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Un ingeniero fabrica su propio iPhone comprando las piezas en mercadillos de China (y pagando la mitad de lo que cuesta)

Todos sabemos lo que vale un iPhone. Solo hay que ir a la página de Apple para ver que el modelo más económico de su último modelo, el 7, cuesta 769 euros. Pero no todo el mundo conoce cuál es su precio real, el de las piezas que lo conforman. Y Scotty Allen es uno de ellos.

Este ingeniero estadounidense, extrabajador de Google, se puso a sí mismo un reto de lo más complicado: construir un iPhone con piezas adquiridas en mercadillos chinos. Y no solo lo ha logrado, también lo ha contado en un vídeo titulado ‘Cómo me hice mi propio iPhone’.

En él, Allen muestra su recorrido por mercados Chinos en los que abundan todo tipo de repuestos y fue consiguiendo una a una todas las piezas que forman un iPhone. En total, el ingeniero gastó apenas 300 dólares (283 euros) para poder montar en su casa un iPhone 6S.

Sí, uno de los teléfonos más avanzados del mundo puede ser construido en base a piezas adquiridas en puestos callejeros o en tiendas electrónicas no muy complejas.

Varias de las piezas que forman un iPhone (Apple)
Varias de las piezas que forman un iPhone (Apple)

Y no solo eso. Allen también fue capaz de encontrar la caja, las pegatinas y hasta los papeles en los que se pueden ver las diferentes directrices, normativas y sellos de calidad con los que cuenta el aparato. Todas las piezas adquiridas por Allen provienen de talleres de reparación que las desecharon en su día de móviles que no pudieron arreglar.

Allen asegura que el reto de construir de la nada un iPhone surgió en una conversación con otros fanáticos de la tecnología, cuando todos ellos hablaban del impresionante catálogo de piezas disponible en los mercados de la ciudad china de Shenzen.

En declaraciones concedidas a la web The Verge, Allen confiesa que no solo ha desembolsado 300 dólares en su proyecto, sino que esa es la cifra en la que están valoradas las piezas que finalmente han funcionado. Según revela, el gasto total fue de 1.000 dólares (939 euros), ya que en varias ocasiones los componentes adquiridos estaban en mal estado y no cumplían su función.