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Un piloto decidió no hablar en castellano durante un vuelo

Dicen que de Madrid se va al cielo, y… de Cataluña, ¿adónde se va?.

Yo estaba en el cielo, en el de Madrid primero y en el de Jerez de la Frontera, después. Fue el miércoles 11 de octubre, el día siguiente a la pseudo declaración de independencia de Carles Puigdemont. Viajaba al sur de España en el vuelo IB408 de las 7.35 am, el primero de la mañana después de una noche convulsa y un despertar con portadas de periódicos más sensibles de lo normal.

Ni yo, ni ninguno de los que estábamos en ese avión, expresó a viva voz su afinidad o disconformidad con la cuestión catalana, sin embargo, todos supimos cuál era la postura del comandante, aunque nos importara un pimiento.

Antes del despegue en el aeropuerto Adolfo Suárez y del aterrizaje en Jerez, el piloto se dirigió a nosotros en dos lenguas: catalán e inglés, nunca en castellano.

Un avión en la pista de aterrizaje.
Un avión en la pista de aterrizaje.

Cuando del altavoz del aparato sonaron sus palabras, me dio la sensación de que eran en la lengua de Gaudí, sin embargo, puse en duda mi finura auditiva mañanera. Era demasiado temprano. Una hora después, cuando nos disponíamos a tocar tierra, volvió a suceder. Esta vez mi oído estaba más despierto y el rostro de la responsable del personal de tripulación acabó por confirmar que aquel “atenció tripulació…” fue ciertamente una declaración de intenciones que evolucionó cuando, acto seguido, el comandante habló a los pasajeros en inglés en lugar de en castellano.

Carles Puigdemont durante la comparecencia en el Parlamento catalán el 10 de octubre.
Carles Puigdemont durante la comparecencia en el Parlamento catalán el 10 de octubre.

“Atenció tripulació, preparin cabina per aterratge”, afirmó. Cuando se dirigió a la tripulación, lo hizo en catalán, y cuando hizo lo propio hacia los pasajeros, fue breve y en inglés.

“Comenzaremos el descenso hacia el Aeropuerto de Jerez”, agregó.

A la azafata le faltó decir ‘qué pillo’, pero esas palabras quedaron escondidas en su media sonrisa, de circunstancia, y su mirada al piso, porque era ella la que, a fin de cuentas, tenía que dar la cara ante los pasajeros.

Pillo no, provocador, incendiario, incitador y cobarde. Qué fácil es declarar la república independiente de un avión desde la cabina ante el estupor de los pasajeros.

Empatizo con la identidad que tenga cada persona mientras sea expuesta desde el respeto, pero eso no sucedió aquella mañana. El problema no es que se comunicara en catalán y en inglés, lo que fue un insulto fue que no lo hiciera también es castellano.

Foto: Getty Images
Foto: Getty Images

Traté, sin éxito, de contactar con la oficina de prensa de la compañía aérea. No agarraron el teléfono. Quería que me contaran qué tipo de política tienen en cuanto a las lenguas que se usan en vuelos domésticos dentro del territorio nacional, necesitaba saber cuál es su postura como empresa ante lo que sucedió aquella mañana. No hubo suerte.

Este tipo de personajes son los que dividen a una sociedad ya de por sí agitada. Son estas personas que trasladan a la calle, y al cielo, las insensateces de los políticos, los que dañan la convivencia de los ciudadanos. No había ningún motivo para que todos supiéramos lo orgullosamente catalán que es ese comandante, aquella fue una manifestación gratuita y desafortunada que podría haber acabado muy mal. Afortunadamente, los pasajeros tuvieron más educación que él y no entraron en ese juego de niños en que se está convirtiendo esta pantomima.

Foto: Getty Images
Foto: Getty Images

Como últimamente la cosa va de misivas y comunicaciones epistolares, esta carta está dirigida a ese individuo que surca los aires españoles dándoselas de revolucionario y de luchador de la causa catalana. Ni causa ni caso hay que hacerle, caballero, porque es uno de los responsables de las tan dañinas etiquetas que personas como usted colocan a la gente de este país. Y si es tan separatista y le da tanta grima parlar en castellà, no sobrevuele espacio aéreo ‘internacional’, porque si de Madrid se va al cielo, desde cualquier punto de Calaluña, también.

Ni usted, ni otros insensatos victimistas que dicen estar bajo el yugo ‘español’ (pregunten a otros países del mundo lo que realmente significa estar oprimido por un Estado) van a conseguir manchar a una tierra que necesita a España tanto como España la necesita a ella.

El respeto, la razón y la comprensión se impondrán sobre la intransigencia de los unos y de los otros.