Una mirada al interior de Casa Padre, el antiguo Walmart convertido en el mayor albergue de niños indocumentados detenidos en EEUU

Un mural de Donald Trump y otro de Barack Obama, el primero con un lema de motivación de tono bélico y el segundo con un mensaje de exaltación de EEUU como una nación de inmigrantes, parecen fuera de sitio en las paredes de un centro en el que menores indocumentados son retenidos por varias semanas tras haber ingresado al país sin documentos.

Los centros de detención de indocumentados son lugares de acceso restringido, a veces notoriamente vedados para los ojos externos. Las condiciones en los que en esos sitios se mantiene a los inmigrantes son muy poco conocidas y según denuncias de personas que fueron allí recluidas y de organizaciones defensoras de los derechos humanos, en ocasiones son rudas e inhóspitas, escenario de abusos en medio de una opacidad punzante.

Casi 1,500 menores indocumentados son albergados en Casa Padre, en Brownsville, Texas. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
Casi 1,500 menores indocumentados son albergados en Casa Padre, en Brownsville, Texas. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)

Por ello, el acceso que se ha dado a los medios a Casa Padre, un enorme albergue para menores indocumentados instalado en lo que fue un Walmart en Brownsville, Texas, en la frontera con México, es singular y, en cierto modo, revelador. Sobre todo por la actual tensión y desasosiego por la nueva política, calificada por muchos como cruel, de separar a los menores de sus padres indocumentados luego de que son detenidos al cruzar la frontera.

Mensajes encontrados

Los mensajes en los murales de Trump (“A veces al perder una batalla encuentras una nueva manera de ganar la guerra”) y de Obama (“Mis compañeros americanos, somos y siempre seremos una nación de inmigrantes, todos fuimos extraños una vez”) son ciertamente intrigantes: por un lado tienen una espinosa ironía, quizá incluso un cinismo, y por el otro un toque de esperanza y posibilidad.

Aunque, para plantear el panorama completo, también hay murales con imágenes y frases de otros presidentes estadounidenses, entre ellos John F. Kennedy (“No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”) y Abraham Lincoln (“Una nación concebida en libertad y dedicada a la proposición de que todos los hombres son creados iguales”.

Un ejemplo más de los claroscuros de Estados Unidos en materia de inmigración.

El mural con la imagen y una frase atribuida a Donald Trump en Casa Padre. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
El mural con la imagen y una frase atribuida a Donald Trump en Casa Padre. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
Barack Obama también aparece en un mural en Casa Padre. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
Barack Obama también aparece en un mural en Casa Padre. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)

En realidad, Casa Padre no es un centro de detención migratoria de las autoridades federales sino un albergue establecido en 2017, operado por la organización no lucrativa Southwest Key Programs bajo contrato y supervisión de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR) del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS). Así, aunque operado por una entidad privada, es firmemente vigilado y controlado por el gobierno federal.

Su apertura, ciertamente muy limitada, a los reporteros fue, en realidad, una suerte de decisión forzada, motivada para mitigar el malestar y las suspicacias que suscitó que al senador federal Jeff Merkley, quien se presentó de improviso en Casa Padre para hacer una visita, se le negara tajantemente la entrada y se le conminara a irse de allí bajo escolta de policías. A los reporteros solo se les permitió el acceso durante unos 90 minutos.

Y aunque no se permitieron entrevistas con los menores, cuando los reporteros se encontraron con algunos los saludaron de mano y recibieron de ellos la respuesta de que estaban “bien, bien”, de acuerdo a The New York Times.

Casa Padre es el albergue para menores de su tipo más grande de Estados Unidos y Southwest Key Programs es uno de los mayores operadores de albergues para menores indocumentados (tiene 26 con un total de 5,129 menores) que cruzaron solos a Estados Unidos.

Tan solo en Casa Padre mantiene, según CNN, a 1,469 chicos de entre 10 y 17 años, casi todos de origen centroamericano y algunos mexicanos, en 250.000 pies cuadrados y 313 habitaciones. Todos esos menores o bien cruzaron solos a EEUU o fueron separados de sus familias cuando ingresaron al país sin documentos. En total, de acuerdo al vocero de la ORR, actualmente hay 11,351 menores indocumentados en 100 refugios en 17 estados.

Una gran bodega habitada

Según los reporteros que tuvieron acceso a Casa Padre, el lugar tiene un aura de gran bodega (lo que físicamente ciertamente es) con altos techos y amplios espacios bien iluminados y con toques que buscan crear una sensación de confort y amabilidad para los menores, por ejemplo áreas de juegos y de televisión colocadas en lo que antes fueron zonas de descarga o garajes o salones de clase en los que reciben educación seis horas al día cinco días a la semana. Los dormitorios son austeros pero limpios aunque no tienen puertas. Incluso hay teléfonos disponibles para llamar a sus familias. Se les permite hacer dos llamadas a la semana.

Las habitaciones en Casa Padre son austeras y sin puertas. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
Las habitaciones en Casa Padre son austeras y sin puertas. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
Aunque los cuartos en Casa Padre estaban diseñados para cuatro personas, muchos actualmente deben albergar a cinco menores.(Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
Aunque los cuartos en Casa Padre estaban diseñados para cuatro personas, muchos actualmente deben albergar a cinco menores.(Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)

En lo que antes fue un McDonald’s dentro del Walmart, a los niños se les sirven los alimentos que, según The Washington Post incluyen pollo, vegetales y fruta en copas de plástico. El Times añade al menú puré de papas.

Y aunque en principio no se permitió a los reporteros entrevistar a los menores o empleados de Casa Padre ni tomar imágenes directamente (las fotos del lugar que se han divulgado fueron proporcionadas por HHS), el Post se las arregló para obtener testimonios.

Un chico que estuvo retenido allí dijo, por ejemplo, que para el desayuno “nos daban un poco de pan, un huevo asqueroso, algo de frijoles y manzana y algo de leche”, aunque reconoció que en comparación con las penurias que tuvo que pasar en su viaje desde Honduras hasta EEUU –él dijo que debió sobrevivir un mes a base de cocos– era un alivio tener tres comidas al día.

En lo que fue un McDonald´s se ubica la cafetería del albergue de menores indocumentados Casa Padre. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
En lo que fue un McDonald´s se ubica la cafetería del albergue de menores indocumentados Casa Padre. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)

Albergue humanitario o industria del encarcelamiento

Con todo, salvo una hora al día para ejercicio físico y otra hora de tiempo libre, los menores permanecen todo el tiempo dentro del viejo Walmart y por ello, además del hecho de que actualmente Casa Padre alberga a unos 300 menores más que su capacidad nominal, algunos consideran que su condición es un encarcelamiento en condiciones de sobrepoblación.

De acuerdo a The Independent, por ejemplo, en cada habitación, diseñada para cuatro personas, actualmente duermen cinco menores y se añade que reguladores en Texas han hallado numerosas violaciones en materia de salud y falta de supervisión médica en los albergues de Southwest Key Programs. Y el Post añade la preocupación de activistas por el hecho de que Casa Padre no tenga el personal suficiente y con la preparación requerida para realmente atender a los menores que alberga, muchos de los cuáles experimentan severa tensión y han pasado momentos traumáticos.

Y resulta notorio, en contraste, que la remuneración de Juan Sánchez, fundador y cabeza de Southwest Key Programa, una organización no lucrativa, haya sido 786,222 dólares en 2015 y 1,4 millones de dólares en 2016. Su esposa, que es vicepresidenta de la organización, ganó en 2015 280.819 dólares, según el Post.

En contrapartida, los cerca de 10 albergues como Casa Padre en el Valle del Río Grande, fronterizo con México y donde se ubica Brownsville, dan empleo a miles de personas y rehabilitado edificios en una de las zonas más pobres del país, de acuerdo al Times. Pero en ocasiones esa “industria” ha tenido problemas, con despidos a gran escala en los albergues ante problemas de financiamiento.

En un área de juegos, los menores en Casa Padre pueden ver la TV y realizar otras actividades recreativas. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
En un área de juegos, los menores en Casa Padre pueden ver la TV y realizar otras actividades recreativas. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
Un antiguo Walmart, con sus espacios altos y amplios, es hoy el albergue de menores indocumentados Casa Padre, en Brownsville, Texas. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)
Un antiguo Walmart, con sus espacios altos y amplios, es hoy el albergue de menores indocumentados Casa Padre, en Brownsville, Texas. (Foto distribuida a los medios por el Departamento de Salud y Servicios Humanos)

Al final, el objetivo ciertamente no es mantener a esos menores recluidos indefinidamente, sino reunirlos con padres o tutores que “patrocinen” su estancia en el país en tanto se dilucida su situación en una corte de inmigración.

Según indicó CNN, los directivos de Casa Padre señalaron que en promedio un menor pasa 49 días allí antes de ser entregado su “patrocinador”. Luego, cada menor procede por su cuenta su proceso ante una corte de inmigración para definir si se queda o no en el país. Si eso significará para ellos “ganar la guerra” o sumarse a la “nación de inmigrantes” aún es muy incierto, máxime cuando el actual gobierno federal ha recrudecido su política de inmigración.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro