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Ucrania le encuentra una nueva ventaja a la energía eólica: es más difícil destruir sus instalaciones

Las nuevas turbinas en el parque eólico de Tyligulska, en la región de Nicolaiev, Ucrania, el 18 de mayo de 2023. (Nicole Tung/The New York Times)
Las nuevas turbinas en el parque eólico de Tyligulska, en la región de Nicolaiev, Ucrania, el 18 de mayo de 2023. (Nicole Tung/The New York Times)

ODESA, Ucrania — Estos gigantes capturan el viento con sus enormes brazos y ayudan a mantener encendidas las luces de Ucrania: son los molinos de viento que acaban de construir en las llanuras que bordean el mar Negro.

En 15 meses de guerra, Rusia ha lanzado un sinnúmero de misiles y drones explosivos en las centrales eléctricas, las presas hidroeléctricas y las subestaciones con el propósito de dejar sin luz a la mayor parte de Ucrania que sea posible y tan a menudo como se pueda en su campaña para someter a ese país. El nuevo parque eólico de Tyligulska está a solo unas cuantas decenas de kilómetros de la artillería rusa, pero los ucranianos afirman que tiene una ventaja determinante sobre casi toda la red eléctrica del país.

Un solo misil bien dirigido puede provocar en una central eléctrica los suficientes daños como para que deje de funcionar, pero las autoridades ucranianas afirman que, para hacer el mismo daño en una serie de molinos de viento que están a una distancia de 30 metros uno del otro, se necesitarían decenas de misiles. Un parque eólico puede quedar temporalmente fuera de funcionamiento si se afecta una subestación o las líneas de transmisión, pero estas son mucho más fáciles de reparar que las centrales eléctricas.

“Esta es nuestra respuesta a los rusos”, señaló Maksym Timchenko, director general de DTEK Group, la empresa que construyó las turbinas, en la región del sur de Nicolaiev, la primera fase de lo que se planea que sea el parque eólico más grande de Europa oriental. “Es el tipo de energía más rentable y, como sabemos ahora, el más seguro”.

Desde 2014, en Ucrania ha habido leyes para promover la transición a energías renovables, tanto para disminuir la dependencia de las importaciones de energía rusa como por su rentabilidad. Pero esa transición todavía tiene un largo camino por recorrer y la guerra hace que sus posibilidades sean inciertas (al igual que todo lo demás en el futuro de Ucrania).

En 2020, el doce por ciento de la electricidad de Ucrania procedía de fuentes renovables, apenas la mitad del porcentaje de la Unión Europea. Los planes para el proyecto de Tyligulska requieren 85 turbinas que produzcan hasta 500 megavatios de electricidad, lo suficiente para 500.000 apartamentos, una producción impresionante en un parque eólico, pero menos del uno por ciento de la capacidad generadora anterior a la guerra.

El gobernador de la región de Nicolaiev, Vitaliy Kim, al centro, vestido con una chaqueta con cremallera, y otras personas observan el evento de la ceremonia de inauguración del parque eólico de Tyligulska, en la región de Nikolaiev, Ucrania, el 18 de mayo de 2023. (Nicole Tung/The New York Times)
El gobernador de la región de Nicolaiev, Vitaliy Kim, al centro, vestido con una chaqueta con cremallera, y otras personas observan el evento de la ceremonia de inauguración del parque eólico de Tyligulska, en la región de Nikolaiev, Ucrania, el 18 de mayo de 2023. (Nicole Tung/The New York Times)

Luego de que el Kremlin dio inicio a la invasión de Ucrania a gran escala en febrero de 2022, se volvió apremiante la necesidad de tener nuevas fuentes de energía. Rusia ha bombardeado las centrales eléctricas de Ucrania y desconectado el suministro de gas natural que alimentaba algunas de ellas.

Las fuerzas de ocupación rusas han tomado el control de una gran parte del suministro de energía el país, lo cual garantiza que su producción no llegue al territorio que aún conserva Ucrania. Tienen el control del generador más grande, la Planta de Energía Nuclear de Zaporiyia, que ha sido dañada en repetidas ocasiones durante los combates y ha dejado de mandar energía a la red. También controlan el 90 por ciento de las plantas de energías renovables de Ucrania, las cuales se concentran en el sureste del país.

Los planes de recuperación posteriores a la guerra que ha presentado Ucrania a la Unión Europea —a la que tiene la esperanza de unirse— y a otros colaboradores incluyen otro compromiso importante con las energías limpias.

“La guerra hizo que aceleráramos las cosas”, comentó Hanna Zamazeeva, directora de la agencia de eficiencia energética del gobierno ucraniano.

Pero los analistas en temas de energía y economía afirman que gran parte de la transición anhelada a las energías limpias tendrá que esperar hasta después de que empiece la reconstrucción y regrese la inversión extranjera, lo cual podría depender de que Ucrania triunfe en el campo de batalla.

“El desarrollo de las energías renovables, sobre todo la solar y la eólica, depende de que Ucrania pueda recapturar estos territorios”, que ahora controla Rusia, informó en diciembre el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

El potencial que tiene el sur de Ucrania de generar energía eólica fue evidente en la ceremonia de inauguración del proyecto este mes cuando soplaba un viento seco y cálido a través de un campo de trigo salpicado con enormes turbinas. Entre las mesas llenas de refrigerios, cubiertas con manteles que ondeaban al viento, los diplomáticos y los periodistas ahí reunidos tenían que volver su espalda al polvo que soplaba.

Las turbinas con tres aspas de Tyligulska, fabricadas por la empresa danesa Vestas, son enormes y dibujan círculos en el aire de un diámetro de más de 150 metros. Cada molino de viento pesa alrededor de 800 toneladas.

La primera turbina se construyó en 2022, el mes en que comenzó la invasión, y luego DTEK detuvo la construcción. En agosto, Evheniy Moroz, el jefe de obra de la empresa, recibió una llamada de su director, quien le preguntó si podía reanudar el trabajo sin contratistas internacionales, todos los cuales se habían ido y se habían llevado su equipo pesado.

“Comencé a llamar a los chicos con los que trabajaba para saber dónde estaban, qué contratistas siguen trabajando y si todavía hay en Ucrania grúas capaces de levantar 100 toneladas”, explicó Moroz.

Solo encontró una y tenían que rehabilitarla, pero esta grúa era la única esperanza. Los albañiles la modificaron para el trabajo y comenzaron a llamarla su “pequeño dragón”. Gracias a ella reanudaron la construcción.

Los trabajadores de la construcción laboraban en descampados a 96 kilómetros de las líneas de combate y se metían en un búnker cuando sonaban las alarmas de ataque aéreo. Los misiles disparados desde los barcos rusos en el mar Negro rugían sobre sus cabezas, pero no apuntaban al sitio de construcción. Los misiles crucero volaban más bajo que las turbinas e intentaban evitar ser detectados por los radares de las defensas antiaéreas ucranianas.

Los nuevos molinos son un pequeño paso hacia la seguridad energética y una transición a las energías limpias, pero implican algo más inmediato para Ucrania, afirmó Vitaliy Kim, el gobernador de la región de Nicolaiev.

“La construcción de esta planta de energía eólica es como una señal de que se puede construir durante la guerra”, aseveró. “Deben existir estos proyectos para la independencia de nuestro país”.

c.2023 The New York Times Company