Van Gogh se adelantó 60 años a la ciencia con “La noche estrellada”

Es uno de los cuadros más famosos de la Historia. Junio de 1008, Vincent Van Gogh pintó el cielo que se veía desde la ventana de su habitación en el psiquiátrico de Saint Paul-de-Mausole, en la localidad francesa de Saint-Rémy-de-Provence. Era poco antes del amanecer, cuando la noche es más oscura. Y así creo “La noche estrellada”.

El lienzo siempre ha tenido algo de misterioso. El elección del azul en vez de negro para el cielo. Los cipreses alzándose como si fueran columnas de humo. Las estrellas como girasoles. Pero sobre todo llama la atención las formas redondeadas que hay en el centro. ¿Estaba el artista pintando el viento? ¿O algo más?

Van Gogh, como buen expresionista, representó la luz capturando su movimiento: sus campos de girasoles emitían espirales y su noche estrellada, remolinos que parpadean y parecen deshacerse en el fondo.

Sesenta años después de la obra maestra de Van Gogh, el matemático ruso Andrey Kolmogorov creó la fórmula para explicar cómo se comporta una turbulencia. Este fenómeno, que consiste en un movimiento brusco del aire por un cambio de temperatura o de presión, es muchas veces imprevisible: un avión lo puede sufrir en un día completamente claro, y sin embargo puede a atravesar una zona de nubes sin ningún problema.

Las turbulencias son un fenómeno complejo para la física: están formadas por varias fuerzas que se retroalimentan entre sí, y de ahí que sean difíciles de predecir e incluso de representar en un gráfico.

Pero tras desarrollar la teoría de Kolmogorov, la ciencia ha sido capaz de mostrar en un dibujo como actúan las turbulencias, esas cascadas de energía que forman remolinos grandes, pequeños y que interactúan entre sí. Y casualmente estos dibujos… son muy parecidos a lo que el genio holandés plasmó en La noche estrellada.

Así lo demostró un estudio llevado a cabo por el CSIC en 2006. Manuel Torres encargado de la investigación y miembro del Instituto de Física Aplicada, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Madrid, aseguró en declaraciones concedidas a La Vanguardia que “Van Gogh captó perfectamente la turbulencia de un fluido en alguno de sus cuadros más apasionados. Estas obras alucinadas del artista reflejan la huella dactilar de la turbulencia con tal realismo que coinciden completamente con el modelo matemático de Kolmogorov”.

Y Van Gogh fue único en este ámbito. Según Torres, “Van Gogh parece ser el único pintor capaz de crear turbulencia con tal precisión matemática. Aunque en obras con aparentes formas turbulentas como “El grito de Edvard Munch”, no es posible encontrar el escalamiento de Kolmogorov”.