Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

Una nueva oleada de puritanismo recorre el mundo: Lolita ofende a feministas y censuran a García Márquez en Kuwait

Mujer muestra libros censurados en protesta en Kuwait el 15 de septiembre. (Foto captura de pantalla @leanah_ )
Mujer muestra libros censurados en protesta en Kuwait el 15 de septiembre. (Foto captura de pantalla @leanah_ )

Hay algo perturbador en Remedios la Bella que estremeció al censor kuwaití que incluyó a Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez en la lista de los libros prohibidos en ese país del Golfo Pérsico.

O quizás fue que el autor colombiano usó palabras que hicieron sonar las alarmas de los buscadores de términos inapropiados de la comisión de censura del Ministerio de Información.

En Kuwait nadie ha explicado los motivos del renovado puritanismo que ha generado la lista de 70 páginas de libros ilegales, que incluye obras tan diversas como historietas infantiles como la Sirenita hasta clásicos de la literatura como El Jorobado de Nuestra Señora de París de Victor Hugo.

Lo que si es cierto es que se ha desvanecido el espejismo de Kuwait como un oasis de libertad de pensamiento entre los países árabes, en medio de las protestas de lectores que han denunciado la censura por motivaciones políticas o religiosas a pocas semanas de la apertura de la popular Feria del Libro, que reúne a cientos de entusiastas de la literatura.

LEER MÁS: Vaticano: Inquisición y libros prohibidos abiertos a estudio

Los analistas consideran que las protestas callejeras y en las redes sociales son protagonizadas por una nueva generación de kuwaitíes donde hay agudos escritores y lectores acuciosos que no están dispuestos a soportar de brazos cruzados el veto a la cultura.

Pero la censura de 4.390 libros en 5 años también revela un endurecimiento de las corrientes más conservadoras dentro del emirato de 4 millones de habitantes, que funciona como una monarquía constitucional con una Asamblea Nacional que se elige cada 4 años.

“¿Qué temes de una novela o de un obra literaria? El alto texto literario no es una conspiración para derrocar al régimen, no es incitación. Es un intento humano de reconocer su libertad y ejercer su existencia. ¿Por qué temer a esta libertad si tienes a la policía, el ejército, los guardias, los agentes y todos los controles de la tiranía represiva? ¿Por qué esta obsesión y ansiedad en contra de la libertad de pensamiento?”, escribió en árabe el columnista Hassan Al – Issa en el diario Aljarida.

La doble censura a Lolita

Aunque el veto de libros parece extemporáneo, la censura de ideas no es exclusiva de los países islámicos.

LEER MÁS: Entre la censura y la blasfemia… Marduk, la banda rechazada en Colombia y vetada en Guatemala

Un grupo de periodistas, editores y escritores se reunió en septiembre en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Complutense de Madrid para conversar sobre las implicaciones de la censura en las sociedades occidentales.

La periodista y escritora Violeta Serrano apuntó que la forma más clásica de censura es la prohibición de libros como ocurrió con la novela anónima El Lazarrillo de Tormes que fue censurada por la Inquisición en el siglo XVI pero sobrevivió de mano en mano hasta que volvió a la luz en el siglo XIX.

Edición de la Vida de Lazarillo de Tormes publicada en castellano en 1520. (Imagen CreativeCommons)
Edición de la Vida de Lazarillo de Tormes publicada en castellano en 1520. (Imagen CreativeCommons)

Los historias con personajes que observan comportamientos alejados a las normas morales de la época también han sido objeto de presiones. El novelista francés Gustave Flaubert fue demandado en 1857 por “ultraje a la moral pública y religiosa y a las buenas costumbres” y no por su comportamiento personal sino por las acciones del personaje central del clásico Madame Bovary. Serraño indicó que la fiscalía “apelaba a la responsabilidad del artista sobre los personajes que crea”.

Un ejemplo del siglo XX es Lolita de Vladimir Nabokov, una de las grandes obras de la literatura universal que fue rechazada por las editoriales estadounidenses en la era del senador conservador Joseph MacCarthy hasta que fue publicada en Francia en 1958.

Pero el polémico contenido de Lolita volvió a caer en el ojo del huracán con el surgimiento del movimiento feminista y el #metoo que ha acusado al autor de promover la pederastia y lucrarse con un delito al recrear la tormentosa relación de un padrastro adulto y su precoz hijastra adolescente.

El editor venezolano Sergio Dahbar expresó su preocupación sobre el posible impacto del resurgimiento del puristanismo en la literatura.

“Me parece una fatalidad que pensemos el pasado con los conceptos del presente. Uno de los ejemplos claros es Lolita de Nabovok. ¿Deberíamos de prohibir Lolita porque es el acoso de un adulto a una joven? Allí hay un tema que da mucho que pensar, entre otras cosas porque es uno de los monstruos de la literatura de todos tiempos. Y perdernos ese libro por un concepto que ahora tiene una suerte de irritación en la sociedad creo que sería muy grave”, dijo.

LEER MÁS: Libros prohibidos por la Inquisición española, una mirada desde México

Dahbar, quien también es articulista y ha dirigido periódicos y revistas, señaló que la censura es una práctica “demasiado antigua y nos va a acompañar siempre”. El asunto para el editor está en aprender a convivir y luchar contra ella. “Hay que ser inteligente porque lo mejor que se ha hecho siempre se hace cuando hay censura muy fuerte porque la gente aprende a luchar contra ella. Las mejores películas de Carlos Saura es el Saura de la época de Franco”.

Sobre la censura actual en Venezuela, Dahbar cree que uno de los libros impublicables en el país es Las muñecas de la Corona de la periodista Ibeyise Pacheco, que relata cómo la Revolución Bolivariana ha involucrado a reinas de belleza en un tramado de corrupción y prostitución. “Recordemos que el presidente del Tribunal Supremo de Venezuela está casado con una Miss”, puntualizó Dahbar

“El que paga manda”

El periodista español Carlos Santos es categórico sobre la censura y afirma que “el que paga manda”.
Una de las primeras lecciones que aprendió de su jefe franquista Antonio Gamito cuando entró como becario de la Radio Nacional de España, en Sevilla, el 17 de julio de 1978, fue que los periodistas se ven presionados a dejar a un lado sus ideologías para ponerse al servicio de los que detentan el poder.

“Desde entonces llevo 40 años navegando entre otras formas de censura, como la autocensura, las presiones, la información canalizada por intereses espurios o ajenos a los intereses de la sociedad”, dijo Santos.

Para el periodista Antonio Maestre uno de los mayores enemigos de la libertad de expresión es la autocensura producto de la inestabilidad laboral. “Cuando no tienes recursos suficientes y dependes sólo de un medio, obviamente tienes más autocensura porque sabes lo que puedes contar y lo que no dependiendo de quien pague”.

Paradójicamente, Maestre opina que la verdadera libertad se consigue cuando no se asume el periodismo como un medio de vida. “Cuando no tienes ni un duro y no tienes pretensión de tenerlo es cuando más libertad tienes. Cuando yo tenía mi blog y mi twitter y no me ganaba la vida con esto decía lo que me daba la gana”, aseguró Maestre.

Objetos inflamables

Para la periodista venezolana Karina Sainz, los libros siempre han sido más inflamables que la prensa porque perduran en el tiempo, lo que eleva el riesgo de los editores al tener que invertir su dinero en un objeto cultural provocador que pudiera llevarlo a la quiebra o a alguna demanda.

Apuntó que el editor Ramón Akal ha sido uno de esos valientes que se ha atrevido a publicar trabajos polémicos como El Negocio de La Libertad, del periodista Jesús Cacho, en 1999, una de las primeras investigaciones que tocaba el tema de la financiación de la Casa Real de España.

Sainz también comentó el forcejeo tras bastidores de El cura y los mandarines, del periodista Antonio Morán, que “dejaba en paños menores a la mitad de la intelectualidad española”. La editoral Akal editó el libro luego de que fuera rechazada Planeta “cuando ya estaban circulando las galeradas” porque exponía de manera particular a Víctor García de La Concha, miembro de la Real Academía Española.

La comunicadora alertó que aunque ofender a los poderosos es peligroso, los jóvenes periodistas están aún más expuestos al linchamiento mediático que se ejerce mediante las redes sociales. “Y todos van a vivir un momento de ese tipo de censura. Ya sea lo que opinéis en una red, lo que publiques o incluso en los propios foros. Porque los usuarios de los foros están amparados, es una patente de corso”.

Para concluir recordó la astucia del editor Carlos Barral quien logró editar en España obras censuradas de Octavio Paz, Álvaro Vargas Llosa y Guillermo Carrera Infante.

El Premio Nobel mexicano Octavio Paz accedió a que los censores del régimen franquista tacharan páginas enteras de sus obras para publicarlas en España. Describieron su obra como “engendro”, “oscura” y “estúpida”.
El Premio Nobel mexicano Octavio Paz accedió a que los censores del régimen franquista tacharan páginas enteras de sus obras para publicarlas en España. Describieron su obra como “engendro”, “oscura” y “estúpida”.

Censura venezolana

La censura en Venezuela también es de vieja data. El escritor Adriano González León fue detenido durante varios meses en 1962 durante el gobierno del presidente Rómulo Betancourt por editar el poemario vanguardista ¿Duerme usted señor presidente? en el que Caupolicán Ovalles satiriza las debilidades de la recién nacida democracia.

Desde entonces, la amenaza de la censura estuvo presente hasta afincarse con fuerza desde el triunfo de Hugo Chávez en 1999, quien era célebre por criticar públicamente a periodistas y escritores durante sus maratónicos programas de televisión.

Carleth Morales, presidenta de la Asociación de Periodistas Venezolanos Venezuelan Press, dijo que lejos de mejorar la situación de la censura durante el gobierno de Nicolás Maduro se ha intensificado.

La periodista venezolana residenciada en España desde hace 19 años enumeró una larga lista de atropellos a la libertad de expresión como el cierre de 40 periódicos, la discrecionalidad para vender el papel de imprenta y la persecución directa de periodistas que van desde amenazas, confiscación de pasaportes hasta la cárcel en prisiones militares como el caso del fotoperiodista Jesús Medina.

Morales explicó que su recién publicado libro 26 crímenes y una crónica tiene ese soporte porque era demasiado largo para ser publicado en un medio digital o tradicional. “Esta es una investigación de las muertes del año pasado durante las protestas, de los jóvenes que cayeron durante las protestas.

26 crímenes y una crónica. Quién mató a la resistencia en Venezuela, de Carleth Morales Senges, describe las protestas entre el 1 de abril y el 31 de julio de 2017 en Venezuela, en las que perdieron la vida 124 personas según el Ministerio Público y 158 según cifras extraoficiales.
26 crímenes y una crónica. Quién mató a la resistencia en Venezuela, de Carleth Morales Senges, describe las protestas entre el 1 de abril y el 31 de julio de 2017 en Venezuela, en las que perdieron la vida 124 personas según el Ministerio Público y 158 según cifras extraoficiales.

“Eso es periodismo puro, es crónica, es testimonio. Esto en Venezuela no lo hubiésemos podido realizar. Elaborarlo fue complicado porque me encontré con familiares amenazados, con colegas autocensurados y con esos elementos tuve que batallar desde España”, explicó Morales.

Otro periodista que ha tenido que vivir con las consecuencias de la censura en Venezuela es David Placer, quien publicó en 2013 Los brujos de Chávez, un libro que sostiene que el fallecido presidente venezolano utilizó las creencias populares y supersticiones de la población para apalancarse en el poder.

“Cuando en cadena nacional el segundo del régimen, Diosdado Cabello, que es acusado de narcotráfico y de los peores delitos que uno se puede imaginar para una persona de esa envestidura, menciona tu nombre en su programa de televisión, en el canal del estado, te acusa de inventar toda la historia cuando yo lo entrevisté personalmente, pues sientes miedo”, relató Placer quien asumió que la condena por publicar la obra es no poder regresar a Venezuela.