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Un milagro para los niños rarámuris en la inhóspita Sierra Tarahumara

La Sierra Tarahumara localizada en el estado de Chihuahua, al noroeste de México, es sin duda uno de los complejos montañosos más ambivalentes del mundo. Por un lado, asombra por su espectacular belleza y su gigante extensión que se pierde en el horizonte. Por el otro, impresiona por su difícil acceso, cambios de clima en extremo y la capacidad de los rarámuris, habitantes originarios de la zona, para sobrevivir bajo esas condiciones.

El primer punto ha hecho de esta región un atractivo turístico visitado por miles de personas cada año. El segundo, por desgracia, es visto como una curiosidad inherente al entorno que sirve a muchos como un escenario para fotografiarse y publicarlo en sus redes sociales, regresando después a la comodidad de sus ciudades donde las carencias, desnutrición y pobreza serán una simple anécdota.

Por fortuna, no siempre es así.

Ese es el caso de Claudia Montes, una mexicana que siendo niña llegó como una turista más y se fue de ahí con una misión que ya siendo adulta llevaría a cabo: ayudar a los niños que ahí habitan con lo que no tienen al alcance, cosas que para las grandes metrópolis resultan básicas y hasta invisibles por su uso cotidiano, pero que en una región de esta naturaleza se vuelven objetos preciados porque la orografía del lugar convierte en un reto logístico llevarlos ahí.

Claudia Montes, fundadora de  Rey Mago por 1 día
Claudia Montes, fundadora de Rey Mago por 1 día | Yahoo! Noticias

De esta forma, decidió hacer mancuerna con las hermanas de la orden religiosa Sierras del Sagrado Corazón de Jesús, quienes se encargan de mantener 13 albergues infantiles que se han vuelto oasis enclavados en las montañas, ya que ahí se les brinda a los niños ayuda con ropa, calzado y artículos de primera necesidad, además de servicios educativos.

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Se dice fácil y parece algo trivial, pero es necesario no olvidar en todo momento que esta zona es de tan difícil acceso y las familias viven tan dispersas en barrancas con kilómetros de longitud, que para la mayoría de estos niños es imposible asistir a una escuela común. Simple y sencillamente por que no las hay. Muchas veces no hay ni siquiera un maestro que los pueda asistir y cuando alguno se adentra en esta Sierra, junta a todos, con diferentes edades y diferentes grados, en un solo grupo. Sí, esa escena común en películas de la Época de Oro del cine mexicano (1940-1950) sigue pasando aquí, en pleno siglo XXI.

Es así como surge Rey Mago por un día, una fundación liderada por Claudia que es enlace entre quienes quieren ayudar y la docena de albergues. Si bien una de sus iniciativas es reunir juguetes y repartirlos ahí el 6 de enero (de ahí el nombre), la labor se ha extendido hacia el acopio de útiles escolares y varios enseres que ayuden a los niños, sus familias y quienes ahí viven apoyando a tener una vida mejor.

Foto cortesía Fundación Rey mago por 1 día
Foto: Rhea Marcela | Cortesía Fundación Rey mago por 1 día

Y lo han logrado. Con estos albergues y el apoyo de esta fundación, los niños tienen una educación escolarizada y en sus respectivos grados, viviendo ahí casi de forma permanente, regresando a su lugar de origen una o dos veces por año nada más (de nuevo, por lo lejano que está y su difícil acceso que les hace imposible ir y venir diariamente). Puede que esas condiciones no sean lo mejor para una vida en familia, pero bajo este modelo los padres hacen el sacrificio, sabiendo que sus hijos saldrán de ahí con la preparación necesaria y que nada les faltará.

La fundación Rey Mago por un día, que tomará el nombre de Kórima (una palabra de origen rarámuri que podría traducirse como "cadena de favores") al convertirse en Asociación Civil -lo cual la habilita para recibir donaciones en efectivo y no solamente en especie- se convierte así en un eslabón central entre ‘padrinos’ que se comprometen a enviar lo básico para que estos pequeños continúen con sus estudios a través de un programa llamado Sonrisas por la educación.

Lo anterior ha logrado que no solo particulares, sino empresas socialmente responsables apadrinen a varios menores, confiando en Claudia y sus colaboradores (tan solo para empacar la ayuda como debe ser para que lo donado no se estropee en el camino, se requieren de 50 personas que donan su tiempo y trabajo) el acopio, transporte y distribución de la ayuda, que se traduce en alrededor de 10 toneladas al año de apoyo a la Sierra Tarahumara.

Es así como el kórima se hace realidad. Una cadena de favores entre distintos actores para llegar a los más profundo de Chihuahua, en una tarea titánica que no sería posible sin la labor de Claudia que coordina el acopio de donaciones desde diversas partes del país hasta un almacén en el Estado de México, donde se clasifica y embala con tal minuciosidad que cada caja lleva no solo un albergue/destino específico, sino un niño destinatario que al abrir su contenido encontrará juguetes, ropa, cobijas, útiles escolares y artículos de primera necesidad. Todo lo que él o ella pidió en una carta y que un ‘rey mago’ le regaló.

De esa bodega que opera como centro de distribución, parte esa carga consolidada en camiones llenos de paquetes personalizados hasta la ciudad de Chihuahua, en un traslado de casi 1,500 kilómetros cuyo costo es amortizado por la compañía dueña de los vehículos, Fletes Chihuahua.

Pero la tarea no termina ahí. Podría decirse que apenas se cumplió la mitad, porque entonces en la capital chihuahuense las cajas pasan a vehículos más pequeños, unos que puedan acceder por caminos, veredas y barrancas de difícil acceso. Aquí es donde entra el apoyo de la Comisión Estatal de los Pueblos Indígenas, más los recursos que van obteniendo en la fundación a través de eventos como conciertos de música. Todo para hacer el último tramo.

Visto así, Claudia y su equipo son tan o más eficientes que un DHL o un Fedex, llegando a donde solo los de ‘los pies ligeros’ (significado de la palabra rarámuri) pueden ingresar con facilidad.

Foto cortesía Fundación Rey mago por 1 día
Foto: Rhea Marcela | Cortesía Fundación Rey mago por 1 día

Y por si eso fuera poco...

En este ir y venir de Claudia Montes y su fundación, pudieron observar un factor con el cual podían marcar una diferencia radical si lograban revertirlo, una cuestión de vida o muerte en muchos casos: la necesidad de contribuir en la nutrición de los niños rarámuris. Porque más allá de acercarles bienes materiales, lo que necesitan, por sobre todas las cosas, es alimentarse bien.

Así es como implementó otro programa para acopiar leche en polvo (al menos 70 latas gigantes que duran cada una aproximadamente un mes) que se envía a la Clínica Santa Teresita en Creel, Chihuahua, para que sea suministrado a niños con problemas de bajo peso

A la fecha, la fundación Rey Mago por un día ha realizado colectas y diversos eventos que han beneficiado a más de 1,500 niños en la Sierra Tarahumara, un lugar que resulta ambivalente por su majestuosidad y atractivo y por la necesidad de ayuda, por la urgencia que nunca acaba, con carencias que saltan a la vista pero que para muy pocos, como es el caso de Claudia Montes y Kórima, sirven para algo más que tomarse una foto. Afortunadamente, ellos han regresado para hacer el milagro en los últimos 10 años. Y en las expresiones de esos niños saben que cada retorno a ese lugar inhóspito ha valido la pena.

Foto cortesía Fundación Rey mago por 1 día
Foto: Rhea Marcela | Cortesía Fundación Rey mago por 1 día