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Cómo usar la historia de Frankenstein para enseñar ciencias

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¿Es posible utilizar una novela escrita hace más de 200 años como recurso para la enseñanza de las ciencias? Evidentemente, nuestra respuesta es afirmativa. ¿Y es posible hacer innovación docente con esta misma novela? Sí, lo es.

Más de dos siglos después de su primera edición, la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, continúa estando extraordinariamente vigente. Aunque muchas personas pueden explicar a grandes rasgos el argumento central, no son tantas las que conocen los detalles de la novela, y muchas incluso confunden el nombre del científico con el del afamado monstruo al que da vida.

Muy resumidamente, cuenta la historia de Víctor Frankenstein y su obsesión por el secreto de la vida y la muerte. Después de crear una criatura viviente a partir de órganos y partes de cuerpos saqueados de los cementerios, Víctor se asusta y huye, abandonándola a su suerte. La criatura se dedica a observar secretamente a distintas personas y aprende a hablar y a leer; sin embargo, cuando se acerca a los seres humanos, su apariencia aterradora hace que huyan despavoridos o que reaccionen agresivamente, lo que agrava su soledad. Esta frustración hace que regrese con su creador y le pida que haga otra criatura similar, para así conocer el amor y la compañía. Frankenstein se niega al principio. Luego accede pero pronto se arrepiente; y así, la tragedia continúa golpeándole. En un arrebato de rabia, la criatura mata al hermano menor de Víctor; luego asesinará a su prometida. Creador y criatura huyen persiguiéndose hacia el Polo Norte y finalmente mueren los dos.

Mitos literarios y ciencia

Esta novela permite analizar la relación entre literatura y ciencias; cómo los escenarios de la ficción pueden plantear preguntas sobre controversias actuales; y cómo se puede analizar históricamente el emplazamiento de una obra literaria en el espíritu de su tiempo –con las profundas conexiones entre la historia, la filosofía de la ciencia, los estudios sobre género, la bioética y las ciencias de la salud.

En este sentido, es imprescindible volver a la novela original de 1818 (y su edición corregida de 1831), entender el género epistolar y sumar al debate alguna de las películas, entre ellas Frankenstein (J. Whale, 1931), The Bride of Frankenstein (J. Whale, 1935), Young Frankenstein (M. Brooks, 1974), Mary Shelley’s Frankenstein (K. Branagh, 1994) y Victor Frankenstein (P. McGuigan, 2015).

La referencia al mito de Prometeo es obvia y está presente ya en el título, pero la historia de Frankenstein también tiene conexiones con el mito de Gólem, con Fausto de Goethe y con Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson.

Además, la novela se ha convertido en un mito por sí misma: una historia simbólica que expone verdades sobre la existencia humana. Son justamente éstas –y las preguntas relacionadas que se plantean– las que permiten utilizar a Frankenstein como recurso en la enseñanza de las ciencias.

La dimensión ética

En primer lugar, la novela permite discutir cuestiones éticas de la investigación y analizar críticamente lo sucedido con Víctor Frankenstein y otros progresos tecnocientíficos. Estos avances están cambiando sustancialmente la vida humana, pero no siempre van acompañados de una reflexión ética. La novela puede ayudar al estudiante de ciencias a apreciar el desafío de determinar los límites y responsabilidades en diversos escenarios como la tecnología de la reproducción asistida, la prolongación médica de la vida, el uso de órganos y tejidos humanos, los trasplantes, la creación de inteligencia artificial, la clonación, y la edición y la terapia génica mediante la técnica CRISPR.

Para ello, se puede comparar la narrativa de Frankenstein con noticias periodísticas o artículos científicos, y analizar cómo y dónde se produjeron los avances en una determinada investigación, qué impacto tuvieron en la salud humana, cómo fueron recibidos en su momento por la sociedad y si tuvieron consecuencias no deseadas.

La investigación supervisada

También se pueden identificar los aspectos del proceso de investigación que se ven insuficientemente protegidos en el experimento de Frankenstein y debatir hasta qué punto estos límites dependen del contexto y cómo han surgido históricamente.

Además, la novela permite pensar en los riesgos asociados con la investigación solitaria y sin supervisión, ya que Víctor Frankenstein no comparte sus preocupaciones con nadie, se aleja de su mentor al comenzar con los experimentos y permanece en soledad incluso cuando se desencadena la tragedia.

Estereotipos

Por último, puede ser interesante examinar los estereotipos del “científico loco” y de “la ciencia sin límites” que se comparten en múltiples referencias artísticas y literarias, y los diferentes matices que pueden encontrarse en estas representaciones.

En definitiva, Frankenstein es una buena herramienta para reflexionar sobre los riesgos que pueden tener algunas investigaciones sin caer en una lectura moralista del bien y el mal, sino fomentando una reflexión ética que tenga en cuenta su complejidad.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.