V, Invasión Extraterrestre: la serie que no pudo sostener su éxito

Hace más de 35 años, la historia de la ciencia ficción cambió para siempre. Una ataque alienígena comandado por un ejército de reptiles humanoides conquistó la televisión mundial y el público de todas las edades siguió de cerca la lucha contra los invasores. Pero la ironía detrás de este éxito es que mientras la fama de la serie aumentaba y las ganancias superaban las mejores expectativas, el creador de la ficción perdía el control de su criatura y se convertía en esclavo de su éxito. Por ese motivo, repasamos la historia detrás del mito, y por qué V, invasión extraterrestre aún es un título clave de la televisión contemporánea.

Un creador de éxitos

Con menos de cuarenta años, Kenneth Johnson era considerado uno de los productores más importantes de la televisión en los Estados Unidos. Bajo su ala creativa habían surgido grandes éxitos como El hombre nuclear, La mujer biónica, y la popular saga del atormentado Hulk. Debido a ese currículum, cada uno de sus nuevos proyectos era tenido muy en cuenta por las grandes cadenas y fue justamente mientras trabajaba en la serie del gigante esmeralda que empezó a idear lo que años más tarde se iba a convertir en V, invasión extraterrestre.

Johnson estaba desde hace un tiempo cautivado por It Can´t Happen Here, una novela de 1935 escrita por Sinclair Lewis que imaginaba cómo un partido fascista ganaba poder en los Estados Unidos. Bajo la influencia de ese texto, el guionista escribió Storm Warnings. La idea para ese piloto cayó en manos del director de la NBC, Brandon Tartikoff (un monstruo del medio, y el hombre que entre otros logros, confió en el proyecto Seinfeld cuando todos le bajaban el pulgar). Tartikoff estaba muy atento al éxito de Shogun o Raíces y le hizo al productor dos sugerencias: le dijo que podía seguir trabajando en la idea, pero que la preparara como una miniserie y no como una ficción semanal y, por otra parte, con el fantasma de la Guerra Fría muy presente en el imaginario norteamericano, le aconsejó que los villanos fueran chinos o soviéticos. A Johnson no terminaba de entusiasmarlo esa posibilidad, y en ese momento Tartikoff ideó un plan B que lo cambió todo.

La saga creada por George Lucas era un éxito arrollador y a comienzos de los ochenta, La guerra de las galaxias era (y es) la gallina de los huevos de oro. Por ese motivo, desde la NBC le comentaron a Johnson que una invasión del espacio exterior podía ser muy atractiva para el público, ya que todo lo que involucrara naves espaciales y temas galácticos estaba en boga. Para él, ese concepto encajaba a la perfección porque era ideal para trabajar una analogía sobre el resurgir del fascismo, la aceptación inicial de un pueblo engañado y el eventual nacimiento de una guerrilla que le plantara cara al enemigo. Y lo más importante es que también le permitía ensamblar una relectura del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Finalmente el productor recibió luz verde y, con un presupuesto de trece millones de dólares, se puso en marcha una miniserie de dos episodios titulada V, invasión extraterrestre.

Donovan y Diana, íconos de la lucha

Johnson era muy consciente del objetivo que se había planteado y que más allá de toda la superficie aventurera, el corazón del relato tenía que ver con una clara alegoría del nazismo y su ascenso al poder. El símbolo del ejército enemigo tenía una evidente similitud con la esvástica y los uniformes, los discursos totalitarios, y hasta los grupos que recibían con los brazos abiertos al invasor o colaboraban de forma infiltrada, eran algunos de los ingredientes que la saga se apropiaba basándose en la ocupación nazi en Europa. De esa manera, el primero de mayo de 1983, se asomó en la televisión de los Estados Unidos la primera nave nodriza de la flota invasora, una imagen que alcanzó para enganchar a los televidentes de ese país (y, pronto, del mundo).

En V, invasión extraterrestre, una raza de alienígenas llegaba a la Tierra con fines pacíficos. Los visitantes solo pedían tomar algunos recursos naturales que en su planeta natal escaseaban y a cambio ofrecían regalarle a los humanos prometedores avances en el campo de la salud y la ciencia. El intercambio pronto fue un hecho y millones de personas alrededor del mundo creían ciegamente en las buenas intenciones de los extraterrestres. Pero un humano, un camarógrafo llamado Mike Donovan (Marc Singer), no confiaba en esos espejitos de colores y descubría accidentalmente que esos seres en realidad eran malvadas lagartijas dueñas de una particular dieta.

Rápidamente se desenmascara la verdad: los invasores llegaron para robarse el agua de la Tierra y diezmar a la humanidad. A partir de ahí, un grupo de guerrilleros con Mike Donovan y Juliet Parrish (Faye Grant) al frente, organizaban una célula que le daba lucha al enemigo. Con el argumento inicial establecido, la historia se expandía a través de decenas de subtramas en las cuales el espectador conocía en profundidad el mundo de los rebeldes y el de los alienígenas. Y de ese grupo de villanos, seguramente haya sido Diana (Jane Badler) la más recordada no solo por su maldad y carisma, sino también por protagonizar aquella mítica escena en la que devoraba una enorme rata.

Víctimas del éxito

Los dos episodios de la miniserie original fueron un gran éxito en los Estados Unidos. La impactante historia atrapó a la audiencia y se estima que ochenta millones de televidentes vieron ambos capítulos, una medida que le valió a la NBC su rating más alto de los últimos dos años. Con el argumento inconcluso y el público ávido de conocer el destino de la resistencia, la señal dio el visto bueno a una segunda miniserie de tres entregas.

A mediados de 1983 empezó la producción de la segunda tanda de V, invasión extraterrestre, que se llamó The Final Battle. A lo largo de tres nuevos capítulos, el objetivo era el de profundizar en la guerra entre reptiles y humanos, y mostrar más personajes y otras líneas argumentales. Originalmente, la intención de Johnson era terminar la historia con esta segunda parte, pero en este punto comenzaron los conflictos. Desde el canal sabían que la saga tenía potencial para dar mucho más que dos miniseries y miraban con muy buenos ojos la posibilidad de una ficción semanal. Por su parte, Jonhson no quería prolongar innecesariamente el relato y sabía que la segunda miniserie era el momento ideal para despedirse.

La presión sobre Johnson fue agobiante y el guionista perdió la pulseada por cansancio. Antes de culminar su trabajo en The Final Battle, el creador de V dio un paso al costado debido a las constantes fricciones con NBC. Su última oferta consistió en estrenar un episodio de dos horas de manera bimestral, pero esa idea también fue rechazada. Finalmente, y luego de la exitosa emisión en mayo de 1984 de la segunda miniserie, el 26 de octubre de ese mismo año comenzó la primera temporada de V, invasión extraterrestre.

Como tanto temía su creador, el cambió de formato no le sentó bien al producto. Los personajes no tardaron en desdibujarse, las analogías comenzaron a diluirse y las tramas se empantanaban irremediablemente. Pronto, la afilada crítica al fascismo dio paso a una fábula trillada con héroes y villanos al borde de la caricatura y la acción monopolizó la atención de una historia que siempre enganchó más por su lectura política que por sus rayos láser. Que V, invasión extraterrestre enamorara a un público infantil (que quizá se quedaba afuera de las analogías históricas) fue una casualidad, pero que los productores de manera consciente infantilizaran la serie fue una decisión que no tardó en hundirla.

Luego de tantas malas decisiones con respecto al devenir de la trama y un cambio de horario que la situó en competencia directa contra Dallas (un hit de la época), el 22 de marzo de 1985 la ficción llegó a su final. Luego de solo 19 episodios, el brutal descenso del rating no justificó su presencia en el canal y la saga de Donovan y compañía quedó inconclusa. Sin lugar a dudas, un cierre inmerecido para una propuesta que marcó a fuego la televisión de esa década.

Los lagartos dominan el mundo (y especialmente Argentina)

Los actores no fueron indiferentes a los cambios que afectaron la calidad del título. Michael Ironside, uno de los favoritos del público por su papel de Ham Tyler, expresó sobre la frecuencia semanal: "Era como intentar combinar lo que tenía el policial El precio del deber, con la acción de Brigada A. Lograr eso en siete días era muy difícil. V era en realidad una ficción de ocho o nueve horas, no teníamos una producción que pudiera filmar autos volando desde un acantilado".

Faye Grant también lamentó el destino de la serie y las decisiones que se tomaron a su alrededor. "Mi visión de V tenía poco que ver con aquello en lo que el show se había convertido. Yo estuve desde la gestación del proyecto y pensaba que podía ser muy efectivo si en vez de andar aplastando cabezas, usábamos la intriga y el espionaje como nuestras principales armas. A esta gente había que sacarla del planeta haciéndoles entender que no querían quedarse más acá. Y eso siempre se lograría con operaciones clandestinas, un recurso que me parecía mucho más interesante que las persecuciones de autos", reflexionó la actriz.

Con V oficialmente muerto en su país de origen, pronto otros lugares del mundo comenzaron a transmitir las dos miniseries y los 19 episodios de la primera temporada como si fuera todo una gran ficción de 24 capítulos. Y en ese instante, los lagartos finalmente conquistaron la Tierra. V, invasión extraterrestre se convirtió en un fenómeno global sin precedentes. Países de todas latitudes caían rendidos a los pies de Donovan y Diana, y el merchandising (oficial y pirata) se multiplicaba a velocidad luz.

Argentina no fue la excepción a esa moda, y los álbumes de figuritas, los mazos de cartas y productos de todo tipo se convirtieron en los favoritos de los niños de los ochenta. Mientras tanto, su emisión por Canal 13 llegó a medir casi cincuenta puntos de rating, una cifra extraordinaria solo superada por otro titán de la época: Brigada A. No importaba la edad, el sexo o el país, esta serie no dejaba indiferente a nadie. "Siempre dije que V es como Espartaco y la rebelión de los esclavos, o la revolución americana, o el apartheid. Es como cualquier otra situación en la que te encontrás frente a un poder opresivo que intenta dominar y manipular a la sociedad", indicó Johnson sobre el fenómeno. Y ese planteo clásico, aún hoy, hizo de V, invasión extraterrestre, una ficción que traspasó la barrera del tiempo.

Legado de gloria

A pesar de su cancelación, muchas de las escenografías de la serie aún seguían en pie, y algunos productores fantaseaban con la posibilidad de una nueva temporada. Algunas ideas que se barajaron tenían que ver con la resistencia yendo hacia el planeta de los lagartos, o incluso con la llegada de un gobierno de extrema crueldad que, eventualmente, llevaría a muchos alienígenas a hacer equipo con miembros de la resistencia. Pero nada de eso prosperó, y para mediados de los ochenta V ya formaba parte de la prehistoria televisiva.

En 1989, sin embargo, un entonces desconocido guionista de nombre J. Michael Straczynski propuso una continuación a la que llamó V, The Next Chapter. En este relanzamiento, el único de los protagonistas que regresaba era Ham Tyler, que comandaba un equipo en la ciudad de Chicago. La historia transcurría cinco años luego de la serie original, y contaba las aventuras de nuevos personajes, en un mundo en el que Donovan estaba capturado, Willie había sido ejecutado, Julie vivía en el exilio en Australia y Diana se encontraba al frente de sus propias misiones. Esa idea, aunque estuvo muy cerca de concretarse, jamás llegó a producirse. Poco tiempo después, Straczynski creó Babylon 5 y se convirtió en un prócer de la pantalla chica.

En el libro Fascist Lizards from Outer Space, el periodista Dan Copp estudia a fondo el fenómeno de V y cómo a pesar de su amargo final, el título trascendió generaciones y aún hoy suscita un gran interés (que incluso tuvo una fallida remake en 2009). La aparición de Marc Singer o Jane Badler en cualquier evento, despierta el amor de nuevos y viejos fans que desean encontrarse con Donovan y Diana, mientras el propio Kenneth Jonhson todavía fantasea con volver al universo de V a través de una trilogía en cine. Y fue justamente el creador de la serie quien destacó en una entrevista, el motivo por el que piensa que su obra está destinada a no morir: "Creo que lo que hizo de V un éxito tan perdurable y un título tan icónico, es porque se trata de esos relatos atemporales que tienden a repetirse". Esa paradoja, la de una historia condenada a darse una y otra vez con el paso de las décadas, es la que hizo de la lucha contra los lagartos una de las mayores épicas televisivas del siglo XX.