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Un oso frente a un ordenador

Ocurre muchas veces en ciencia. Los investigadores se hacen una pregunta importante. Pero, para poder responderla, tienen que realizar otros estudios y averiguaciones. Y estas terminan siendo casi más importantes, como ocurre en un artículo reciente. Tratando de mejorar la vida en cautividad de los osos negros (Ursus americanus), han demostrado que son capaces de reconocer objetos que aparecen en fotografías.

Puede parecer poco importante. A fin de cuentas, ¿qué tiene de especial ver una foto de, pongamos, un salmón, y saber que es un salmón? Pues mucho, porque supone una capacidad de abstracción que no todos los animales tienen. Reconocer una imagen en dos dimensiones como algo real, relacionarlo con un objeto – o un recurso – natural, es un proceso mental importante.

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Pero empecemos por el principio, explicando qué estudiaban los investigadores. Los osos negros, como especie, están bastante amenazados. Y como pasa en muchos casos, la cría en cautividad es una posible solución al problema. Tal vez no la mejor, pero muchas veces la única disponible.

Claro, que las cosas no son tan sencillas. Para que este tipo de técnicas funcionen hay que comprobar que los animales viven en las mejores condiciones posibles. O al menos en unas que les resulten cómodas y agradables. Y para ello, nada mejor que preguntarle a los implicados, a los propios osos en cautividad.

¿Cómo se le preguntan cosas a un oso? Estudiando sus respuestas frente a ciertos estímulos. Cosa que no resulta nada sencilla, claro. Lo mejor en estos casos es centrarse en imágenes… si el animal es capaz de reconocerlas. Porque si no, no vale de nada.

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Este es el problema que se encontraron los investigadores. Querían mejorar la vida de los osos en cautividad, preguntándole a un oso en concreto. Porque es un caso especial. Migwan es una hembra que nació en libertad, pero que fue recogida siendo muy pequeña. Tenía muchas heridas y había sido abandonada. Ahora vive en un centro de cría, pero al haberse criado durante sus primeros momentos en libertad, presenta lo mejor de ambos mundos.

Así que era la osa a la que preguntarle. Pero había que hacerlo de manera indirecta… si se podía. Los investigadores se pusieron en marcha para comprobar si era posible. Por suerte, conocían bien los gustos y costumbres de Migwan.

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Lo que hicieron fue presentarle imágenes en la pantalla de un ordenador, y comprobar si sus preferencias y reacciones eran iguales que frente a los productos reales. Lo hicieron tanto con comida como con otros osos, animales vivos, cuidadores…

Y pudieron comprobar que sus reacciones eran iguales cuando se trataba de imágenes o de objetos reales. A esto se le llama, en el caso de animales, “capacidad de transferencia”. Porque el animal “transfiere” las propiedades del objeto real a las imágenes.

Gracias a este estudio, los científicos han conseguido una herramienta con la que mejorar las condiciones de cría de los osos negros. Ahora pueden preguntarles qué quieren, si se sienten a gusto o si necesitan algo. Incluso quién les “cae bien” y quién no. Lo que puede significar un gran paso en la conservación de la especie.

Crédito de la imagen superior: Migwan en un encerramiento. Credit: Copyright Roy Lewis