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Un juez méxicoamericano, una acusación errada y la huida hacia adelante de Donald Trump

Las revelaciones recientes en torno a las operaciones de la llamada Trump University, una entidad sobre las que pesan demandas por fraude y operaciones engañosas, han puesto a Donald Trump contra las cuerdas en el escenario de la opinión pública.

Y para tratar de defenderse, o de reducir el riesgo de efectos negativos en su campaña presidencial, Trump ha optado, más que por discutir o refutar en detalle las alegaciones de estudiantes que acusan que fueron estafados, por descalificar al juez que preside el proceso.

Trump optó por lanzar ese ataque afirmando, en una entrevista con el periódico The Wall Street Journal, que el juez federal del caso, Gonzalo Curiel, tiene conflicto de interés porque es de ascendencia mexicana y miembro de una organización de abogados latinos.

Al hacerlo, Trump habría comenzado una suerte de huida hacia adelante.

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Donald Trump ha dicho que la herencia mexicana del juez del caso Trump University es un conflicto de interés. (AP)

En principio, debe señalarse que Trump está en su derecho de opinar sobre la pertinencia del juez que sigue su caso, y en ello le asiste la libertad de expresión. Pero los razonamientos que el magnate y virtual candidato presidencial del Partido Republicano enuncia para justificar su crítica a Curiel son equivocados, de naturaleza más bien político-propagandística que procesal y tienen graves resonancias autoritarias y racistas.

Son nociones incompatibles con la investidura presidencial que Trump aspira a asumir.

Si Trump University era un fraude y si el magnate tiene responsabilidad en ello es algo que aún debe probarse y dilucidarse en la Corte. Testimonios de los demandantes y manuales que detallan cómo se vendían los cursos que esa entidad ofrecía dan luz sobre lo que podría hacer sucedido, pero el proceso judicial está en marcha y habrá que esperar a que concluya y se dé un veredicto para concluir al respecto. En ese proceso Trump y sus abogados tienen y tendrán en la Corte la opción de defenderse.

Pero que Trump alegue que Curiel no es apto para ser el juez del caso por ser de origen mexicano (nació en Indiana de padres inmigrantes mexicanos) y que el magistrado tiene un prejuicio hacia él porque Trump “está construyendo un muro” fronterizo resulta ofensivo y prejuiciado y sería ajeno a la doctrina legal vigente y al espíritu democrático estadounidense.

En los tribunales de Estados Unidos está plenamente aceptado y validado que una juez de cierto grupo, etnia o raza presida casos en los que los acusados, las víctimas o ambos pertenecen o tienen vinculación con ese mismo grupo. La afirmación de Trump, por ello, carece de sentido y por el contrario resulta racista y autoritaria. Luce como el pataleo de un demandado que ve que el juicio se le complica, afecta su imagen pública (algo clave, al ser Trump candidato presidencial) y puede causarle daños a sus aspiraciones y trata por ello de zafarse a toda costa.

Un análisis reciente de profesores de las universidades Cornell, Harvard y Washington concluyó, por ejemplo, que no existe evidencia de que en los fallos de jueces en cortes de Texas (donde existe una gran diversidad) haya tenido algún efecto la raza, etnia o afiliación partidaria del juez que presidió el caso. Y a fin de cuentas el sistema mismo incluye remedios, como la recusación o cambio de un juez y la apelación a un tribunal superior.

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De la demanda por fraude contra Trump University han surgido rvelaciones potencialmente dañinas para la candidatura de Donald Trump. (AP)

Pero alegar que un juez no es apto por razón de su herencia étnica y pretender que la pertinencia de un magistrado se defina por su grado de aquiescencia a las ideas políticas de un candidato es equivocado y escandaloso. Es una confesión de autoritarismo, de desdén por la diversidad de la nación y una pretensión impropia de que la dinámica en las cortes se acople al gusto de una de las partes.

En la lógica de Trump, un juez afroamericano también sería impropio para presidir el juicio sobre Trump University dada la amplia oposición de las personas de esa raza al magnate por sus desplantes de campaña, y también lo sería una jueza, por el rechazo mayoritario de las mujeres a Trump, y lo sería, siguiendo la cauda de ofensas que Trump ha ido vertiendo en su campaña, un juez de religión musulmana, uno que en su carrera militar fue prisionero de guerra, uno que tuviese una discapacidad física o uno que haya trabajado en los medios de comunicación. Pretender tener jueces a la medida resulta inquietante en términos democráticos, y estigmatizar su herencia porque no fallan a favor de uno es abusivo e intolerante.

En el colmo de las tergiversaciones, el propio Trump, al defender su crítica a Curiel por su ascendencia mexicana, llegó a decir ante CNN que si el juez “me hubiese dado fallos justos no estaría diciendo esto”. Es decir, que la herencia mexicana sería válida si Curiel fallara a favor de Trump pero es inválida cuando lo hace en contra. Y eso que en realidad no ha habido aún veredictos ni sentencias en el caso, solo decisiones procesales previas al inicio del juicio como tal.

Por añadidura, como señala el periódico The New York Times, Curiel dedicó muchos años de su carrera, cuando sirvió como fiscal en el sur de California, a perseguir narcotraficantes en el área fronteriza con México e incluso tuvo que vivir un tiempo escondido, bajo la protección de los US Marshals, tras conocerse que criminales tenían planes de asesinarlo.

Curiel, así, conoce presumiblemente más y mejor que Trump las lacras del crimen en la frontera y ha hecho, como comentó el portal Vox, mucho más que el magnate a reforzar la seguridad fronteriza.

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Una sección del muro fronterizo que ya existe en el borde de Nuevo México. Trump quiere construir más en toda la frontera de EEUU y México. (AP)

Y, aunque no se conocen las opiniones de Curiel sobre el plan de muro fronterizo de Trump, ni su ascendencia ni su trayectoria profesional lo colocan automáticamente en antagonismo a la noción de tener un borde con México seguro (o todo lo seguro que se pueda). En cambio, el combate al narcotráfico que Curiel realizó como fiscal aportó directamente en el esfuerzo por abatir un crimen trasnacional como es el narcotráfico.

Ciertamente un juez puede estar en un conflicto de interés que lo descalifique o lo mueva a recusarse de presidir un proceso y las partes en un juicio están en su derecho de alegarlo, pero eso no parece ser el caso de Curiel y las demandas contra Trump University (cuya materia no es, desde luego, la plataforma de Trump sobre la inmigración y la frontera), e incluso el abogado de uno de los demandantes, que Trump dice que fue colega y amigo de Curiel en su etapa como fiscal, solo habría colaborado con el hoy juez una vez en sus tiempos en la fiscalía y dijo que nunca lo trató socialmente, de acuerdo al Journal.

Así, al carecer de argumentos válidos para fundamentar que Curiel tiene un conflicto o prejuicio contra él y ante el hecho de que el juez ha tomado resoluciones que le afectan en el caso De Trump University, el magnate habría optado por la descalificación vinculando la herencia del juez, en un salto argumentativo erróneo y que se antoja doloso.

Eso posiblemente le dará puntos a Trump entre sus seguidores más radicales pero ha sentado mal a escala general y dejado traslucir que el magnate está realmente inquieto por los efectos electorales que puedan tener las revelaciones de las demandas contra Trump University.

Máxime cuando al margen de su ruidosa queja, Trump no habría aún presentado ninguna moción formal pidiendo un cambio de juez. Todo su alegato se ha dado más en la arena de la discusión pública, en una huida hacia adelante para tratar de contener los posibles impactos negativos de las revelaciones del caso Trump University en sus aspiraciones presidenciales.

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