Vacunación anual: ¿por qué AstraZeneca y Sputnik podrían tener dificultades?

Al combatir el coronavirus con otro virus, los científicos temen que esas vacunas pierdan potencia si la aparición de nuevas variantes nos obliga a vacunarnos todos los años
EPA

ZURICH.- Como las vacunas de AstraZeneca, del Instituto Gamaleya y de Johnson & Johnson combaten el coronavirus con otro virus, los científicos temen que esas vacunas pierdan potencia si la aparición de nuevas variantes nos obliga a vacunarnos todos los años.

Las llamadas vacunas de vector viral, también utilizadas por varios desarrolladores chinos de vacunas contra el Covid-19, usan virus modificados inofensivos como vehículos, o “vectores”, que transportan información genética que ayuda al cuerpo a desarrollar inmunidad contra futuras infecciones.

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Las vacunas de AstraZeneca combaten el coronavirus con otro virus. Según expertos existe el riesgo de que el organismo desarrolle inmunidad contra el vector

Sin embargo, también existe el riesgo de que el organismo desarrolle inmunidad contra el vector mismo, que lo considere un intruso y trate de destruirlo.

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La mayoría de los desarrolladores de vacunas de vector viral han optado por usar un vector de adenovirus, una variante inofensiva de virus de resfrío común. “La experiencia de muchos años con los adenovirus es que después de varias inoculaciones, los vectores pueden empezar a ser interceptados por el sistema inmunológico”, dice Bodo Plachter, subdirector del Instituto de Virología del Hospital Universitario de la Universidad de Mainz.

“Y lo mismo puede pasar con otro tipo de vectores. Solo el ‘ensayo y error’ nos permitirá saberlo,” agrega Platcher.

Eso pone potencialmente en desventaja a las vacunas vectoriales frente a las basadas en ARNm, como las de Pfizer y Moderna, o las vacunas que utilizan coronavirus desactivados, como Sinovac, o las que apuntan a las proteínas espirulares de la superficie del coronavirus, el abordaje elegido por Novavax.

La inmunidad a los vectores no es un problema nuevo, pero ha vuelto a ocupar el centro de la escena ahora que empresas como J&J anticiparon que para combatir las nuevas variantes del coronavirus tal vez haya que vacunarse todos los años, como ocurre con la gripe.

Tanto Moderna como Pfizer y su socio BioNTech, manifestaron en sendos comunicados que ya están estudiando posibles “refuerzos” adicionales que ataquen a las nuevas variantes a lo largo del tiempo.

Incluso si el virus no se modifica, todavía no se sabe si la memoria inmunitaria inducida en el cuerpo por la vacuna irá disminuyendo con el tiempo: de confirmarse, sería otra razón que obligaría a aplicarse refuerzos periódicos.

Los científicos consultados reconocen que es imposible sacar aún conclusiones sobre el impacto final de la inmunidad a los vectores, también conocida como inmunidad vectorial.

Si bien puede resultar superable al final, los formuladores de políticas de salud aún tendrán que lidiar con la cuestión de qué vacunas implementar y en qué orden, antes de posibles inoculaciones repetidas.

La tecnología de vectores recibió una importante validación en 2019, con la aprobación de la vacuna Ervebo contra el ébola de Merck & Co, y con su uso, y el de otras vacunas experimentales similares, durante los brotes en África en los años previos.

Pero en el pasado la inmunidad a los vectores ha estado vinculada a varios fracasos, como la fallida prueba de una vacuna contra el SIDA de Merck, en 2004.

AstraZeneca y J&J no quisoeron hacer comentarios para este artículo.

Por su parte, el Centro Gamaleya en Rusia aseguró a LA NACION que “no son ciertas” las afirmaciones de que las vacunas basadas en vectores no serán eficaces en futuras revacunaciones contra nuevas mutaciones de virus. En este sentido, en un reciente estudio realizado por el Centro mostró que “la revacunación con la vacuna Sputnik V está funcionando muy bien contra las nuevas mutaciones del coronavirus, incluidas las cepas de coronavirus del Reino Unido y Sudáfrica”.

Los expertos del centro ruso creen que “las vacunas basadas en vectores son en realidad mejores para futuras revacunaciones que las vacunas basadas en otras plataformas”. Asimismo consideran destacar que “los anticuerpos específicos de los componentes del vector se reducen significativamente 56 días después de la vacunación, como se muestra en un estudio de una vacuna contra la enfermedad por el virus del Ébola. En este caso, la revacunación después de 6 meses puede estimular eficazmente la respuesta inmune al antígeno dirigido”.

Mezclar y combinar

Un posible abordaje del problema puede ser combinar diferentes aplicaciones, lo que se conoce como “mezclar y combinar”.

La vacuna de AstraZeneca y su socia, la Universidad de Oxford, está siendo ensayada en conjunto con la Sputnik V de Rusia, y los científicos británicos están probando la vacuna de ARNm de Pfizer junto con la vacuna de AstraZeneca, en un estudio financiado por el gobierno británico, que dice conocer el problema que implica la inmunidad a los vectores.

El principal motivo del ensayo combinado de los británicos es que los prestadores de salud tengan flexibilidad en caso de suministros de vacunas limitados, pero Matthew Snape, el vacunólogo de Oxford que lidera el proyecto, dice que la cuestión de la inmunidad vectorial “es solo una de las razones por las que este estudio es interesante”.

Snape agrega que ya hay planes para probar cualquier reacción anti-vector observando qué tan bien funciona un vector viral en comparación con una vacuna alternativa cuando se administra como una tercera dosis.

Plachter, de la Universidad de Mainz, es de los que creen que a largo plazo sería más práctico optar por un tipo de vacuna que no dependa de vectores virales.

“Si después de un tiempo llegamos a un protocolo de vacunación estándar, como con la gripe, yo optaría por otro tipo de vectores”, dice Platcher. AstraZeneca y el Instituto Gamaleya han buscado superar cualquier potencial problema de inmunidad a los vectores con un régimen estándar de dos dosis contra el Covid-19. La vacuna rusa emplea dos vectores virales diferentes, buscando así evitar que disminuya la eficacia entre la dosis inicial y la dosis de refuerzo, mientras que AstraZeneca y Oxford usan un vector de virus de los chimpancés, al que los humanos no habríamos estado expuestos anteriormente.

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Tim Gruber


Isabelle King, de 14 años, recibe su segunda dosis de la vacuna Moderna de Jallesse Flores, mientras su hermana gemela, Alexandra, observa, en Houston, el 5 de febrero de 2021 (Tim Gruber/)

Pero los interrogantes sobre una tercera dosis, o incluso otras posteriores, todavía no tienen respuesta.

“Una de las grandes ventas de AstraZeneca es que no puede haber inmunidad existente a su vacuna”, dice Ian Jones, profesor de virología de la Universidad de Reading. “Pero cuando el mundo ya haya sido inoculado con vacunas contra el Covid, ya no será así.”

Como los vectores de las principales vacunas no tienen capacidad de replicarse, tal vez no generen una reacción fuerte de los anticuerpos y células T del organismo.

Además, las vacunas para el Covid solo necesitan una pequeña cantidad del vector, en contraste con las terapias génicas, donde los vectores virales sirven como “caja de herramientas” de genes para reparar células enfermas, y la inmunidad al vector debe monitorearse de cerca, porque se inyecta en cantidades mucho mayores.

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“La dosis de vector viral inyectada es tan baja que la inducción de inmunidad a la cápside, el caparazón del virus, sigue siendo baja”, dice Luk Vandenberghe, experto en terapia génica de la Escuela de Medicina de Harvard, que actualmente trabaja en el desarrollo de una vacuna de vector viral contra el Covid.

Traducción de Jaime Arrambide