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Turismofobia o cómo el residente se siente extranjero en su propia ciudad

Ha nacido la turismofobia. En las últimas semanas los habitantes de varias ciudades europeas muy turísticas se han rebelado contra la enorme afluencia de visitantes que masifican las urbes y hacen que aumenten los precios de forma desmesurada. Desde hace años, los 55.000 residentes de Venecia muestran su hartazgo ante los 20 millones de personas que llegan cada año a la ciudad de los canales.

El fenómeno se ha extendido y los barceloneses han mostrado su disgusto con pintadas y protestas en las calles ante un modelo turístico que no es sostenible y que perjudica a los locales. También San Sebastián, Mallorca, Roma o Dubrovnik están mostrando su rechazo, ¿por qué está ocurriendo esta ola antiturismo?

Pintadas en Baleares contra los turistas (REUTERS).
Pintadas en Baleares contra los turistas (REUTERS).

– Precios más altos

La primera consecuencia evidente es que los precios en estas ciudades se han disparado. Especialmente en el centro, los comercios intentan explotar los bolsillos del foráneo, acabando con el consumo local. La pérdida de poder adquisitivo es evidente y además abundan los comercios de artículos de regalos, palos selfie y camisetas frente a ferreterías, tiendas de barrio y locales tradicionales que se tienen que marchar a la periferia. El ejemplo más evidente es el de los pisos turísticos que se cuenta a continuación.

– La llegada de Airbnb

La plataforma surgió como una idea para rentabilizar la vivienda en época de vacaciones, sin embargo se ha terminado convirtiendo en un negocio clásico de alquiler de inmuebles. Así, la oferta de pisos turísticos está siendo capitalizada por empresas, tal y como cuenta El Confidencial en este reportaje, y los residentes se ven obligados a marcharse a la periferia debido al aumento de los precios.

Apenas hay apartamentos para locales porque es un negocio más rentable el alquiler turístico y los pocos que todavía quedan han subido de precio debido a que la demanda se mantiene estable, pero la oferta se ha reducido. Un ejemplo paradigmático es nuevamente Barcelona. En el Barrio Gótico hay siete turistas alojados por cada tres vecinos, lo que demuestra que los locales se han visto relegados fuera del centro.

– Ruidos y molestias

A todas las circunstancias comentadas antes se une el factor de la masificación de las ciudades con escenas dantescas en las que los residentes apenas pueden caminar por las calles de su localidad debido a que están llenas de turistas con cámara de fotos en mano. También el ruido, el impacto medioambiental, los botellones y la gente comiendo en la calle que ensucian y molestan a los vecinos. Todas estas situaciones provocan el enfado y el rechazo de los residentes hacia los de fuera.

Estudiantes de fiesta en Salou (EFE).
Estudiantes de fiesta en Salou (EFE).

– Más turistas que antes

España recibió en el 2016 más de 75 millones de turistas, una cifra récord que viene provocada por el aumento de la inseguridad en destinos que antes eran muy apreciados por los viajeros como Egipto, Turquía o Túnez. Ante esta situación el viajero prefiere la seguridad y opta por destinos clásicos como Italia, Grecia o Francia, provocando que no haya diversificación y volviendo nuevamente a la masificación. Además, el turismo de fin de semana, cada vez más de moda, debido a los precios accesibles de los aviones, provoca un incremento sustancial de turistas ocasionales en una misma ciudad.

– Falta de atención a las comunidades locales

Los residentes no están en contra de los turistas, sino en contra de un modelo que se presenta como poco sostenible. En este sentido los locales piden un poco de protección a las autoridades locales. En Barcelona las medidas por parte de la Administración hasta el momento han sido poco exitosas. Se han negado licencias turísticas, pero el efecto no ha sido el deseado, ya que han aumentado los alojamientos ilegales. Los datos muestran que de los 16.000 alojamientos turísticos en la ciudad, 7.000 están sin licencia.

En Venecia se han instalado contadores de personas y se han prohibido nuevos alojamientos en el centro de la ciudad, mientras que Roma multa a todo aquel que beba en la calle. Pero estas medidas no están siendo suficientes.

– No se potencia un turismo sostenible

La Organización Mundial del Turismo (OMT) ha hecho varias recomendaciones para cambiar el modelo. La principal es la de evitar las aglomeraciones en los destinos, animando al turista a visitar otros lugares que no sean el centro. Además, propone diversificar las actividades turísticas o reducir la estacionalidad. El gran problema es que una parte importante del turismo en ciudades como Barcelona o Venecia procede de cruceros y estas personas, ante el escaso tiempo del que disponen, es difícil que salgan del centro para ir a la periferia.

Javier Taeño (@javiertaeno)