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“Tus únicos amigos son las pesas”: el drama de los adolescentes con vigorexia, un trastorno que impulsan las redes sociales

En 2019, en Estados Unidos casi un tercio de los 149 chicos de 11 a 18 años que fueron encuestados dijeron no estar satisfechos con la forma de su cuerpo
En 2019, en Estados Unidos casi un tercio de los 149 chicos de 11 a 18 años que fueron encuestados dijeron no estar satisfechos con la forma de su cuerpo

NUEVA YORK.– Bob tiene 16 años y al igual que muchos deportistas adolescentes de escuela secundaria ya hace varios años que castiga su cuerpo con entrenamiento de fuerza y dietas hiperproteicas. El joven entrena en el gimnasio de su zona hasta seis veces por semana, y entre las rondas de videojuegos y tareas escolares, se conecta a internet para estudiar el estilo de fisicoculturistas como Greg Doucette, una celebridad del fitness de 46 años que tiene más de 1,3 millones de suscriptores en su cuenta de YouTube.

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“Gracias a estos tipos me di cuenta de que quería un cuerpo como el de ellos, y postear lo mismo que ellos en las redes”, dice Bob, un muchacho de rulos oscuros y la compacta contextura de un gimnasta.

También se asegura de mantener abastecida la alacena de barras y batidos proteicos y ganadores de masa muscular. Consume tanta proteína que sus compañeros de clase a veces lo cargan por comerse hasta ocho porciones de arroz con pollo en el comedor de la escuela.

Pero Bob no quiere inflarse para destacarse en las pruebas de acceso a la universidad. Su objetivo es competir en una arena totalmente diferente: la aplicación TikTok.

De hecho, ya postea en esa plataforma sus propias rutinas de ejercicio. Filmados con su teléfono, en general en su gimnasio o en el living de la casa familiar, los videos de Bob apuntan, entre otras cosas, “a lograr un pecho de gorila”, o “brazos de Popeye”, o “los abdominales de Lil Uzi”.

El joven reconoce que de tanto en tanto se atrasa con las tareas escolares, por la cantidad de tiempo que le insume el entrenamiento y la preparación de sus ingestas hiperproteicas.

“Cuando empezó a postear sus videos, en la familia ni nos enteramos durante varios meses, porque Bob es sumamente independiente y se las arregla por su cuenta”, dice su padre, de 49 años, un oficial penitenciario. “La verdad que no habla mucho de lo que muestra en sus videos, pero se toma mucho trabajo para que queden perfectos.”

El padre dice identificarse con su hijo en más de un sentido. “Recuerdo que cuando era joven miraba las revistas de moda masculina, con esos cuerpos armados, y quería parecerme a ellos”, señala. “Tardé en darme cuenta de que esos cuerpos eran básicamente inalcanzables.”

Pero a diferencia de la experiencia del padre, cuanto más aumenta la masa corporal de Bob, más crece también su número de seguidores en las redes. “Los más chicos me tienen de ídolo”, dice Bob, que ya tiene más de 400.000 seguidores en TikTok. “Todos quieren ser como yo y sacar músculo cuando son adolescentes.”

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Culto

En nuestra cultura actual de cuerpos inflados, el culto a los músculos se ha convertido en un rito de iniciación de la vida digital para muchos niños y adolescentes varones. Los ejemplos abundan: videojuegos hipermasculinizados y superhéroes mesomórficos. Las películas más taquilleras del año pasado son protagonizadas por clichés masculinos mejorados con tecnología CGI (imagen generada por computadora): Spider-Man, Shang Chi, Venom y todo el universo Marvel.

Muchos médicos e investigadores dicen que el permanente endiosamiento de los cuerpos masculinos musculados puede tener un efecto tóxico en la autoestima de los varones jóvenes, que frente a esa corriente interminable de caras de galancitos con abdominales perfectos se sienten frustrados y disminuidos.

Una encuesta de 2019 publicada en el Californian Journal of Health Promotion estudió la imagen corporal de los niños varones. Casi un tercio de los 149 chicos de 11 a 18 años que fueron encuestados dijeron no estar satisfechos con la forma de su cuerpo. La investigación reveló algo muy curioso: que los más deportistas eran los menos conformes con su tamaño corporal, y que la mayoría quería “aumentar los músculos”, especialmente en pecho, brazos y abdominales.

Diagnóstico

La búsqueda de pectorales perfectos es tan fuerte que los psiquiatras ahora llaman a ese trastorno “vigorexia”, un tipo de dismorfia muscular exhibida principalmente por hombres y caracterizada por el levantamiento excesivo de peso, la preocupación constante por sentirse insuficientemente musculoso, y la estricta observancia de una dieta destinada a reducir grasa y desarrollar músculo. Ese trastorno también puede hacer que los hombres jóvenes se obsesionen con su aspecto, al punto de mirarse constantemente en el espejo o todo lo contrario: no mirarse jamás.

Y si bien cada vez hay mayor conciencia pública sobre los potenciales efectos nocivos de las redes sociales en los adolescentes, gran parte de esa reflexión se ha centrado básicamente en las niñas y adolescentes mujeres.

Las investigaciones más recientes, sin embargo, han descubierto que los varones adolescentes sufren las mismas presiones de las redes, que los llevan a sentir que sus cuerpos son “inadecuados”.

“Las chicas hablan mucho más de esas presiones, pero para los varones es igual”, dice Elliot, un joven de 17 años de Colorado, que hace dos años empezó a postear videos en TikTok con el hashtag #teenbodybuilding (fisicoculturismo adolescente). “Siento que todo el tiempo estoy tratando de interpretar un personaje para conseguir más seguidores, en vez de ser la persona que quiero ser.”

“Perdí por completo mi capacidad de socializar”

Un estudio publicado el año pasado en The Journal of Adolescent Health analizó los trastornos alimentarios en los varones jóvenes. De los 4489 chicos de entre 16 y 25 años que participaron del estudio, un 25% dijo que le preocupaba no ser suficientemente musculoso. Y un 11% reportó que consumía productos para el desarrollo muscular, como la creatina o los esteroides anabólicos.

El consumo de suplementos de venta libre se ha vuelto tan generalizado que tomar la proteína en polvo seca —consumida sin mezclarla con agua— se convirtió en un popular desafío de TikTok durante 2021. Esa prueba es tan peligrosa que los expertos en salud difundieron una advertencia sobre las posibles consecuencias, entre otras, sibilancias y problemas respiratorios. El consumo excesivo de proteína en polvo también puede causar problemas metabólicos y de motilidad intestinal, según un metaanálisis hecho en Finlandia.

La frontera entre estar en forma y el fanatismo físico a veces es borrosa. “Sabemos que los varones adolescentes también sufren muchas presiones, pero los comportamientos que caen específicamente en el extremo “musculoso” del espectro tienden a ser aprobados públicamente, ya que los hábitos orientados a cumplir objetivos de gimnasio no solo son socialmente aceptados, sino considerados glamorosos”, dice Stuart B. Murray, director del programa de Trastornos Alimentarios en la Universidad del Sur de California.

La vigorexia también puede conducir a problemas interpersonales. Muchos hombres jóvenes que hacen demasiado ejercicio y siguen dietas estrictas a menudo se saltan las comidas con familiares y amigos y se quejan de sentirse aislados y socialmente incapaces.

“Perdí por completo mi capacidad de socializar”, dice Johnny Edwin, un TikToker canadiense con la contextura de un urso levantador de pesas. Él suele perderse los cumpleaños familiares y evita socializar con amigos porque teme “no poder entrenar al día siguiente y los efectos sobre mi crecimiento muscular”, y admite haberse perdido muchos momentos memorables por estar en el gimnasio. “Básicamente solo salgo de mi casa para ir al supermercado, al trabajo y al gimnasio”.

Johnny dice que ignora “los mensajes de texto y las llamadas de todo el mundo” y que rara vez encuentra tiempo para ver a su familia. “Para ser honesto, si no existieran las redes sociales o internet, tal vez ni me importaría mi físico”, explica.

Bob, el joven YouTuber con cientos de miles de seguidores, lo confirma en uno de sus videos: “A partir de ahora, tus únicos nuevos amigos son las pesas”.

Por Alex Hawgood

(Traducción de Jaime Arrambide)