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Venezuela parece esquivar el virus, pero podría no durar

CARACAS (AP) — Desafiando las nefastas predicciones, Venezuela parece haber evitado hasta el momento la ola de contagios de coronavirus que golpea a gran parte de Sudamérica.

Pero los expertos advierten que aunque el virus podría haber ralentizado su propagación aquí, en parte por el aislamiento del país, el número de casos diarios podría crecer pronto hasta un nivel que pondría a prueba al ya precario sistema de salud nacional.

El gobierno del presidente Nicolás Maduro sostiene que la nación de cerca de 25 millones de habitantes ha realizado pruebas generalizadas y detectó poco más de 1.200 casos del virus, con 11 decesos, desde que se diagnosticó el primer caso a mediados de marzo.

La cifra generó dudas entre algunos críticos acerca de la fiabilidad del programa de pruebas y de los datos reportados por las autoridades. Otros expertos en salud independientes, sin embargo, no creen que Maduro pudiese ocultar un repunte significativo de los casos.

“Si las cosas estuviesen peor de lo que están ahora, lo habríamos visto en redes sociales: gente quejándose del incremento de los casos, hospitales saturados”, dijo el doctor Gerardo de Cosío, jefe de la oficina de la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud en Venezuela.

El vecino Brasil ha registrado más de 270.000 casos y casi 20.000 fallecidos, mientras que Perú, Chile y Ecuador confirmaron decenas de miles de contagios cada uno. Además, Perú y Ecuador suman miles de muertos, y Chile, cientos.

En Venezuela, las autoridades empezaron reportando menos de una docena de contagios por día. Pero ese dato ha empezado a incrementarse y los nuevos casos superan los 100 algunas jornadas.

Esta subida preocupa a muchos observadores.

Human Rights Watch y los Centros de Salud Pública y Derechos Humanos de la Universidad Johns Hopkins dijeron el martes que el sistema de salud venezolano está “muy poco preparado” para la llegada de la pandemia.

Una de las principales preocupaciones es la falta de agua corriente.

El reporte citó un hospital que según las autoridades necesitaba un mejor servicio de agua. Sin embargo, investigadores de derechos humanos hallaron que casi un año después de comenzar a funcionar a mediados de 2019, el centro seguía sin tener un agua corriente ni acceso a suministros de agua potable a pesar de haber sido designado como uno de los 46 que atienden a pacientes de coronavirus en el país.

En otro hospital, de acuerdo con los investigadores, los trabajadores se lavan las manos con la condensación que gotea del aire acondicionado. A algunos pacientes se les ha pedido que lleven su propia agua para beber y para descargar el inodoro.

Según José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch para las Américas, estas condiciones son una “bomba de tiempo”.

“Las estadísticas de Maduro son absolutamente absurdas”, declaró Vivanco. “No son creíbles en un país donde los médicos no tienen agua ni siquiera para lavarse las manos".

Hace dos décadas, Venezuela era una nación rica al contar con las mayores reservas de petróleo del mundo. Pero la situación se ha deteriorado mucho y su producción de crudo ha caído a mínimos de 76 años. Críticos del gobierno socialista responsabilizan de esto al ejecutivo por su intervención en la economía, mientras que Maduro culpa a lo que califica de guerra económica a Caracas por parte de Estados Unidos y otros.

Se estima que cinco millones de venezolanos han huido de la pobreza, los cortes de luz y agua, la escasez de comida, medicamentos y gasolina, y de una inflación desorbitada. Miles de médicos y enfermeras se han unido al éxodo.

La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, con sede en Caracas, señaló que los modelos matemáticos basados en las primeras seis semanas de contagios prevén un elevado aumento de los casos en los próximos meses.

“El país debe prepararse para el pico de la epidemia, como ha ocurrido en otros países latinoamericanos”, dijo Mireya Goldwasser, la presidenta de la institución.

Este reporte provocó la amenaza de Diosdado Cabello, el líder del partido socialista y la segunda persona más poderosa del país por detrás de Maduro. En su programa de televisión semanal, Cabello dijo que los científicos tenían motivaciones políticas y los acusó de generar alarma.

“Esto es una invitación para que los organismos de seguridad del estado llamen a esta gente”, manifestó. ”Ellos dicen que el gobierno miente.”

Los venezolanos escépticos desconfían de los datos gubernamentales de infectados, dado su historial de ocultar cifras básicas. Sin embargo, no existen signos evidentes que indiquen que el coronavirus se haya salido de control en el país.

El gobierno de Maduro actuó rápidamente luego de los primeros diagnósticos el 13 de marzo, a lo que se atribuye la baja incidencia de la pandemia hasta el momento. El dirigente ordenó una de las primeras cuarentenas en la región. Los trabajadores sanitarios van casa por casa evaluando a los residentes en los barrios pobres de las colinas, rastreando los casos para frenar su propagación, según expertos y población.

Maduro y su equipo aparecen en la televisora estatal todas las noches para ofrecer una actualización de cada caso. El presidente también anuncia los nuevos cargamento de suministros médicos de naciones aliadas además de la promesa de un millón de kits de detección de China.

“(Lanzaremos una) ofensiva de manera radical para buscar el coronavirus donde esté”, apuntó Maduro. “Más trabajo, más perseverancia, más pruebas diagnósticas, más visitas casa por casa, más cuarentena. Esta es nuestra respuesta.”

El gobierno señaló que ha realizado más de 865.000 pruebas de coronavirus, pero la mayoría son test rápidos, que son menos fiables, lo que aumenta la posibilidad de que la gente sea considerada erróneamente sana cuando están infectados y pueden propagar el virus.

José Manuel Olivares, médico y legislador de la oposición, señaló que el gobierno de Maduro ha ocultado al menos cuatro muertos por COVID-19, la enfermedad causada por el virus, de las 10 que ha hecho públicas.

Además de las mascarillas, en las transitadas calles de Catia, un vecindario pobre de la capital venezolana, hay pocos indicios de preocupación por el virus. Los vendedores empujan sus carros de papas y cebollas o se colocan hombro con hombro para ofertar bolsas de arroz y maíz.

Quedarse en casa para protegerse no es una opción, contó José Blanco, un mecánico de autos que se habría paso entre los peatones en una moto. La gente no tiene más remedio que salir a trabajar para que sus familias puedan comer, añadió.

“Para decirlo así, prefiero contagiarme, morirme yo, pero que mi familia no pase hambre”, manifestó Blanco. “A nadie aquí le ha parado a esa pandemia”.

Maira Chávez, que lleva años viviendo en Catia y esperaba en una fila para entregar la tarea de su hija de 15 años en una escuela cerrada por la cuarentena, dijo que le preocupa el virus, por lo que lleva mascarilla y guantes, y se lava frecuentemente las manos.

“Tenemos que cuidarnos, porque si no nos cuidamos puede pasar algo, nos vamos a infectar”, dijo. “Esperemos que pueda pasar. Solamente dios es el único que sabe”.

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El periodista de The Associated Press Scott Smith está en Twitter en: @ScottSmithAP