabonó todo mi cuerpo (permitiéndome limpiar yo misma mi zona íntima). Debo decir que es extraño que alguien te limpie. Estamos acostumbrados a ver cuadros antiguos en los que las damas tomaban placenteros baños rodeadas de sus sirvientes y en bañeras llenas de leche. Pero en el Hammam Eranouk se trata de un enjabonado rápido justo antes de que te tiren por encima otra cubeta de agua.

Y así terminó mi experiencia en el hammam. Me llevaron otra vez al vestuario, donde las chicas me devolvieron mi ropa. Conseguí decir un rápido “shokran” (“gracias” en árabe) justo antes de que se pusiera a exfoliar a otra mujer. Después de 45 minutos, todo había acabado y estaba otra vez de vuelta al mundo real de Essaouira, exfoliada, limpia y resplandeciente. Después de todo, no fue una experiencia que me dejara un mal recuerdo.

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Evidentemente, fue una experiencia totalmente auténtica, en absoluto pensada para turistas. Hay algunos fantásticos hammams marroquís que ofrecen tratamientos de spa de primera que te relajan y en los que te miman hasta reconfortarte el alma. Pero a mí me gustó lo curioso de mi experiencia local. Al menos tengo una buena historia que contar.