“Me veo a mí mismo en los refugiados sirios”

Con una infancia en los campos de desplazados internos en Uganda y un hermano secuestrado por el Ejército de Resistencia del Señor (LRA), el candidato a Premio Nobel de la Paz Victor Ochen ha dedicado toda una vida a luchar por la paz y la justicia desde mucho antes que esto se convirtiera en el punto 16 de los Objetivos Mundiales de la ONU.

Victor Ochen –en el medio, de traje– fotografiado junto a voluntarios de AYINET (Fuente: AYINET).

El Ejército de Resistencia del Señor ha sido protagonista de muchas historias horribles en Uganda, y yo las viví; y elegí luchar por la paz, aun cuando ese ideal no era popular.

Nací en el campo de refugiados de Abia, en el distrito de Lira, en el norte de Uganda –una zona en conflicto bélico– y crecí en campos de desplazados internos. Los primeros 21 años de mi vida los pasé evitando ser asesinado, herido o secuestrado, preocupándome por conseguir algo de comida, ropa para vestirme o un lugar donde dormir.

Cualquier asomo de sueños esperanzadores de un futuro mejor se veía eclipsado por la posibilidad, siempre latente, de que el terror se apoderase de mí.

Durante más de siete años, viví con una comida al día, o pasé algunas jornadas sin nada. Si no nos mataba la desnutrición ni nos asesinaban los soldados, podíamos morir a causa de enfermedades como la malaria, el sarampión y el cólera.

Así es la vida en lugares azotados por la guerra. Así se vive en Siria, Sudán del Sur, Somalia, Darfur y en muchos otros lugares del mundo.

Me veo a mí mismo en los refugiados sirios. Me veo reflejado en esos y esas jóvenes que arriesgan sus vidas para cruzar a Europa.

Publicación original del huffingtonpost

Cuando vivía en el campo de refugiados –mientras el llanto me abrumaba y no podía dejar de preguntarme por qué nunca iba a vivir en paz– dediqué tiempo a pensar varias cuestiones. La principal: ¿qué haría si fuese un líder mundial para cambiar las cosas? ¿Qué podría hacer mejor si tuviese una posición de influencia?

Esas preguntas cambiaron mi forma de pensar, y en 2005 comencé la African Youth Initiative Network (AYINET). Nuestro objetivo es crear una sociedad que funcione, sea inclusiva y promueva la confianza mutua.

Hasta la fecha, AYINET ha proporcionado rehabilitación médica y psicológica a más de 5.000 víctimas de violencia sexual y mutilación (labios, nariz, orejas y manos cortadas).

Lo más importante de nuestra estrategia para conseguir paz y justicia es lograr que los jóvenes se involucren. Si el mundo quiere alcanzar los Objetivos Mundiales para el 2030, tiene que abrazar la energía y el entusiasmo de los jóvenes y debe hacerlos participes del cambio, como la potente fuerza de transformación que son.

Si los jóvenes se hacen oír, se implican en procesos de toma de decisiones, si asumen el liderazgo y lo ponen al servicio de la construcción de paz, entonces contaremos con el mayor porcentaje de habitantes del planeta a la cabeza de la persecución de los objetivos.

Foto: Victor (centro) celebra su candidatura a Premio Nobel de la Paz con chicos de la escuela en la que estudió de niño (Fuente: AYINET).

Los jóvenes deben aprovechar los Objetivos Mundiales como una oportunidad para promover la construcción de la paz mundial, en vez de intentar sostener un estado de pacificación. Hay que abogar por un marco de justicia que haga rendir cuentas a los responsables y restituya los derechos a las víctimas y refugiados, al tiempo que fomente la reconciliación.

Creo que los jóvenes pueden cambiar las comunidades donde viven, porque son una generación que tiene buen corazón. Son una generación de personas íntegras.

Más información sobre los Objetivos Mundiales aquí, y si quieres apoyar a AYINET, hazlo aquí.