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Un buen año para el matrimonio igualitario

Las estadounidenses Patricia Ewert y Vernita Gray se casaron el 27 de noviembre pasado en Chicago. Con el matrimonio, la pareja de lesbianas selló un compromiso de cuatro años. Cuando el juez las declaró “esposa y esposa”, se desvaneció el temor a que la muerte impidiera ese momento tan acariciado. Por un instante al menos, el cáncer que padece Gray pareció menos definitivo.

La historia de estas mujeres norteamericanas cierra con un gesto de amor un año turbulento pero fructífero para la causa del matrimonio igualitario en el mundo. En el 2013 más países autorizaron los casamientos entre personas del mismo sexo y en Estados Unidos la balanza de la opinión pública se inclinó a favor de quienes aprueban la concesión de este derecho a los homosexuales.

Más allá del debate jurídico y el atrincheramiento ideológico en torno al matrimonio sin importar la orientación sexual, la legalización de las uniones no heterosexuales ha tenido un impacto real en la sociedad. El nuevo estatus ofrece a las parejas protecciones legales y fiscales que les habían sido denegadas hasta el momento. La proliferación de familias homoparentales ha erosionado los prejuicios y desafiado mitos sobre la educación de los hijos en estos hogares.

Un símbolo de libertad

El reclamo de Edith Windsor ante la Corte Suprema de Estados Unidos marcó una de las victorias del movimiento pro matrimonio gay en 2013. La estadounidense, casada en Canadá con la fallecida Thea Clara Spyer, había llevado su caso a la justicia cuando el Servicio de Rentas Internas (IRS) le exigió el pago de 360.000 dólares en impuestos, de los cuales habría estado exenta si la ley reconociera los matrimonios entre personas del mismo sexo.

El fallo de la Corte Suprema, favorable a Windsor por cinco votos contra cuatro, anuló la definición de matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, a los efectos de un millar de normativas y programas federales. Ese concepto, establecido por la Ley de Defensa del Matrimonio de 1996, era una violación de la Quinta Enmienda de la Constitución, según el criterio del magistrado Anthony Kennedy.

George Chauncey, profesor de la Universidad de Yale, cree que los beneficios federales “mejorarán de manera notable la vida de innumerables personas, desde la viuda lesbiana que necesita la cobertura de Seguridad Social de su esposa hasta el gay neoyorquino que ahora podrá vivir con su esposo en Estados Unidos”.

En un artículo publicado por The New York Times, Chauncey recordó que históricamente “la negación del derecho al matrimonio ha sido un poderoso símbolo de la exclusión de la plena ciudadanía”. El catedrático citó los casos de los esclavos norteamericanos antes de la Guerra de Secesión y de los judíos en la Alemania nazi. Con los cambios recientes en Estados Unidos, las parejas “no sufrirán más la indignidad de que el gobierno considere sus matrimonios como algo inferior”, resumió.

El debate sobre la diversidad sexual en Estados Unidos ha fomentado el interés en las familias creadas por parejas del mismo sexo y su influencia en la crianza de los hijos. Una investigación reciente de la Universidad de Stanford reveló que los menores educados en hogares monoparentales no se distinguen en su rendimiento escolar o su carácter de otros provenientes de familias heterosexuales.

Otro estudio de la Universidad de Nueva York, realizado por la profesora de sociología Judith Stacey durante 14 años mostró la extraordinaria estabilidad de las familias organizadas por hombres homosexuales. “Me sorprendió que ninguna de las parejas masculinas con hijos se había separado, ni una”, confesó la catedrática a The New York Times.

Cálculos de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), sitúan en más de 100.000 el número de parejas gay con hijos. El Movement Advancement Project, un grupo independiente dedicado a las investigaciones sobre la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros), estima en más de dos millones los niños que viven con padres o madres homosexuales, en pareja o en hogares monoparentales.

 

En Francia la ley sobre el matrimonio igualitario provocó tensiones sociales que aún perduran (AFP)
En Francia la ley sobre el matrimonio igualitario provocó tensiones sociales que aún perduran (AFP)

Desde California hasta Nueva Zelanda

Varios estados autorizaron este año el matrimonio entre personas del mismo sexo: New Jersey, Delaware, Illinois, Minnesota, Rhode Island, Maryland y California. Este último protagonizó una de las decisiones más importantes, cuando el 26 de junio la Corte Suprema declaró fuera de lugar una propuesta contraria a las uniones entre personas del mismo sexo, calificada antes como inconstitucional por una Corte Distrital.

Ese veredicto de la Corte Suprema y el citado caso de Edith Windsor reflejaron el creciente apoyo al matrimonio igualitario en Estados Unidos. Las encuestas efectuadas a lo largo de 2013 han mostrado un respaldo sostenido en torno al 51 por ciento, frente a un 43 por ciento en contra. Hace apenas siete años, las personas favorables a extender ese derecho a parejas homosexuales no rebasaban el 37 por ciento. Los expertos consideran que este cambio se debe en gran medida a la transición generacional en la población estadounidense.

Lejos de las fronteras de América, la comunidad homosexual saboreó algunas victorias importantes durante los pasados 12 meses. En abril, Uruguay y Nueva Zelanda se sumaron al pequeño grupo de países que autorizan el matrimonio sin importar el sexo de los cónyuges. Un mes más tarde llegó el turno de Brasil y Francia, aunque en el país europeo la ley refrendada por el presidente François Hollande provocó un movimiento de oposición que aún organiza manifestaciones. En el Reino Unido, Inglaterra y Gales recibieron en julio el consentimiento de la reina Isabel II para legalizar el matrimonio de personas del mismo sexo. No obstante, Irlanda del Norte descartó esa medida en abril y Escocia estudia una ley sobre el tema.

En total 14 países permiten a las parejas homosexuales acceder al matrimonio. Además de los mencionados, Países Bajos, Canadá, España, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Argentina, Islandia, Portugal, y Dinamarca han pasado legislaciones al respecto desde el año 2000.

Ser homosexual, un delito

La felicidad que disfrutan hoy las parejas homosexuales en esas naciones representa apenas un punto de luz en un planeta donde predomina la homofobia. En cinco países –Mauritania, Sudán, Irán, Yemen y Arabia Saudita—la homosexualidad se condena con la pena de muerte. En algunas regiones de Somalia y Nigeria las legislaciones locales admiten también la ejecución de gays y lesbianas. Otros 55 estados imponen hasta cadena perpetua a quienes mantengan relaciones con personas de su mismo sexo.

Al margen de las leyes, la homofobia alimentada por políticos, líderes religiosos y gobiernos fomenta el asesinato de homosexuales. En Honduras murieron cerca de 200 gays y lesbianas entre 2009 y 2012, de acuerdo con denuncias de la Asociación Kukulcán, un grupo de la comunidad LGBT. La impunidad garantiza la proliferación de esos crímenes.

Este año también se reportaron retrocesos en la lucha por los derechos de la diversidad sexual. En la India, el Tribunal Supremo anuló una sentencia de un tribunal de la capital, Delhi, que en 2009 había legalizado la homosexualidad. La ley en vigor, herencia de la época colonial, establece penas de hasta 10 años de prisión a quienes sostengan “relaciones contra el orden de la naturaleza”.

Casi al concluir 2013, la Corte Suprema de Australia invalidó una ley aprobada en la capital en octubre pasado, que autorizaba los matrimonios entre personas del mismo sexo. La Ley sobre el Matrimonio, reformada en 2004, dicta que los casamientos solo pueden efectuarse entre una mujer y un hombre. Las uniones entre homosexuales son reconocidas bajo diferentes estatus en los seis estados y dos territorios que componen el país.